Fedea pide que los fijos-discontinuos inactivos cobren una compensación económica de la empresa

Advierten de “tensiones” en el mercado laboral por la escasez de vacantes en determinadas actividades

La recuperación del mercado laboral continuó en 2022. Pese a que la tasa de paro repuntó hasta el 12,9% a finales del año pasado, desde el Observatorio Trimestral del Mercado de Trabajo —publicado este miércoles por el Instituto EY-Sagardoy, BBVA Research y la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea)— lo achacan a “causas estacionales”. El responsable de análisis económico del BBVA Research, Rafael Doménech, consideró que el sistema laboral ha mostrado “más resistencia de la esperada”. El desempleo de larga duración también mejora y se mantiene por debajo de los registros de 2019. Los investigadores sugieren, no obstante, que debería haber una mayor protección para los trabajadores fijos discontinuos en periodos de inactividad.

El punto negativo lo pone el dato de lo que Fedea denomina “paro efectivo” —que suma al paro registrado los demandantes de empleo con relación laboral— que se situó al cierre de 2022 en 3,56 millones, tras incrementarse en casi 400.000 personas en el segundo semestre del año pasado. Por otro lado, el informe apunta que las tasas de permanencia en la empresa de trabajadores con contrato indefinido y antigüedad inferior a un año también se reducen. El documento señala que “descienden hasta alcanzar valores más cercanos a los de los años posteriores a la Gran Recesión”, aunque no especifica si se trata de abandonos voluntarios o despidos. El investigador asociado de Fedea, Florentino Felgueroso, ha afirmado que los buenos datos del mercado y la caída en la temporalidad “no quiere decir que se haya reducido la precariedad”.

La tasa de temporalidad en el mercado de trabajo español se reduce hasta el 17,9%, su mínimo en los últimos 35 años. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), el porcentaje de trabajadores que tienen contratos temporales fue 7,5 puntos porcentuales inferior a la registrada en 2021 y 8,8 puntos inferior a la de 2019. La temporalidad es uno de los principales problemas que pretendía atajar la reforma laboral aprobada en 2021, pero el Observatorio advierte que aunque los contratos fijos discontinuos aumentan significativamente, las afiliaciones a la Seguridad Social permanecen constantes: “Desde mayo hasta ahora, la afiliación fija discontinua no ha variado prácticamente, a pesar de que se han registrado más de 2 millones de contratos nuevos”.

A los trabajadores que poseen este tipo de contratos se los considera afiliados en alta en la Seguridad Social mientras están en periodos de actividad, cuándo pasan a estar inactivos o en espera de llamamiento, se consideran de baja en el fichero de afiliación. Lo que argumentan desde Fedea es que las afiliaciones a la Seguridad Social no están aumentando en la misma proporción que las cifras de contratación, por lo que “este fenómeno se debe a las elevadas tasas de baja de los fijos discontinuos”, apuntan.

Florentino Felgueroso ha argumentado que los fijos discontinuos representan “el eslabón más débil” del mercado de trabajo y ha recordado que en otros países como Francia la empresa abona una compensación económica a los trabajadores intermitentes y estacionales a los que manda a la inactividad. En la misma línea, el investigador de Fedea, Marcel Jansen, cree conveniente que las empresas asuman cierto coste por sus fijos discontinuos cuando estén inactivos. “Convendría que las empresas asuman una parte y que el coste no sea sólo para la sociedad”, apuntó.

Menos horas trabajadas

Según Fedea, si bien las horas semanales trabajadas aumentaron en el último trimestre de 2022, las totales volvieron a caer y se quedan por debajo del nivel prepandemia. Además, los puestos de trabajo y las horas trabajadas son las dos únicas variables del mercado laboral que no han recuperado niveles de 2019. En este sentido, Rafael Doménech ha apuntado que “a medida que aumenta la productividad van disminuyendo el numero de horas trabajadas por empleado”, debido a la mejora en las condiciones de vida y el aumento del tiempo requerido de ocio.

El informe también señala que el envejecimiento de la población activa puede explicar este fenómeno de desajuste entre la evolución positiva del empleo y la disminución de horas trabajadas. Según los datos, a partir de 2020 se muestra un aumento del número de personas que no han trabajado por enfermedad o incapacidad, siendo las personas entre 60 y 64 años los que más incidencia han tenido.

Finalmente, otro de los aspectos que recoge el documento es el desajuste entre desempleo y vacantes. El informe señala que existen “dificultades crecientes para realizar emparejamientos laborales”, lo que se traduce en problemas para cubrir puestos de trabajo en algunos sectores y también en presiones salariales que afectan especialmente a las ramas laborales con más carencias como el sector servicios y la sanidad.

Fuente: El Pais

 

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