LA INFLACIÓN
Una de las funciones de los precios es permitir a los compradores indicar la cantidad de producto que desean o pueden comprar según el precio del mercado y a los empresarios les permite determinar la cantidad de producto que desean vender a cada precio.
La inflación es un aumento generalizado de precios durante un periodo determinado de tiempo. Cuando oímos que hay inflación significa que los precios han subido o se han «inflado», de ahí su nombre.
Esta subida de precios se puede producir por varias razones, fundamentalmente:
- La inflación por demanda: Aparece cuando aumenta la demanda de un producto y la oferta no es capaz de hacer frente a esa demanda, por lo que suben los precios. Es decir, el consumidor demanda masivamente un producto y se produce una especie de subasta que hace subir su precio en el mercado.
- La inflación por costes: Se produce cuando aumentan los costes de producción porque aumentan los precios de las materias primas y/o de la mano de obra lo cual provoca que los productores suban el precio final del producto para compensar dicha subida de costes y mantener los beneficios de los productores
Un indicador aproximado de la inflación es el índice de precios del consumo (IPC), que está compuesto por la variación de los precios desde alimentos, ropa, medicinas hasta comunicaciones, transporte, vivienda y ocio. Este índice se utiliza para medir el impacto de las variaciones en los precios en el aumento de coste de vida. Para ello selecciona productos concretos, que se asemejan al consumo de una familia, como pueden ser determinados comestibles, calzado y textil, carburantes, transportes y otros servicios. Son productos que se adquieren de manera habitual y que suponen el principal desembolso de las familias en su consumo. Así pues, el IPC mide los cambios en los precios de esta cesta cerrada de productos y servicios.
Una vez recopilada la información realiza un seguimiento de sus precios durante un tiempo delimitado y concreto, que suele ser mensual, trimestral y anual.
La inflación es fundamental para que el dinero circule y haya transmisión de bienes en una economía. Es el engranaje del capitalismo pues provoca que la gente prefiera consumir ahora en vez de más tarde, porque entonces los precios serán más caros.
Sin embargo produce una pérdida de poder adquisitivo pues si la subida de los salarios no es por lo menos igual a la subida que hay en los precios, el poder adquisitivo bajará. Además, disminuye el ahorro pues el dinero ahorrado pierde valor. También reduce el valor de las deudas pues aunque la deuda nominal sigue siendo la misma que antes, el valor real de la misma será menor que antes de que subieran los precios.
La inflación subyacente pretende reflejar mejor la subida de precios excluyendo del índice de precios al consumo (IPC) los componentes más volátiles y que pueden desvirtuar con su comportamiento errático la inflación de los productos de consumo, se eliminan los componentes energéticos (gasolina, electricidad, gas…).y los alimentos no elaborados (frutas, verduras…).
EL ACUERDO PARA EL EMPLEO Y LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA (AENC)
El dato adelantado este lunes por el Instituto Nacional de Estadística (INE) encendía todas las alarmas pues la tasa anual del Índice de Precios de Consumo (IPC) se disparó de golpe en febrero hasta el 7,4%, su tasa más alta en 33 años, concretamente desde julio de 1989, debido a las subidas generalizadas en la mayoría de sus componentes, entre las que destacan las de los alimentos y bebidas no alcohólicas y los carburantes, así como el comportamiento de los precios de la electricidad.
El acelerón responde en buena medida al efecto base, ya que en febrero de 2021 los precios se desplomaron tras la borrasca Filomena, pero viene acompañado de un incremento de la inflación subyacente (que excluye los elementos más volátiles de la cesta de la compra, como la energía y los alimentos) y se produce en mitad del grave conflicto entre Rusia y Ucrania, que amenaza con mantener la tensión inflacionista por las sanciones y el alza de la energía.
Las organizaciones sindicales reaccionaron de inmediato a los alarmantes datos de Estadística. El secretario general de CCOO, Unai Sordo, instó al Gobierno a interceder para rebajar los precios energéticos y pidió a las empresas que se “corresponsabilicen” con una contención de sus beneficios y dividendos. Y calentando la negociación pendiente con la CEOE, con quien se sentarán, junto a la UGT, el próximo 3 de marzo, abogó por que los acuerdos en los convenios colectivos garanticen el mantenimiento del poder adquisitivo para el plazo de los dos o tres próximos años, recuperando las cláusulas de revisión salarial en la generalidad de los convenios, de manera que los trabajadores tengan la certeza de que sus sueldos no van a perder poder de compra ante el descontrol de la inflación.
Y lo mismo desde UGT, que denunció que el incremento continuo del nivel general de precios está configurando un escenario muy preocupante para la clase trabajadora porque las retribuciones salariales no están creciendo al mismo ritmo. El vicesecretario general de Política Sindical, Mariano Hoya, recordó que las previsiones de inflación para 2022 se situaban ya en algunos casos por encima del 4% antes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia y avisó de que, aunque aún es pronto para prever posibles impactos, esta circunstancia configura un escenario poco alentador para el devenir de las relaciones económicas internacionales. Y en este sentido, se alineó con CCOO en reclamar la necesidad de que los convenios incorporen aumentos salariales por encima de la previsión de inflación y que introduzcan, a su vez, cláusulas de revisión salarial que vinculen las retribuciones al IPC y que eviten, por tanto, la pérdida de poder adquisitivo en caso de que el nivel de precios se incremente más de lo establecido en convenio. En definitiva, desde ambas organizaciones sindicales avanzan que la recuperación de las cláusulas de revisión salarial será una línea roja en la inminente negociación del AENC.
Esto eleva la presión a la patronal, que viene defendiendo que el núcleo de la inflación registra tasas contenidas, reflejando el control de precios que todavía permanece en algunos sectores de la economía que no han repercutido el aumento de costes de producción en los precios finales de bienes y servicios, lo que implica una reducción significativa de los márgenes empresariales en estos sectores en un momento delicado para muchos de ellos tras meses de crisis y restricciones a la actividad. Pero con la subyacente en el 3%, este argumento se le complica a la patronal, que aun así insiste en la necesidad de evitar un escenario en el que los aumentos de los precios y salarios se retroalimenten entre sí, para no producir efectos de segunda ronda que deriven en una espiral inflacionista.
Lo cierto es que la fuerte escalada inflacionista ya se ha dejado sentir en la negociación salarial. Los registros de convenios colectivos del pasado mes de enero muestran que el incremento salarial medio era del 2%, lo que supone un inusual aumento de medio punto en un solo mes. El motivo no es otro que el impacto de las actualizaciones salariales después de que el IPC aumentara en diciembre un 6,5% interanual y avanzara un 3,1% de media en 2021. El rally de precios se intensificó en la recta final del año y muchos de los trabajadores que negociaron entonces sus condiciones laborales incluyeron en sus convenios cláusulas de garantía salarial, que compensan la totalidad o parte de la subida del IPC para evitar pérdidas de poder adquisitivo.
El anterior AENC, que estuvo vigente entre 2018 y 2020, ya incorporó como recomendación que los convenios colectivos podrían establecer mecanismos de revisión salarial, pero en aquel momento la inflación no suponía un problema, porque se mantenía en niveles controlados. De hecho, este tipo de cláusulas, que fueron generalizadas antes del estallido de la crisis financiera, cuando cubrían prácticamente al 70% de los trabajadores protegidos por convenios colectivos, cayeron en desuso y cerraron 2021 en mínimos, con apenas un 15% de trabajadores afectados. Si bien a principios de este año este paraguas contra el IPC ha empezado a extenderse en los convenios negociados en las empresas, los sindicatos exigen que se incorpore como garantía formal en el AENC. Pero la CEOE lo rechaza de plano y se apoya en organismos como el Banco de España, que se ha mostrado en contra de aumentos generalizados y excesivos de los sueldos y a favor de ligar las subidas a la productividad y la demanda empresarial a nivel individual.
Fuente: La Informacion