El Gobierno actual se comprometió a la derogación de la reforma de las pensiones del PP de 2013, y, a la hora de cumplir, lo ha hecho de la peor manera posible: con, literalmente, un finiquito en diferido.
Primero pactó con patronal y sindicatos una ley que devuelve el IPC (eso sí, la media anual, que puede ser menos de la mitad del de noviembre) a la referencia del cálculo de las pensiones y deroga tanto el Índice de Revalorización anual de las Pensiones (IRP) como el Factor de Equidad Intergeneracional (FEI) que debería entrar en vigor en 2023 que entre ambos formaban el Factor de Sostenibilidad (FS) tan denostado.
El FEI se ha sustituido el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) que simplemente nos retrotrae a la reforma de Zapatero, de 2011, en la que se comprometía a diseñar un factor de sostenibilidad. El PP hizo el suyo y fracasó, pero es que ahora Escrivá ni siquiera lo ha intentado.
Por muchas vueltas que se le dé, el MEI no es un factor de equidad intergeneracional, sólo es un parche para rellenar el Fondo de Reserva de la Seguridad Social (FRSS), que, aunque le llamemos “hucha de pensiones” no es lo que paga las pensiones.
El FRSS se crea con el Pacto de Toledo en 1996 como un fondo de inversión dotado con cotizaciones y que se invierte en deuda pública. En 2009, cuando la crisis se hace acuciante, el Gobierno flexibiliza las aportaciones para para poder hacer deducciones de cotización a las empresas, pero el Fondo sigue creciendo por la rentabilidad de sus inversiones, sobre todo en deuda pública española con una rentabilidad extraordinaria (acuérdense de la manida “prima de riesgo” de aquel entonces).
Y esa cantidad acumulada, de más 67.000 millones de euros, no se toca hasta que el déficit de la Seguridad Social (es decir: ingresos por cotizaciones menos gastos) hace inviable en 2012 poder abonar las dos pagas extras de las pensiones de julio y diciembre. Es decir, desde entonces sólo se ha usado dos veces al año y en la práctica se ha desvanecido.
El MEI repite punto por punto ese ciclo. Más cotizaciones para el FRSS y dentro de 13 años, si eso, se suavizan o flexibilizan esas aportaciones. Y si la Seguridad Social incurre en déficit, entonces, sólo entonces, se discutirán otros ajustes al margen del Fondo. Lo que significa pasarle la patata caliente de negociar un verdadero factor de sostenibilidad al Gobierno de entonces.
Lo cierto es que para el Gobierno es más fácil explicar a la ciudadanía el estado de algo que se llama engañosamente la “hucha de las pensiones”, que la situación financiera real de la Seguridad Social. El Gobierno quiere que pensemos sólo en el Fondo de Reserva y en la foto con los sindicatos y oculta, de momento, y hasta que la Comisión Europea le “ponga las pilas” para legislar lo comprometido para el acceso a los Fondos Next Generation y ampliar el periodo de cálculo de las pensiones
Tanto es así que desde el Banco de España hasta la OCD no han tenido más remedio que poner “negro sobre blanco” las implicaciones económicas y financieras de estas medidas ya prácticamente aprobadas parlamentariamente, y la conclusión es unánime: “EL REY ESTÁ DESNUDO”.