EL SALARIO MÍNIMO EN ESPAÑA Y SU EVOLUCIÓN PREVISIBLE DURANTE 2023

El SMI se estableció por primera vez en 1894 en Nueva Zelanda y se instauró en España en 1963

 

El argumentario sobre los perversos efectos de una subida del SMI sobre el empleo, está ampliamente extendido a través de instituciones de todo tipo y de los medios de comunicación. Y, sin embargo, la evidencia empírica sobre los hipotéticos efectos negativos en el empleo no es, para nada concluyente y en la literatura económica especializada podemos encontrar también abundancia de trabajos que refrendan efectos positivos para el empleo de la implantación del SMI, allí donde no existía, o de un incremento del mismo.

 

Desde su implantación legal hasta el año actual, la evolución del SMI ha atravesado diferentes etapas. En sus cuatro primeros años de andadura se devaluó en un 25%. En términos reales, entre 1966 y 1983 el SMI se multiplicó por 2,5. Pero entre 1984 y 2003 perdió casi un 10% de su valor real. En el sexenio 2004-2009, se revaluó más de un 15%, para volver a caer después en torno a un 5%. Y en el cuatrienio siguiente, se incrementó en más de un 40%. En conjunto de este medio siglo, sin embargo, los precios han crecido significativamente más deprisa que el valor nominal del salario mínimo.

 

El Gobierno actual ha tratado de impulsar un proceso de crecimiento intenso del salario mínimo con el objetivo de alcanzar en 2023 un nivel equivalente al 60% del salario medio, de acuerdo con el tradicional objetivo fijado a este respecto en 1996 en la Carta Social Europea.

 

Por supuesto, teniendo en cuenta el nivel de partida en 2018, alcanzar en 2023 un salario mínimo equivalente al 60% del salario medio supondría un enorme esfuerzo para aquellas empresas con salarios situados en la parte baja de las retribuciones medias. Esfuerzo que ya se ha ido absorbiendo en los años anteriores, sin que, hasta la fecha se haya percibido un impacto significativo sobre los niveles de empleo. En 2017 el SMI (en 12 pagas anuales) era en España de 825,7 euros y alcanzaba durante 2022, también en 12 pagas anuales, 1.166,7 euros, lo que representaba un incremento del 41,2%. Si a dicho incremento se le añade lo que podría ser el cumplimiento final del objetivo del 60% del salario medio existente durante 2023 como cuantía del SMI vigente el año próximo, podríamos situar el SMI de 2023 en alrededor de 1.050 euros en 14 pagas mensuales (1.225 si el cómputo se hace en 12 pagas mensuales). Ello representaría un crecimiento adicional de alrededor del 5% respecto del nivel actual (a añadir al 41% registrado por SMI en el periodo 2017-2022). A ello habría que sumar el incremento que hayan experimentado los salarios en media, para mantener esa paridad del 60%.

 

Téngase en cuenta que, desde el punto de vista económico y en términos comparados, el factor relevante es el nivel de nuestro salario mínimo en relación con la productividad media del trabajo vigente en los países de nuestro entorno. Si, por ejemplo, comparamos nuestra relación de SMI y productividad media del trabajo con la existente en Alemania, Francia y Reino Unido (en torno al 24%) el nivel es ya prácticamente el mismo con el SMI de 1000 euros vigente en 2022. Cabe recordar que países como Alemania y Francia han experimentado importantes subidas del SMI en el último año. Francia ha revalorizado su SMI en el 7% a lo largo de los últimos 18 meses. Alemania, por su parte, ha incrementado el importe de su SMI en el 8,9% durante el último año (junio 2021-junio 2022) y se propone revisarlo otro 12% adicional en el presente año.

 

Es preciso recordar que la evolución de los salarios registrada en España durante 2022 está produciendo un importante grado de devaluación salarial medido por la diferencia entre los salarios pactados en convenio y la evolución registrada en el nivel de precios. Aunque la variación media pactada hasta junio (2,45%) era superior a la acordada en 2021 (1,6%), queda muy lejos del IPC registrado en ese mismo mes (10,2%). De confirmarse las previsiones actuales en cuanto a evolución de precios, la pérdida de poder adquisitivo superaría a final de año los 6 puntos porcentuales, una caída prácticamente desconocida en el último medio siglo. En este contexto, la subida propuesta del SMI constituiría un contrapeso a esa evolución salarial, especialmente en las rentas salariales más bajas.

 

La propia dinámica económica, en particular la evolución de la demanda interna, componente esencial de nuestro modelo de crecimiento, sin duda lo habría de agradecer. Y, más allá de los experimentos de rebajas fiscales que se vienen planteando en algunas comunidades autónomas, mejorará la distribución de la renta en España, lo cual, en general, puede actuar como un incentivo positivo para el crecimiento de la productividad, algo fundamental para una economía como la española.

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