El presidente del Gobierno el martes reunirá a su Consejo de Ministros para inaugurar la temporada 2024-2025. Como es costumbre con Pedro Sánchez, cada nuevo curso es el del más difícil todavía. Puede que haya una crisis de gobierno, elecciones generales, tal vez una nueva espantada del presidente si el caso Begoña no se detiene. Por lo pronto, en este recomienzo Sánchez tiene delante un campo de seis minas.
1.- La «financiación singular» de Cataluña
El PSC pactó con ERC «impulsar un sistema de financiación singular que avance hacia la plena soberanía fiscal» a cambio de la investidura de Salvador Illa. Pero está por ver cómo piensa el presidente cumplirlo sin reformar la Ley orgánica de financiación de las comunidades autónomas, la LOFCA y Sánchez no tiene los 176 votos que necesitaría para modificarla. Ni siquiera cuenta con todos los de su coalición: Sumar está compuesto por los retales de partidos regionales de comunidades que se verían agraviadas –Compromís, Más Madrid, CHA…– y que no están dispuestos a pasar por ese aro. Hay quien opina que ese pacto es un brindis al sol, una engañifa de Pedro Sánchez a ERC que así evitaría su suicidio de una repetición electoral. De momento, el Ejecutivo va perdiendo claramente la batalla política de la financiación privilegiada para Cataluña. Y el PP no es el mayor de sus problemas, sino la situación intramuros del PSOE. El peaje a ERC ha provocado malestar, dudas y contradicciones en todas las federaciones socialistas.
2.- Los Presupuestos de 2025
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda señaló esta semana que tiene «muy avanzado» el borrador de las cuentas públicas de 2025. No obstante el Ejecutivo no presentará unos Presupuestos sin tener garantías de que serán aprobados: para eso prefiere prorrogar los de 2023 (que son los que están en vigor también en 2024). Junts es el principal escollo de Sánchez para aprobar las cuentas públicas. Pero tampoco hay que perder de vista a Podemos, con el que el Gobierno tendría que negociar cada sección de los Presupuestos. Y a ver qué pasa con ERC y sus amenazas. Lo cierto es que hace semanas que el Gobierno trabaja con la idea de prorrogar de nuevo las cuentas ante el endiablado otoño que se avecina, con los independentistas en pleno debate interno
3.- La inmigración irregular
Lo más urgente para el presidente es retomar la reforma de la ley de extranjería, que el Congreso tumbó en julio con los votos del PP y de Junts. Le guste o no, el presidente necesita pactar con los populares: los menores son competencia de las comunidades autónomas y la mayoría están en manos del PP, así que solo con la colaboración de los de Feijóo la reforma de la ley de extranjería podría llegar a buen puerto (y es lo más probable que pase).
4.- El caso Begoña
En el ámbito judicial, los tiempos los seguirá marcando Peinado, contra quien el líder del Ejecutivo se querelló en julio por prevaricación. Una querella que puede estallarle en las manos si el Tribunal Superior de Justicia de Madrid la archiva, como ya se barrunta en algunos cenáculos. En el político, el PP tiene pendiente de concretar (desde mayo) la citación de Sánchez para que comparezca en el Senado y dé las explicaciones que no dio en el Congreso. Políticamente, lo único que tiene a favor el presidente en este caso es la sumisión demostrada por sus socios al respecto de los negocios de su mujer.
5- El «plan de acción por la democracia» y las renovaciones de cargos.
El presidente ha abierto la caja de Pandora, porque Sumar, ERC, Bildu y compañía quieren mucho más que aumentar la transparencia de los medios de comunicación. Quieren, entre otras cosas, multas ejemplarizantes. Sánchez se ha comprometido a reformar la Ley orgánica de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen; la Ley orgánica reguladora del derecho de rectificación, la Ley de Publicidad y Comunicación Institucional y hasta la ley electoral. Además el Gobierno quiere zanjar cuanto antes la renovación del gobernador y la subgobernadora del Banco de España, para lo que busca un acuerdo con el PP. Si hay fumata blanca en el Banco de España, lo previsible es que también se produzca en la Comisión Nacional del Mercado de Valores y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.