Revisando los datos de la última década, las pensiones medias de las nuevas jubilaciones han superado desde 2011 el salario medio mensual de los jóvenes menores de 24 años
Parece ser que el Gobierno ha apostado por introducir un mecanismo de solidaridad intergeneracional que ayude a repartir el coste del sistema y de sus prestaciones entre los trabajadores de distintas franjas de edad. Con esta herramienta, el Ejecutivo busca evitar que los más jóvenes asuman todo el coste de las pensiones que cobrará la generación del baby boom cuando se jubilen.
Para ello, este mecanismo tiene en cuenta factores como el mantenimiento de una ratio apropiada de trabajadores en activo que cotizan y trabajadores jubilados que cobran una pensión y el seguimiento de las perspectivas de esperanza de vida, de modo que se pueda ajustar las futuras pensiones al aumento de la longevidad y, por tanto, a la mayor carga que supondrá para el sistema el aumento de beneficiarios.
Atendiendo a las cifras sobre la pensión media para las nuevas jubilaciones en los últimos 13 años la pensión media de jubilación para una nueva alta en el sistema aumentó en diciembre de 2020 más de un 6% respecto al mismo mes del año anterior, hasta situarse en 1.419 € al mes, que suponen 425 € más que en 2007.
Además, para incluir el factor generacional en la comparación, es importante tener en cuenta cómo han evolucionado desde el inicio de la anterior crisis los salarios medios de los trabajadores más jóvenes, entre 16 y 24 años, a partir de los datos de salarios medios por grupo de edad.
Como se refleja en la gráfica en 2007 el salario medio mensual de un menor de 24 años era de 1.138 €s más de 200 € superior que la pensión media de jubilación para una nueva alta en el sistema. Desde entonces, la situación se ha invertido y la jubilación mensual media superaba al sueldo joven en 161 € en 2019, el último año para el que hay cifras salariales oficiales.
De hecho, en 2011 la pensión media de jubilación superó por primera vez el salario medio joven y sus cifras distanciaron paulatinamente hasta 2017, cuando la brecha entre mayores y jóvenes se redujo hasta 250 € tras 6 años al alza en los que los jubilados llegaron a cobrar de media unos 300 euros más que los trabajadores menores de 24 años, concretamente en 2015 y 2016.
Esas diferencias entre los ingresos medios de la población adulta más joven y la más anciana se explican por la revalorización de las pensiones en la última década, pero, según revela la gráfica, el factor clave de esa brecha generacional se encuentra en la progresiva precarización del empleo y en la fuerte depreciación de los salarios de los jóvenes, que han crecido menos de 50 € entre 2007 y 2019 y menos de 3 € desde 2010.
No ayuda que cada vez haya más pensionistas y también con pensiones más altas. Los últimos datos ponen de manifiesto que las nuevas pensiones de jubilación son ya un 33% más elevadas que las que causan baja. Los que están accediendo a la jubilación tienen de media ingresos mensuales equivalentes a 1.406 euros, mientras que quienes causan baja percibían de media 1.055 euros.
La tasa de dependencia
Este indicador se ve fuertemente condicionado por la evolución demográfica, que conduce a una población fuertemente envejecida. Según el INE, en 2052 el grupo de población de más de 64 años se habrá incrementado en más de 7 millones de personas, mientras que el grupo comprendido entre 16 y 64 años habrá perdido casi 10 millones. El grupo de los más jóvenes (de 0 a 15 años) se habrá visto mermado encasi 2 millones de individuos.
Mientras, las proyecciones muestran que, hacia el año 2022, por cada diez personas en edad de trabajar en España, habrá casi seis inactivas, bien por ser menores de 16 años o por ser mayores de 65 años. A mediados de siglo, la tasa de dependencia será prácticamente del 100%, lo cual implica que cada persona en edad de trabajar sostendrá a una persona inactiva.
Además, hay que tener en cuenta que las cifras salariales solo cubren al porcentaje de jóvenes con empleo y no reflejan el impacto económico que tiene el desempleo en quienes se incorporan al mercado laboral. España es líder europeo en paro juvenil, a falta de datos actualizados de Grecia, lo que refleja lo poco preparadas económicamente que están las jóvenes generaciones para contribuir al sistema de pensiones.
El paro juvenil es uno de los principales problemas del mercado laboral español desde hace décadas, aunque la situación ha llegado a su punto álgido con el impacto de la pandemia de coronavirus en el mercado laboral.
Algo menos de un 10% de los parados registrados en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) son menores de 25 años. Así, 363.000 jóvenes se encontraban en paro al cierre de 2020, lo que supone un 47% más que 12 meses atrás. De hecho, el coronavirus ha provocado que la destrucción de empleo joven alcance el 24%, una cifra que no se registraba desde 2009 y que supone que 1 de cada 4 jóvenes perdió su empleo durante el segundo trimestre de 2020, en el que se pusieron en marcha las principales medidas de confinamiento y restricción de la actividad económica para limitar los contagios.
La gravedad de las cifras de paro joven en España se refleja más claramente al comparar la evolución de su tasa de desempleo entre menores de 25 años con la media de la Unión Europea y con las principales economías del Viejo Continente, como se refleja en la gráfica anterior, en la que se muestra como España ha superado en los últimos meses a Grecia, que ha liderado este ránking durante la última década. De hecho, en enero de 2008, la fecha de inicio de la gráfica, las cifras de desempleo juvenil de Grecia, Portugal e Italia superaban a las de España, pero el estallido de la recesión a partir del segundo semestre de ese año llevó al país a liderar la tasa de paro joven por primera vez en febrero de 2009, cuando alcanzó el 34,5%. Sin embargo, a partir de noviembre de 2010, el desplome de la economía griega devolvió al país heleno a la primera posición.
Esa situación se mantuvo hasta mayo de 2019, cuando el paro joven español superó al griego durante un mes, como sucedería de nuevo en abril de 2020, con la tasa de desempleo juvenil en el 38%. El sorpasso definitivo se produjo en septiembre, cuando España alcanzó un 42% mientras Grecia veía su paro joven caer más de 12 puntos en un solo mes para colocarse en un 38%. Desde entonces, el país heleno no ha vuelto a reportar datos laborales a Eurostat.