LA EDAD DE JUBILACIÓN REAL EN LA UNIÓN EUROPEA

La edad de jubilación efectiva en la UE es habitualmente más baja que la que marca la legislación

En España en 2023 la edad oficial de jubilación es de 66 años y 4 meses salvo que se haya cotizado al menos 37 años y 9 meses que entonces es de 65 años. Sin embargo la realidad es bien diferente, y la edad media de jubilación efectiva es varios años más baja. Diferencias por género en los años de cotización, jubilaciones anticipadas para funcionarios públicos, trabajos considerados peligrosos (como los mineros, policías, discapacidades,…) que reducen las edades medias de jubilación de España y el resto de Europa. Por toda la Unión Europea la edad media de jubilación real es varios años más baja que la que marca la legislación.

 

Italia y Países Bajos tienen las edades de jubilación medias más elevadas del espacio comunitario, con 65,8 años, aunque existen diferencias entre ambos países: mientras que en Países ajos quienes se jubilan a los 65,8 años son los hombres, en el país transalpino son las mujeres, con una considerable brecha de género que muestra la complejidad social dentro de cada país de la UE. Por su parte, Luxemburgo es el país con una edad de jubilación media más baja, tanto para hombres como para mujeres.

 

En general, la edad media de jubilación es más alta en hombres que en mujeres, aunque en un puñado de países (Bélgica, Letonia, o Italia) sucede al revés. Estas diferencias esconden brechas sociales dentro de cada país comunitario. Las diferencias en el mercado laboral, y la interrupción que en muchos casos supone el embarazo y la maternidad en la carrera profesional de las mujeres, dificultan su acceso a la jubilación (con carreras laborales más cortas) en iguales condiciones que los hombres. Por esta razón, muchos países optan por establecer una cantidad de años de cotización necesarios para la jubilación más bajo para las mujeres que para hombres, pero no todos los países lo hacen.

 

Pese a esto, la esperanza de vida en mujeres es por razones biológicas y sociológicas más elevada que la de los hombres, y no todos los países han aprobado leyes similares, que tienen un inmenso impacto en el gasto en pensiones al jubilarse antes y vivir más años. Aunque estas no son las únicas razones que llevan a las diferencias en la edad de jubilación entre los países miembros de la Unión Europea.

 

La mayores diferencias entre hombres y mujeres se dan en España, donde las mujeres se jubilan casi 10 meses después que los hombres, y Polonia, donde los hombres deben esperar más de 3 años para retirarse respecto a las mujeres. Pero también hay importantes diferencias intercomunitarias: la edad real de jubilación en Luxemburgo es unos cinco años inferior a la italiana, los países con las edades de jubilación más bajas y altas respectivamente. En general, los países más occidentales (incluyendo a los nórdicos), con estados del bienestar más consolidados y pensiones más altas, son los que tienen edades de jubilación más elevadas, mientras que los países del este, del antiguo bloque soviético con pensiones mucho más bajas tienen edades de jubilación más tempranas.

 

países como Austria y Francia, donde la movilización social ha impedido elevar la edad de jubilación pese a lo insostenible de sus sistemas de pensiones. En el caso francés, eso sí, es posible que en los próximos meses esto esté cerca de acabar.

 

El gasto en pensiones en la Unión Europea

Los gobiernos de la Unión Europea gastan de media un 9,5% de su PIB en las pensiones de sus ciudadanos, 0,6 puntos más que en 2010

En la actualidad uno de los grandes restos a los que se enfrentan los gobiernos de la Unión Europea, que dedican de media un 9,5% de su PIB a pagar las pensiones de sus ciudadanos, 0,6 puntos porcentuales más que en 2010.

Y es que a medida que la población europea siga envejeciendo el gasto en pensiones se multiplicará, especialmente cuando la generación del Baby Boom, la más numerosa, vaya alcanzando la edad de jubilación, lo que supondrá una inmensa presión para las generaciones posteriores, numéricamente mucho menos nutridas y con un poder adquisitivo congelado respecto al de sus predecesores. Precisamente, Europa y Japón, son el epicentro de este cambio demográfico que transformará las sociedades y sus sistemas económicos.

 

En la actualidad, seis países de la Unión Europea dedican más de un 10% de su PIB a las pensiones, entre los que sobresale Grecia, donde el gasto alcanza en 13,2% del producto interior bruto. En general los países de la Unión Europea han ido incrementado el gasto en pensiones en la última década, un periodo en el aumento del coste de las pensiones ha sido superior al crecimiento del PIB debido al rápido envejecimiento de la población y a los fuertes vaivenes económicos.

 

Los países del Este han experimentado rápidos crecimientos económicos, mientras que los más ricos occidentales han crecido mucho más lentamente. El resultado es que los países bálticos, Hungría, Rumanía y Bulgaria, pero también Malta e Irlanda, cuyas economías han crecido mucho en la última década, han reducido el peso de las pensiones en su PIB, y no porque su población se haya rejuvenecido, mientras que en el conjunto de la UE las pensiones han seguido aumentado su peso.

 

Los países donde más ha aumentado el porcentaje de PIB dedicado al pago de las pensiones en la Unión Europea son Finlandia (+2,4 puntos porcentuales), Grecia (+2), España (+1,9) y Chipre (+1,8). El aumento de los gastos sociales debido al envejecimiento ha llevado a diversos experimentos, como el de la renta básica universal en Finlandia, finalmente fallida.

 

La complicada situación demográfica de Europa ha llevado a los gobiernos comunitarios a preguntarse cómo pueden mantener los sistemas de pensiones, y no todos son igual de sostenibles. En la UE destacan los modelos de Dinamarca, Países Bajos, Suecia y Finlandia por su sostenibilidad a largo plazo. En el lado opuesto se encuentran los modelos de Italia, Austria (pese a su archiconocida mochila austriaca de las pensiones) y España.

 

Las altas pensiones cotizadas por la generación del Baby Boom son ahora un reto para las generaciones posteriores que tienen que pagarlas con menos efectivos demográficos y sueldos más bajos. Se calcula que las pensiones alcanzarán su máximo para 2025, y desde ahí, inevitablemente, tendrán que descender.

 

La sostenibilidad de cada sistema de pensiones

La mayoría de países tienen un sistema de pensiones poco sostenible. Solo unos pocos han logrado ese objetivo, a menudo con un sistema mixto público-privado

Entre 2015 y 2050, el número de personas con más de 60 años pasará de 900 millones a 2000 millones en todo el mundo, lo que va a provocar que la creciente carga de las pensiones públicas sea soportada por un número cada vez menor de trabajadores. Ante tal panorama, algunos Gobiernos han empezado a replantear su sistema de pensiones para evitar que el modelo quiebre en un futuro no muy lejano.

 

En este contexto, el Melbourne Mercer Global Pension Index publica un estudio que compara los sistemas de 34 países del mundo y los puntúa en función de su adecuación —nivel de beneficios— y sostenibilidad. Según este análisis, los países europeos son los que mayores beneficios otorgan a sus pensionistas —retribuciones que incluyen a personas jubiladas, viudas e incapacitadas—, pero la sostenibilidad de sus esquemas es muy dispar. Por un lado, Italia, Austria y España muestran claros síntomas de agotamiento y el colapso de sus sistemas ya es una probabilidad clara. Por el contrario, Dinamarca y Países Bajos han conseguido encontrar un gran equilibrio entre adecuación y sostenibilidad. Estos países, al igual que otros Estados bien posicionados en el Melbourne Mercer Global Pension Index, como Finlandia o Australia, apuestan por modelos mixtos en los que las pensiones públicas son complementadas mediante planes de ahorro individual. Para evitar aumentar la presión sobre los bolsillos de los trabajadores, estos sistemas suelen requerir aportaciones de los empleadores. Pero estos casos son en realidad excepciones. La mayoría de países aún no ha conseguido adaptarse al inexorable envejecimiento de su población y sus pensionistas están llamados a ver reducido su nivel adquisitivo. Junto con la insostenibilidad de los sistemas, otras regiones como América Latina o Asia siguen luchando contra el bajo nivel de ingresos de sus pensiones, que apenas aseguran una vida digna a sus jubilados

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