La pregunta correcta no es a quién culpar, sino qué soluciones concretas —técnicas, regulatorias y de inversión— van a poner en marcha nuestros dirigentes para que el próximo pico solar o la próxima racha de viento no desconecten al país.
Es difícil imaginar una manera más estúpida o más peligrosa de tomar decisiones que poniéndolas en manos de personas que no pagarán ningún precio si se equivocan.
El lunes 28 de abril, a eso de las 12:33h, la red eléctrica ibérica se desplomó en apenas cinco segundos: una violenta oscilación fulminó 15 GW de generación —el 60 % de la demanda española de ese instante—y desató el mayor apagón que recuerde la península.
Antes que nada comentar que todavía se están investigando las causas, pero parece haber cierto consenso entre la mayoría de expertos que el fallo fue debido a las energías renovables. Incluso un informe de la propia REDEIA elaborado hace unas semanas, ya anticipaba dicha posibilidad.
El corte paralizó trenes, hospitales y telecomunicaciones y dejó a unos 55 millones de personas sin luz entre seis y ocho horas, y en ciertos puntos la falta de luz superó las diez horas antes de que el sistema empezara a recuperarse.
Pero la noticia tú ya conoces, ¿verdad? Así que el valor diferencial de la cafeína financiera de hoy, será presentarte como funciona el mix eléctrico de España, por qué cayó súbitamente (en realidad era cuestión de tiempo), y si ha tenido alguna repercusión en los mercados financieros.
¿Cómo funciona el mix eléctrico de España?
Según datos de Red Eléctrica de España, REDEIA (RED . MC), el mix eléctrico sigue la siguiente distribución de origen de la energía, en base a una situación promedio de acuerdo a datos de cierre de 2024.
Como es observable, la eólica es ya el primer motor, la nuclear mantiene un quinto de la producción, y el gas de ciclo combinado —cada vez más “tecnología de respaldo”— apenas cubre uno de cada nueve kilovatios-hora
Cómo se mantiene en pie el mix eléctrico español
- El tiovivo siempre girando: Las centrales eléctricas no se enchufan y desenchufan, si no que funcionan en una especie de baile, de coreografía en torno a los conceptos, la frecuencia y la inercia. De esta forma, centrales eólicas, nucleares, hidráulicas, solares e incluso grupos de gas regulables se mezclan en tiempo real para que la producción iguale la demanda cada segundo. Esa coreografía la dirige el Centro de Control de Red Eléctrica (REE). Puede imaginarse que ese mix eléctrico es una especie de tiovivo, que siempre está en constante movimiento, y gira a 50 vueltas por minuto.
- La frecuencia: el latido de 50 Hz: En la red europea toda la tensión oscila 50 veces por segundo. Si la generación supera el consumo, la frecuencia sube; si hay más demanda de energía que la que se está produciendo, la demanda cae.
- En consecuencia, REE vigila que permanezca idealmente en 50,00 Hz ± 0,05 Hz y, si se desvía, activa reservas primarias (en milisegundos), secundarias (en segundos) o terciarias (en minutos) para corregirla.En consecuencia, esto requiere centrales eléctricas de respuesta rápida y de generación más o menos predecible, uno de los problemas de nuestro mix eléctrico
- La frecuencia sería la velocidad de giro del tiovivo: Cada vez que más niños se suben (demanda) o se bajan (menos demanda), los operarios (centrales) empujan o frenan para conservar esa velocidad de giro que nos permita alcanzar siempre las 50 vueltas por minuto.
- La inercia es el “peso” que frena los sobresaltos. Sería algo así como la capacidad de amortiguación que tiene el sistema eléctrico para absorber posibles fluctuaciones imprevistas en la oferta o en la demanda. A mayor inercia del sistema eléctrico, mayor tiempo para absorber esas posibles fluctuaciones. Hablaríamos de un tiovivo ligero que acelera o se detiene con un empujón (frecuencia salta), y por contra un tiovivo pesado apenas nota los bandazos y permite tiempo de reacción para que los operarios reaccionen sin sobresaltos.
Por qué se produjo el apagón?
Sobre las 12:30 del 28 de abril, casi un 60 % de la electricidad que entraba en la red española era renovable, y la mitad de esa cifra era solar. Y lo que era peor de todo, justo en ese momento, parece ser que el volcado de producción a la red crecía mucho más deprisa que la demanda del mediodía.
Pero ocurre que las granjas fotovoltaicas y los aerogeneradores se conectan con electrónica, no con pesadas turbinas metálicas, lo que produce poca inercia (poco peso o tamaño): En consecuencia, al haber menor peso, cualquier desequilibrio se refleja enseguida en la frecuencia. Bastó ese empujón extra de sol ara que la red se disparara por encima de los 50 Hz en cuestión de segundos.
Acto seguido, la propia normativa europea obliga a que, si la frecuencia sube o baja demasiado deprisa, los propios parques renueven sus protecciones y se desconecten para no dañar equipos. Y justo en ese momento, decenas de megavatios solares se cayeron casi a la vez; el tirón “hacia arriba” se convirtió al instante en un agujero de 15 GW de generación perdidos en 5s. Además, también se cortó la conexión con Francia, para no afectar a su sistema.
En suma, aislar la tecnología afectada y/o apagar-reiniciar la red para estabilizarla. Resultado: 55 millones de personas a oscuras durante entre 6 y 12 horas. Para que nos entendamos, el “tiovivo” ligero giró demasiado rápido, después demasiado lento y acabó desconectándose para no partir su eje.
Reflexión
Nos hemos vuelto tan dependientes de la electricidad —y de la tecnología que vive enchufada a ella— que un simple tic de 50 Hz se siente ya como un latido propio. El apagón del lunes nos recordó que todo: chats, datáfonos, ascensores, hospitales, semáforos… por no hablar ya de la IA. Todo ello cuelga de un hilo invisible: la energía barata.
La transición hacia un mix dominado por renovables volátiles es irrenunciable, pero exige dotar a la red de airbags tecnológicos: baterías de gran escala, bombeo hidráulico reversible, convertidores “grid-forming” que imiten la inercia de las viejas turbinas, mercados de capacidad que paguen por estar listos, y posiblemente más interconexiones con Europa para compartir respaldo. En otras palabras, hacer que ese nuevo tiovivo ligero disponga de frenos, volante y un motor de reserva antes de subir a más gente.
Y aquí entra la política. No basta con buscar culpables difusos como “los operadores privados” -una especie de amago de culpa a “el capitalismo´”-, y más cuando Redeia está blindada por ley: El Estado, vía la SEPI, posee un 20 % y ningún otro accionista puede superar el 5 % (ni votar más del 3 %)
Así que la pregunta correcta no es a quién culpar, sino qué soluciones concretas —técnicas, regulatorias y de inversión— van a poner en marcha nuestros dirigentes para que el próximo pico solar o la próxima racha de viento no desconecten al país.
LO IMPORTANTE
El apagón en España pone de manifiesto la debilidad del sistema eléctrico español. El aislamiento energético de la península ibérica aumenta el riesgo de sufrir apagones eléctricos y disminuye su capacidad para solventarlos mediante importaciones de otros países.
Francia se ha mostrado especialmente reticente a una mayor interconexión eléctrica de la península ibérica. El Estado galo teme que las renovables españolas compitan con sus exportaciones de energía nuclear, más caras, abaratando su precio. Además, Francia es autosuficiente a nivel energético y prioriza su venta de electricidad a Alemania, Bélgica, Reino Unido, Suiza e Italia.
Es poco probable que España y Portugal puedan reducir su aislamiento energético a corto plazo. La interconexión submarina del golfo de Vizcaya, que permitirá duplicar los intercambios eléctricos entre Francia y España, no entrará en funcionamiento al menos hasta 2028. Además, el Gobierno francés seguirá protegiendo su mercado eléctrico de la competencia ibérica.
El apagón también contribuye a alimentar las dudas sobre la transición energética con energías intermitentes.