La falaz pregunta sobre si estás de acuerdo con que se suban las pensiones

El ratio de déficit quiere decir que el Gobierno gasta un 12% más de lo que está ingresando 

Como cada fin de año el Gobierno de turno anuncia cuáles serán las pensiones para el año siguiente. La subida ya está anunciada y es de un 4%, en línea con la inflación proyectada del año. Nos enfrentamos a un dilema falaz: si estamos de acuerdo o no con esta subida. Digo que es falaz porque todos estamos de acuerdo en que aumenten las pensiones cuanto más mejor, igual que también queremos que suban nuestros salarios, las acciones de nuestra cartera de valores o nuestras inversiones inmobiliarias si las tenemos. Si preguntamos si estamos a favor o en contra de tener mejores hospitales, más centros educativos o más ayudas contra la dependencia, la respuesta es siempre la misma como no puede ser de otra forma. Por tanto, la cuestión no es esta.

 

Desde septiembre de 2022 la deuda ha continuado aumentando y el incremento de las pensiones podría agravar esta situación si no se implementan medidas de ajuste. Se prevé que España cierre 2023 con un déficit del 3,9% del PIB, y las proyecciones económicas indican que en 2024 y 2025 los déficits serán del 3,25% y 3% respectivamente. Eso significa que ya sabemos y aceptamos la necesidad de endeudarnos en 84.000 millones de euros adicionales, incrementando así la deuda pública. Para evaluar adecuadamente la magnitud de estos números es importante considerar la ratio de déficit respecto a ingresos, que se estima en un 12% anual. Ello quiere decir que gastamos un 12% más de lo que ingresamos de manera recurrente. No me imagino a ninguna familia o empresa en la actualidad que pueda asumir para los próximos tres años un escenario en el que, para «sobrevivir», se tenga que endeudar en estos porcentajes. Eso es literalmente inviable y muy poco responsable.

El Estado juega con ciertas ventajas, como sabemos, porque puede aumentar sus ingresos de un día para otro aplicando tasas o impuestos, lo cual le permite tener una flexibilidad que el resto no tiene. Y reconozco que mis comentarios pueden parecer repetitivos y de poca relevancia, sin embargo, el problema radica en la tendencia gradual del país hacia una situación difícil de revertir, como lo demostró la crisis de 2012.

Para incrementar el gasto en pensiones en un Estado que no ha registrado superávit público desde 2007, y que en los últimos años siempre ha tenido déficits, es imprescindible aumentar los ingresos o disminuir otros gastos. Actualmente, los gastos del Estado están creciendo gradualmente debido a los costos financieros de la deuda existente, que ya representan un 8% de los ingresos y siguen aumentando por la subida de los tipos de interés. Esta situación hace que la nueva deuda genere más intereses que la anterior, mientras los ingresos, estrechamente vinculados a los impuestos, también se ven afectados. Sí, esa es otra opción: subir los impuestos para pagar las pensiones; pero si estos ya son altos ¿qué hacemos? Nadie está dispuesto a pagar más impuestos.

Por lo tanto, la única opción viable es estimular un aumento de la actividad económica, aunque este enfoque sea considerablemente más lento. La actual situación política en España ha vuelto a colocar este asunto en el foco de la comunidad internacional. Ocurre que periódicamente surgen eventos que pueden soslayar este término y entonces, quien invierte a largo plazo, es consciente de que tarde o temprano tendrá que asumir «vaivenes y sustos». Algunos inversores optan por evitar estos riesgos y, dado que existen alternativas, deciden retirar sus inversiones e irse a otro país. Este comportamiento resalta la importancia de un entorno estable y predecible para atraer y retener inversiones extranjeras, cruciales para el fomento de la actividad económica.

Hace unos días se ha publicado una noticia que analizaba las razones detrás del éxito de un país como Suiza. Varios ejecutivos, tras visitar empresas y centros de investigación suizos, compartieron sus observaciones. Coincidieron en que la significativa inversión en investigación y desarrollo por parte de las empresas suizas es un factor clave en el desarrollo y competitividad de un país eminentemente exportador, donde el fortalecimiento del franco suizo representa un desafío adicional. En contraste, España invierte menos del 1,25% de su PIB en I+D+i, alcanzando un total de 17.000 millones de euros. Para ponerlo en perspectiva, la farmacéutica Novartis gasta 9.500 millones de euros anuales en I+D+i, casi la mitad de lo que invierte toda España. No estoy sugiriendo que se congelen las pensiones para aumentar la inversión en I+D+i, pero sí es necesario que las finanzas públicas sean manejadas con mayor rigor para que cierto gasto más a largo plazo se pueda realizar. De lo contrario, los primeros recortes afectarán a aquellos sectores percibidos como menos productivos a corto plazo.

Es evidente que las pensiones, al igual que los salarios y las inversiones, necesitan aumentar. Pero también es esencial cuestionarnos cómo se financiarán estos incrementos. La clave está en equilibrar las necesidades inmediatas con las inversiones a largo plazo que asegurarán un crecimiento sostenible y competitividad a nivel global.

Fuente: El Economista

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