Los graves problemas del super-fondo público de pensiones

Una vez más, he perdido la cuenta de las veces que ya van, se intenta embaucar, pueden utilizar como verbo “engañar”, a los ciudadanos aprovechándose de la falta de educación financiera existente en este país. Esta semana me llamó poderosamente la atención, la noticia publicada por este diario, sobre el super-fondo de pensiones público para el sistema de empleo.

Lo primero que hay que decir es que de forma sistemática, tal y como muchas casas de análisis y economistas mantenemos, nuestro país tiene un problema con nuestro sistema de pensiones. Si, como los diferentes Gobiernos nos vienen diciendo, no hay problemas en el presente, ni en el futuro (agregan), ¿cuál es la razón para llevar al Pacto de Toledo en unos meses una reforma de nuestro sistema? Si realmente no existe un agujero en la financiación de las pensiones, ¿cómo es que el Fondo de Reserva de la Seguridad Social está en estos momentos agotado? ¿Qué razón lleva al ministro Escrivá a proponer que se saquen determinadas prestaciones, orfandad y viudedad, de la Seguridad Social y financiarlas, reformando previamente estas prestaciones, con impuestos? ¿Qué razón lleva al pedir que se asuman los costes de los funcionarios de la Seguridad Social a través de los impuestos? Si no hay problemas ¿por qué se van a modificar los años de cotización para el cálculo de la pensión, penalizar pensiones anticipadas, incentivar jubilaciones retrasadas? Muchas preguntas pero tan solo una respuesta: la razón es que nuestro sistema de pensiones es, siendo benévolo, una casa en ruina aun cuando no se quiera decir a la ciudadanía.

Se nos presenta una rebaja de la deducibilidad de las aportaciones a los planes de pensiones privados de 8.000 a 2.000 euros. Esa medida es para que de esta forma la carga impositiva en el IRPF suba, una subida que va directamente a los trabajadores por cuenta ajena y a los autónomos. Previamente en esta rebaja ya sufrimos la decisión del Gobierno de Rajoy, estando Cristóbal Montoro de ministro de Hacienda, bajando el techo de deducibilidad. Cualquiera de los dos Ejecutivos anteriormente aludidos vendían muy bien la medida diciendo que la mayor parte de las aportaciones no llegaban a los techos establecidos en la normativa fiscal. La verdad es que esas medidas buscaban aumentar la recaudación por el IRPF, cargándola en los trabajadores de este país.

El actual Ejecutivo, especialmente desde los sillones de Podemos, se ha expresado abiertamente beligerante con los planes de pensiones, sin embargo nada dicen sobre el super-fondo que Escrivá intenta sacar adelante. Las razones de mi animadversión hacia este fondo son variadas y mi desconfianza es total en el mismo. En el artículo citado al principio, leía que este super-fondo sería de renta fija exclusivamente. Aún cuando en el referido artículo no lo dice, estoy seguro que el Gobierno nos venderá la idea de invertirlo todo en renta fija como garantía de seguridad, sin embargo esa no es la auténtica razón.

Este Gobierno va a disparar el gasto público a niveles altísimos, todo ello sin hacer ni un solo recorte en la cantidad de gastos prescindibles y superfluos que sufragamos de nuestro bolsillo los españoles. Va a llevar a cabo una subida de impuestos, presentes y futuros, que va a vaciar los bolsillos de los ciudadanos, algo que repercutirá en una caída de la renta disponible de los contribuyentes minorando su consumo o su ahorro. Parte además de unos supuestos de crecimiento que no es que sea un brindis al sol, es pura ciencia ficción. Como el ministro Escrivá, estoy seguro que otros miembros del Gobierno son conscientes de que la cifra de déficit público proyectada, más que previsiblemente, va a desviarse fuertemente al alza, desviación que se financiará con la emisión de deuda pública.

Carlos San Basilio, a la cabeza de la Secretaría General del Tesoro, en la Comisión de Presupuestos informaba que el 25% del saldo vivo de la deuda pública está en estos momentos en manos del BCE. La acumulación es fruto de las líneas de compra de activos por parte de la autoridad monetaria, unas medidas que llevan vigentes desde la anterior crisis, la de la escalada de las primas de riesgo de los títulos de deuda pública, por parte de determinados países, entre ellos España. Ahora bien tan copioso volumen, el 25% asciendo a un nominal de 322.000 millones de euros, presenta un problema para nuestra futura financiación dado que lo máximo que el BCE puede llegar a adquirir es el 33% de la deuda soberana de cualquier país de la Unión Europea. Es decir la línea roja donde en Frankfurt dejarían de comprar la deuda pública española es de 110.000 millones, los ocho puntos de margen que quedan. Es obvio decir que sin compras adicionales, por encima del 33%, por parte del Banco Central la prima de riesgo española subiría considerablemente por falta de compradores. Ante esta situación el Gobierno utilizará el dinero del super-fondo para adquirir la deuda e intentar contrarrestar la desconfianza de la comunidad inversora en nuestros títulos.

Además, antes o después, el BCE comenzará a normalizar su balance y dejará de reinvertir vencimientos en otros títulos del Reino de España. Problema a futuro para nuestras emisiones, un país que, como ha expuesto la pandemia, presenta fuertes debilidades en su estructura económica. Claro que en el futuro el super-fondo tendrá más dinero, procedente de los trabajadores, y podrá suplir en parte la inacción del banco central, disminuyendo la situación de tensión en los tipos de interés de nuestra deuda pública.

Por otra parte la inversión en renta fija, en este caso deuda pública, con el objetivo de complementar la brecha entre el salario y la pensión presenta graves deficiencias, especialmente en aquellos trabajadores que les queden más de siete años para su jubilación. La razón de esta afirmación es que, como bien saben los inversores, la renta fija no protege de la inflación, ni aun cuando los intereses sean superiores a la inflación registrada. Pensemos que cuando se adquiere un título de renta fija el mayor desembolso es al vencimiento del título, precisamente el flujo de ingresos para el inversor más alejado de la compra. Esta característica de los títulos de renta fija es conocida por los inversores, es por ello que algunos países, no el nuestro, emiten títulos ligados a la inflación. Estos títulos ciertamente tienen un cupón sensiblemente más bajo que los títulos que no tiene en cuenta la evolución del IPC sin embargo, esta es la clave por la que sí defienden de la inflación: el nominal, el desembolso final para amortizar el título, si varía cada año con la evolución de precios. Esa variación del nominal es la vía de protección del inversor frente a la inflación.

No hace falta decir que en pensiones la defensa del poder adquisitivo del dinero ahorrado es siempre una variable que todos tienen presentes. Digánselo a nuestros pensionistas que reclaman ligar pensiones a inflación, pero en cuanto al dinero metido en este super-fondo, el Gobierno no lo va a ligar a la inflación sino al rendimiento obtenido por la cartera con los perjuicios que eso conlleva.

Fuente: El Economista

Deja un comentario