Los especialistas financieros se lamentan continuamente del bajo nivel de ahorro de los españoles, y con unas «pautas inversoras» demasiado orientadas hacia la inversión inmobiliaria. Y los datos parece que lo corroboran.
Sería deseable no sólo un mayor nivel de ahorro de nuestros hogares, sino un mix más equilibrado entre inversiones en activos reales y financieros, lo que seguramente propiciaría a medio plazo mayores tasas de crecimiento económico.
El ahorro de los hogares españoles se ha esfumado durante la recuperación económica. Tanto es así, que ya gastamos 15.000 millones € más de lo que ingresamos. El ahorro de las familias en España tocó su máximo histórico en 2009 cuando los hogares españoles ingresaban un 13,4% más de lo que gastaban. La crisis económica concienció a las familias de la importancia del ahorro y les hizo desistir de cualquier gasto extraordinario para centrarse en pagar lo fundamental, entre otras cosas, la hipoteca de su “inversión inmobiliaria”.
Las cifras de inversión de los hogares españoles, su distribución en los distintos tipos de productos, el actual contexto de deterioro de los indicadores de crecimiento económico, el frenazo en la creación de empleo y el deterioro de la “hucha de las pensiones” (con un agujero de 20.400 millones de euros), las expectativas en el medio y largo plazo para la estabilidad económica de estas familias una vez llegue la jubilación, son cada día más inciertas.
El dinero acumulado por las familias españolas en cuentas bancarias y depósitos supera los 880.000 millones €, lo que equivale prácticamente al 80% del PIB español (1,2 billones). La escasa o nula rentabilidad que ofrece este producto pone en juego el efecto pernicioso de la inflación, por muy controlada que esté, haciendo a estos ahorradores perder dinero de forma sistemática año tras año.
En cambio, el dinero invertido en fondos apenas llega a los 300.000 millones €, un dato a tener en cuenta, pero muy inferior en términos absolutos y relativos a la de países como Alemania y Francia. De estas cifras, la inversión en renta variable representa sólo unos 100.000 millones €.
Una explicación a esta realidad la podemos encontrar en un reciente informe del BBVA en el que nos cuentan que sólo 3 de cada 10 personas ahorra para la jubilación con un dato aún más escalofriante: casi LA MITAD DE LOS PENSIONISTAS (40%) SE ENTERARON DE LO QUE IBAN A COBRAR DE PENSIÓN AL RECIBIR EL PRIMER PAGO. Y lo que es peor, más del 70% de los jubilados conocieron cuánto iban a cobrar seis meses antes de jubilarse.
Al 41% de los activos financieros de los hogares españoles que está en depósitos y efectivo–ese dinero ocioso que pierde valor por la inflación– el 26% se destina a inversión directa, el 14% se invierte en fondos o instituciones de inversión colectiva, el 5,5% en planes de pensiones privados y el 11% en seguros.
De entre todos estos datos llama poderosamente la atención que sólo un 2% de los activos financieros de los hogares españoles se destina a productos de inversión de gestión pasiva (operar principalmente con fondos indexados y ETFs, cuyo objetivo es replicar lo que hace un mercado o un índice) que ofrece importantes ventajas como la diversificación y el ahorro de costes, ya que las comisiones son, por norma general, mucho más bajas que la gestión activa o los productos, como los planes de pensiones, que ofrecen los grandes distribuidores (bancos). El efecto del interés compuesto y el largo plazo hacen de este tipo de inversión una modalidad muy interesante para los hogares. Tanto es así que la cuota de mercado de esta modalidad es del 33% en EEUU y del 20% en Europa, frente al 2% en España.
En cuanto a las rentabilidades de los fondos de inversión el 50% de ellos no logran batir a la inflación. Y más del 70% de los planes de pensiones privados tampoco
España se encamina sin remedio a una nueva crisis económica de consecuencias todavía desconocidas. La deuda pública española sigue instalada en el entorno del 100% del PIB y seguimos encadenando déficit público año tras año. El cuadro lo completa una hucha de la Seguridad Social que aumenta su agujero hasta los 20.000 millones. Y se prevé que siga creciendo ya que cada día se jubilan más personas en España, viven más años y al mismo tiempo cada vez nacen menos niños.
Esta realidad se revela especialmente cruda si miramos el estado de salud de nuestro sistema público de pensiones. La tasa de reemplazo (relación entre la primera pensión y el último salario) pasará en 15 años del 80% actual al 60%. ¡Son casi 20 puntos menos de media en una década y media!
¿Son conscientes los trabajadores españoles de 50-55 años de esta realidad?
A juzgar por su comportamiento en lo que se refiere a ahorro e inversión, parece que no.
El ahorro para tener una jubilación «cómoda» se ha convertido en una de las prioridades más importantes para los españoles. Las preguntas que se hacen los hijos treintañeros son algunas del tipo, ¿cómo y en qué ahorrar hasta mi jubilación? ¿hay refugio y alternativas? La respuesta es afirmativa, pero dentro lleva una buena carga explosiva. «La Bolsa es una de las mejores alternativas para la jubilación, pero hay que saber y poder aguantar«.
El mejor sistema de inversión no es para todos, comprar y mantener (‘buy and hold’ en inglés) es una estrategia sencilla, pero aplicarla requiere fuerza de voluntad y disciplina, pues debe realizarse a largo plazo.
¿Y qué es el “largo plazo”? No hay una cifra mágica, pero se diría que al menos 10 años y cuanto más amplio el plazo, mejor. El sistema puede evidentemente dar buenos resultados a un plazo menor, a cinco años, por ejemplo, pero si analizamos históricamente los datos de rentabilidad de las bolsas comprobaremos que el riesgo de obtener una pérdida al cabo de 5 años supera el 20% que es un porcentaje demasiado alto para la mayoría de inversores. A 10 años, el riesgo de pérdida disminuye hasta aproximadamente el 10%, un porcentaje más asumible. A 15 años el riesgo de pérdida se reduce hasta más o menos el 5%«.

