LAS PENSIONES SON DINERO PRESTADO

El sistema “va tirando” creando un agujero de deuda y el Estado, además, transfiere dinero desde sus propios número rojos

 

La deuda de la Seguridad Social supera en 2022 los 106.000 millones. Cuando Sánchez llegó al Gobierno, en 2018, la deuda era de 41.000 millones. Un año después alcanzó los 55.000 millones. En cinco años, sencillamente, la deuda ha aumentado cuatro veces su propio tamaño. Casi el doble, cada año.

Al comparar la evolución de la deuda de la Seguridad Social, además de la cifra récord alcanzada, sorprende la velocidad a la que crece, puesto que el aumento desorbitado es un fenómeno concentrado en los últimos seis años. Al finalizar 2016, el endeudamiento del sistema público que paga las pensiones se situaba en únicamente 17.173 millones de euros. Un año después, el agujero ya se había ampliado en 10.000 millones, hasta un total de 27.393 millones en 2017.

 

El ejercicio 2018 ya dejó un enorme volumen de deuda, 41.194 millones, es decir, 14.000 millones más de una sola tacada; y en los siguientes 12 meses el sistema volvió a producir otros 14.000 millones extra de deuda, hasta llegar a los 55.024 millones contabilizados al cierre de 2019. Es decir, tres meses antes de desatarse la pandemia, el sistema de pensiones ya tenía un serio problema de deuda

 

Esto significa que cualquier incremento de las pensiones de nuestros mayores (este año el 8,5%) se realiza sin solidez financiera, sin base real, sobre el artificio de una contabilidad que solo se sujeta en el papel pero que no tiene respaldo económico real. Es decir, se están pagando las pensiones sin dinero. No hay dinero. Hay deuda solamente.

 

Las pensiones españolas hoy son completamente de prestado. Cuando el pensionista recibe su mensualidad, no recibe dinero propio, sino deuda que habrá de devolver después con impuestos o sus herederos con más impuestos y también con alza de cotizaciones o endurecimiento de requisitos o recorte de cuantías. La Seguridad Social española es ahora un “ir tirando” en el doble sentido de que “se va pudiendo” pagar pero se va tirando el dinero al agujero de la deuda y esos recursos de los pensionistas son pensiones de prestado.

 

Cuando se dice que las cotizaciones actuales de los trabajadores sirven para pagar las pensiones actuales, se dice algo muy cierto. Pero la verdad completa es que tales contribuciones no alcanzan para el abono de las prestaciones mensuales a los pensionistas y que cada mes es preciso endeudarse más para poder afrontar los pagos. Cuando los pensionistas actuales abonaron sus cotizaciones, lo hicieron esperando recibir hoy una pensión propia, no un dinero prestado.

 

El panorama es que cada año hay más pensionistas que cada año perciben cuantías superiores de pensión. Esto es justo porque los pensionistas deben participar del incremento de la riqueza del país. Pero la subida de las pensiones no se realiza de acuerdo con la situación general del país (lo que sí se exige a funcionarios y a los salarios del sector privado), ni de acuerdo a cálculos técnicos o valoraciones científicas o a un plan sensato de administración de recursos. Se realiza automáticamente según el aumento del IPC. Esto es una alegre fórmula que mima a los jubilados actuales, por la única razón de que son los que votan ahora. Y envía a la miseria a los jubilados futuros cuyos votos del futuro no importan hoy.

 

Cuesta decirlo, pero es exactamente el pan para hoy y el hambre para mañana. Y a esto se debe añadir que la situación actual es muy grave a pesar de que ya se ha ampliado el periodo de cálculo de las pensiones desde 15 hasta 25 años, se ha elevado la cotización de autónomos, asalariados y empresas, se han recortado requisitos, se han aumentado reducciones. Pero la deuda sigue engordando. Por eso se pretende aumentar más el periodo de cálculo hasta los 30 años, destopar las bases máximas sin el correspondiente destope de las pensiones y otras argucias a favor de los jubilados votantes de hoy y en contra de los que se jubilarán mañana.

 

Para terminar, se debe recordar que las transferencias que el Estado realiza a la Seguridad Social para enjugar parcialmente su déficit, provienen también del propio déficit del Estado. Es decir, el Estado transfiere recursos al agujero de deuda de la Seguridad Social desde su propio agujero de deuda que alcanza actualmente los mil quinientos billones de euros. En España, nada es propio. Todo se debe, pero el Gobierno está muy orgulloso de su política social y económica.

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