Pedro Sánchez es la puesta en práctica, uso y abuso de todo aquello que Zapatero solo se atrevía insinuar
Es un debate que está en la calle y no conviene evitarlo. Como ocurre con el coronavirus, antes o después nos va a alcanzar, así que es preferible que lo hagamos con las vacunas puestas y la memoria ejercitada, porque la pregunta no es fácil: ¿Es peor Sánchez que Zapatero?
En el deporte en general se dice al comparar a deportistas de diferentes épocas que «el mejor siempre es el último». La clave en política está en definir qué es mejor, qué es peor y en qué contexto operó cada uno y qué es más nocivo si Zapatero que ideó el blanqueamiento del terrorismo y el entendimiento con aquellos que defienden la disolución de España o Sánchez que lo puesto en práctica indultando a los separatistas catalanes sentenciados por el Tribunal Supremo y aprobando la Ley de Memoria Democrática según el dictado de los filoetarras.
Zapatero, el padre espiritual del sanchismo, fue el artífice de la obra de demolición del Estado, del resentimiento identitario, y del cordón sanitario a la derecha firmado ante notario (el Pacto del Tinell). El presidente por accidente que llegó a gobernar España aprovechando la conmoción del 11-M, alimentó la víbora del separatismo, se entregó al pacifismo de las pistolas de Otegi, y arrastró al PSOE a una ciénaga en la que sigue (con el exiguo paréntesis de la gestora de Javier Fernández)
Sánchez piensa, con Maquiavelo, que «el vulgo se deja seducir por las apariencias, y en el mundo no hay más que vulgo«. Fijándonos en la historia, para que el PSOE pierda con claridad en las urnas en unas generales (en autonómicas va acumulando desastres uno tras otro), una mayoría de votantes debe percibir que la situación económica es claramente mala. El presidente lo sabe, pero está claro que adora el poder, aunque sus seguidores lo llaman “capacidad de resiliencia” y no ambición desmedida
Realmente, las similitudes son numerosas incluso en detalles casi anecdóticos. En el año 2008, cuando vinieron mal dadas, Zapatero ofreció una devolución de 400 euros a 13 millones, de contribuyentes en caso de ser reelegido. Después, una vez ganados los comicios, su ministro Miguel Sebastián repartió 22 millones de bombillas de bajo consumo para reducir la factura de la luz, y cuando la legislatura agonizaba, el propio Sebastián renunció a la corbata alegando motivos de ahorro energético.
Han pasado 14 años y ahora tenemos a un ministro, Miquel Iceta, que va a regalar 400 euros en cultura y entretenimiento a todos los jóvenes que cumplan 18 años en 2022, para que cuando llegue 2023 y la hora de votar se acuerden de quién les compró el regalito. El paripé de la corbata se lo han dejado esta vez el propio presidente porque, parece ser que se ha dado cuenta que ya nadie cree en sus palabras y ha optado por pasar “de las palabras a los hechos».
La historia dirá quién fue mejor y quién peor, y seguramente no habrá consenso. En cuatro años a Pedro Sánchez le ha dado tiempo a llevar al extremo todo aquello que Zapatero solo se atrevía a insinuar pero para muchos siempre será peor quien abrió camino en todo aquello que hoy nos lastima, pero otros opinan que Sánchez ha hecho bueno al propio Zapatero (¡lo que también tiene su mérito!).
Está claro que Sánchez desaparecerá algún día, pero los estragos de sus políticas van a perdurar y todo indica que su sucesor del nuevo Partido Sanchista (que ya no es ni obrero ni español, pues el PSOE ya se hizo el haraquiri tras elevar a Sánchez a sus altares tras expulsarle anteriormente por su ignominia) muy probablemente hará bueno a Sánchez
¡¡¡ Y ASÍ “HASTA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ !!!
