La ‘fecha de caducidad’ media de los empleos sube a 237 días, aunque el 55% no llega al mes

Los datos muestran una mejora tras la reforma laboral que no evita la volatilidad 

Los empleos de los jóvenes con menor cualificación son los más castigados

¿Cuánto dura un trabajo en España? Esta es una de las preguntas clave que muchos analistas se hacen desde la entrada en vigor de la reforma laboral. Ante las dudas acerca de la intensidad con la que se ha reducido la volatilidad del mercado laboral, el Gobierno esgrime los datos de las bajas de afiliación, que apuntan a que la ‘fecha de caducidad’ de los empleos se ha elevado en más de 40 días respecto a 2019, hasta los 237 días de media. Aunque eso sí, más de la mitad, un 55,3%, no supera el mes.

Esta aparente paradoja se explica por la polarización del mercado laboral que confirman otras fuentes estadísticas: unos trabajadores acumulan carreras de muy larga duración en el mismo puesto (algunos hasta que se jubilan) y elevan la duración media en días de los empleos. Mientras, el resto se ven arrastrados en una volatilidad que se concentra en las ocupaciones de menor cualificación y evoluciona de manera inversa a la edad, castigando más a los más jóvenes. Aun así, los datos también muestran en este aspecto una mejora respecto a la previa a la reforma laboral: las bajas que se producen antes de un mes han reducido su peso del 60,2% al mencionado 55,3%%.

Estos datos, procedentes del Anuario de Estadísticas Laborales de 2023 que publica el Ministerio de Trabajo permiten confirmar un argumento recurrente en las ruedas de paro y afiliación: que el tiempo que transcurre entre el alta y baja a la Seguridad Social de un empleo ha aumentado con el cambio legal. Un indicador más claro que, por ejemplo, la duración de los contratos que recoge el SEPE, que se limita a los trabajos temporales de duración determinada en el momento de la firma, dejando fuera a los indefinidos.

Los datos que recoge el Anuario, por el contrario, analizan cuánto tiempo pasa desde que se empieza en un puesto de trabajo hasta que se produce la baja, con independencia del tipo de contrato. Aunque también presentan matices importantes a considerar.

En primer lugar, se enmarcan en la elevada volatilidad que caracteriza a la afiliación en España, Así, en todo 2023 se produjeron 22,5 millones de altas y otros 22 millones de bajas en el Régimen General de la Seguridad Social, donde cotizan la mayoría de los asalariados, y que registró 16,5 millones de afilados medios.

Esto hace que, por ejemplo, los datos de 2020 y 2021 no sean comparables, ya que están distorsionados por el parón de la actividad y, sobre todo, el efecto de los ERTEs. Así, en 2020 la caducidad media estaba en 259 días y en 2021 en 247. Si comparáramos estos datos con los posteriores a la reforma hablaríamos de caída, pero es que se produjeron menos contrataciones (altas) y, en consecuencia, menos bajas.

No es la primera vez que las circunstancias distorsionan esta estadística. La serie histórica de bajas del Anuario se remonta a 2002, pero los datos comparables de baja de afiliación solo llegan a 2017. La razón es la integración de regímenes de la Seguridad Social en el Régimen General, que en 2012 provocó un incremento sustancial de las altas y bajas y, con ello, de los días, pero este efecto no reflejaba correctamente el impacto de factores como la crisis financiera o la reforma laboral de 2012.

Pero lo ocurrido en 2023 tiene un matiz muy diferente. Sigue habiendo menos bajas que antes de la pandemia, pero esto ya no es achacable a la crisis sanitaria ni a ajustes estadísticos. Así que habrá que hay que mirar al impacto de la nueva reforma como causa directa de la reducción de la volatilidad de los empleos y el incremento de la duración media en días, que en 2019 estaban en 189 días.

 

Así pues, comparando el panorama de 2017, 2018 y 2019 (y teniendo en cuenta la salvedad de 2020 y 2021) se aprecia una mejora sustancial de la fecha de caducidad media de los empleos. Ahora bien, ¿significa que son más estables?

Una volatilidad enquistada

Los datos del Anuario no discriminan si el asalariado es temporal o indefinido, pero tampoco el motivo de la baja. Este puede incluir desde una jubilación a un despido o una dimisión o el pase a la inactividad de un fijo discontinuo, pasando por casos como los de un traslado entres centros de producción de la misma empresa.

Eso sí, basta con echar un vistazo a las estadísticas de las causas de bajas de afiliación para ver que el 84,9% son consideradas como una ‘extinción de empleo’ y no un retiro. A saber: el fin de un contrato temporal (41,4%), el pase a la inactividad de un fijo discontinuo (20%), una dimisión (13,6%), una baja ‘no voluntaria’ (una categoría ‘cajón desastre’ que incluye ceses por casos en casos en lo que la empresa cierra, el empleador muere o se jubila y otros supuestos, que suman el 9,4%), los despidos (5%) o las bajas por no superar el periodo de prueba (4,9%).

Teniendo esto en cuenta, se aprecia que la polarización del mercado laboral se mantiene con fuerza. El 55% de las bajas se produce antes de cumplir un mes, pero solo un 11% en los trabajos con más de 2 años de vida, es decir, firmados después de la reforma laboral.

 

Sin embargo, este descenso de cinco puntos porcentuales de los contratos de menos de un mes en las bajas es muy inferior al registrado en el descenso de los asalariados con contratos temporales en la afiliación media, que ronda los 17 puntos. ¿Cómo se explica este nivel de volatilidad si no es por el tipo de contrato? El Anuario permite analizar dos variables relevantes: la edad de los trabajadores y el tipo de empleo. Y apunta a una polarización estructural de la calidad de los puestos de trabajo asalariados.

La edad y la cualificación cuentan

La duración media de los empleos que finalizaron en 2023 oscila entre los 37 días de los menores de 19 años, que suponen el 5% del total de bajas, a los 2.129 de los mayores de 65 años (seguramente jubilados), que apenas llegan al 0,1% del total. De hecho, el 71% de las bajas se concentra en menores de 45 años, aunque suponen el 53% de los afiliados medios.

Si analizamos el peso proporcional de las bajas que se producen antes de menos de un mes por cada franja de edad, se pude concluir que los empleos más precarios golpean a los más jóvenes. Pero también superan más de la mitad en el resto de grupos de edad salvo entre los mayores de 60 años.

En cualquier caso, si comparamos con los datos de 21029, la mejora más intensa se produce entre los mayores de 25 que entre los más jóvenes, cuya reducción es más moderada.

 

Por otro lado, se aprecia una clara polarización de los empleos: los de mayor categoría profesional (ingenieros y licenciados) tiene un porcentaje de bajas en menos de un mes inferior a la mitad del resto. Eso sí, la cualificación no es garantía de mejor empleo. La prueba de esto está en los jefes administrativos o de taller, profesionales que necesitan una formación de grado o FP pero que registran un 83% de bajas inferior a un mes, la más elevada.

Fuente: El Economista La ‘fecha de caducidad’ media de los empleos sube a 237 días, aunque el 55% no llega al mes (eleconomista.es)

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