LA MINISTRA DE TRABAJO ES TERRAPLANISTA: “DEMORAR LA JUBILACIÓN AUMENTA EL PARO JUVENIL”

Los datos no avalan esta teoría, conocida entre los economistas como “la falacia del mercado laboral”

 

El paro rozará el 20% este año. Los datos indican que esta crisis está afectando más a los trabajadores de menor edad. España lidera el desempleo juvenil en Europa con una tasa de casi el 40%. Con estas cifras, ¿tiene sentido que el Gobierno se plantee incentivar alargar la edad de jubilación? La respuesta parece obvia, a simple vista, podría parecer: “no, no tiene sentido, mejor ir haciendo hueco para los que no tienen empleo”.

 

Esa es la idea que ha defendido la ministra Yolanda Díaz. “”Incentivar la jubilación más allá de la edad legal, obviamente yo creo que entorpece la posibilidad de incorporar a los jóvenes”. En su argumentación, la titular de Trabajo ponía de ejemplo a las limpiadoras, albañiles y personal del comercio. “Si trabajan más allá de la edad de jubilación (este 2020 son 65 años y 10 meses) creo que no es el camino correcto”. La ministra abrió, hace ya un año, una especie de caja de Pandora en el mundo económico con

 

La teoría de Díaz parte de la premisa de que el empleo es como un juego de sillas fijas, donde uno se levanta (lo despiden o se jubila) y otra persona ocupa su lugar. Sin embargo, parece que esa idea no se corresponde muy bien con la realidad, según muchos expertos

 

Su colega en el consejo de ministros, José Luis Escrivá, le llevaba la contraria pocas horas después. “El análisis no valida ese diagnóstico con carácter general

 

UN MERCADO EN MOVIMIENTO

La idea de que el trabajo, de alguna manera, hay que repartirlo está muy arraigada en muchos trabajadores y la base del concepto es utilizada, curiosamente, desde espectros políticos totalmente opuestos. “Los partidos más de derechas lo usan para decir que los inmigrantes quitan trabajo a los nativos y los de más izquierda, que los mayores se los quitan a los jóvenes”, explica Ignacio Conde Ruiz. “Pero ambas ideas son erróneas. No hay una evidencia concluyente de que esto ocurra. Esta creencia tiene hasta un nombre propio: ‘la falacia del mercado laboral’”.

 

Los expertos son concluyentes sobre esa teoría; “Que venga una ministra de Trabajo a esgrimir la falacia de la tarta fija del empleo es una aberración”, sostiene José Antonio Herce, experto en pensiones. “Que nos enseñe los datos. Veamos si las empresas que despiden a mayores contratan a personas jóvenes. Se llevaría una sorpresa la ministra”, insiste Conde Ruiz. “Es como si el ministro de Ciencia se declarara terraplanista o el de Sanidad, antivacunas”, argumentaba Francisco Longo.

 

¿QUÉ DICEN LOS DATOS?

Es cierto que la situación de los jóvenes españoles en el mercado laboral ha empeorado bastante en los últimos años, sobre todo desde la crisis de 2008. Esto se puede medir por su nivel de desempleo o también por su tasa de participación en el mundo laboral. ¿Cuántos de todos los jóvenes que hay en España están empleados? ¿Y los más mayores?

La evolución de ambas curvas es divergente: si la tasa de participación de las personas entre 15 y 24 años era del 30% en el año 2000, casi el 40% en 2007, en 2018 rondaba por el 21%.

En el caso de los trabajadores entre 55 y 64 años, esa participación ha ido ganando peso: desde el 37% de inicios de siglo al 52% de 2018. ¿Avala esta tendencia la teoría de la ministra? “Correlación no implica causalidad”, es el mantra que se repite. Es decir, que una baje y la otra suba puede tener poca o ninguna relación.

 

LA CONEXIÓN PENSIONES 

Muchos países europeos han decidido subir la edad de jubilación para hacer más sostenibles las pensiones (y acompasarlas también a la mayor esperanza de vida). Es el caso de España, donde poco a poco se quiere llegar hasta los 67 años, en línea con Francia, Bélgica, Alemania o Italia. “A menudo se argumenta que este aumento en la edad de retiro generará más desempleo juvenil. Sin embargo, no hay evidencia empírica para esta afirmación”, aseguraba un estudio del año pasado publicado en Insititute of Labour Economics.  De hecho, esta investigación encontró justo un efecto contrario:

  • Que los países con más participación de los trabajadores mayores son también los que menos paro juvenil tienen.
  • Que el incremento de la edad de jubilación tiene un impacto positivo en los salarios de los jóvenes.
  • Que ambos grupos de edad son más bien complementarios, no sustitutivos.

 

La suposición de que existe un límite superior en el número de puestos de trabajo en una economía no tiene justificación teórica ni evidencia”, concluyen los autores del estudio. “De hecho, a medida que las economías se vuelven más complejas y crecen debido a la especialización, se crean puestos de trabajo adicionales.”

 

ENLACE AL ESTUDIO (en inglés)

DESPIDO CARO Y CONTRATO BARATO

En el imaginario colectivo existen casuísticas de personas que han sido despedidas con una determinada edad porque “eran muy caras” y han sido sustituidas por alguien más joven… o directamente no han sido reemplazadas (porque aquí entra también en juego el impacto de la tecnología en los empleos).

 

Los expertos no niegan que existan estos casos, lo que creen es que la idea no se puede generalizar a nivel agregado de la economía.  “Desgraciadamente yo veo casos así”, reconoce Herce. “Pero no somos sustitutivos… o no deberíamos. Si un trabajo lo puede hacer igual un trabajador mayor que uno joven, a ese empleo le quedan dos telediarios. Esa tarea repetitiva la terminará haciendo un robot. Una economía así no tiene futuro”. El Gobierno debería centrarse en romper en todo caso este “reparto de miseria”, insiste Herce.

 

EL EJEMPLO DE LA HISTORIA 

Pensar en los empleos como algo estático y no en continua evolución (aunque a veces pueda parecer lenta) no es nada nuevo. Ocurrió también cuando las mujeres empezaron a incorporarse al mercado laboral en el siglo XX. Entonces algunos vaticinaron que muchos hombres se quedarían sin su puesto: no habría para todos.

 

Nada de eso ocurrió. Lo que luego la evidencia demostró es que la llegada de dos sueldos a los hogares incrementó el poder adquisitivo de las familias, lo que se tradujo en una demanda de otros bienes y servicios que, a su vez, generaron más y nuevos puestos de trabajo.

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