EL FMI ALABA A PORTUGAL Y CRITICA A ESPAÑA. MISMOS PROBLEMAS PERO DIFERENTES SOLUCIONES

Portugal lleva la contraria a España y alcanza un pacto de rentas para elevar salarios, deflacta el IRPF y limita la subida de las pensiones

 

El Gobierno portugués presentó su proyecto de presupuestos para el año 2023, que cuentan con un gasto consolidado entre el Estado y la Seguridad Social de 177.612 millones de euros (aproximadamente 17.244 euros por habitante), frente a los 485.986 millones que aparecen en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) de España (unos 10.300 euros por habitante), aunque hay que recordar que España está mucho más descentralizada que Portugal por lo que buena parte de su gasto lo asume directamente el Estado, mientras que en España recae sobre los gobiernos

 

España y Portugal tienen un gobierno del mismo color político y afrontan problemas comunes, la crisis energética que ha disparado la inflación y además aplican la ‘excepción ibérica’ que limita el precio del gas para generar electricidad. Sin embargo, las medidas que han desplegado ambos países para combatir la crisis han ido en direcciones opuestas en algunas cuestiones clave.

 

PACTO DE RENTAS: SALARIOS ACORDADOS CON LOS AGENTES SOCIALES

En Portugal el Gobierno ha logrado un pacto de rentas con una hoja de ruta para subir los salarios, algo que en España se lleva infructuosamente negociando desde hace meses

 

El Ejecutivo portugués ha logrado arrancar a sindicatos y empresarios (eso sí, sin la presencia del principal sindicato del país, la CGT) un pacto de rentas en el que se establece una senda para subir los salarios privados hasta 2026. Las partes han establecido que los salarios crezcan un 5,1% en 2023; un 4,8% en 2024; un 4,7% en 2025 y un 4,6% final en 2026. Un avance que se verá complementado por una subida del salario mínimo, que pasará de 705 € mensuales este año a 900 € en 2023 (un 27% en cuatro años).

 

En España, el Ministerio de Economía lleva meses persiguiendo un acuerdo similar, pero las negociaciones están bloqueadas. Los sindicatos reclaman un acuerdo salarial a varios años que incluya cláusulas de revisión que garanticen las subidas, algo que desde la patronal rechazan tajantemente.

 

IRPF

En España, el Ejecutivo ha apostado por no rebajar de forma generalizada el IRPF, Portugal ha decidido deflactar el impuesto (como pide el PP en España)

 

El Gobierno portugués ha propuesto en sus presupuestos elevar todos los tramos del IRS -el equivalente luso al IRPF español- un 5,1%, la misma cuantía en la que está previsto que suban los salarios en el país. Esta medida es calcada a la deflactación que han planteado autonomías como Galicia (gobernada por el PP) o la Comunidad Valenciana (presidida por una coalición que encabeza el PSOE). También ha reducido la tarifa del segundo tramo del impuesto del 23% al 21%, una bajada que afectará especialmente a las rentas medias y bajas del sistema. De igual manera, ha elevado el mínimo exento en la declaración un 8%, una medida que también se ha aplicado en España, donde se ha incrementado un 7%.

 

PENSIONES

En España, el Gobierno ha apostado por una revalorización completa de todas las pensiones con la inflación; mientras que en Portugal se limitará las subidas en función de la cuantía de la pensión.

 

El Ejecutivo luso en lugar de revalorizar todas las prestaciones conforme al IPC (en Portugal se estima que alcanzará el 7,4%) se han establecido tres tramos: un 4,4% para las pensiones de menos de 886 € mensuales; un 4,07% para aquellas entre 886 y 2.659 € y finalmente un 3,5% para las pensiones superiores a los 2.659 €. Estas subidas se suman a la aprobación de un complemento extra del 50% sobre la nómina de octubre que el Ejecutivo ya ha realizado. Con estos dos factores en la mano, el Gobierno luso sostiene que todos los pensionistas mantendrán su poder adquisitivo en 2023. Sin embargo, en 2024, en principio, no se podrá contar con ese complemento extra lo que provocará que la revalorización para 2024, que tendrá que aprobarse en 2023, partirá de una base más baja.

 

Quienes examinan y puntúan los avances de la economía tienen más en cuenta lo hecho que lo dicho. Por eso, la España que gobierna el socialista Pedro Sánchez es mucho menos creíble que Portugal, liderado por otro socialista, António Costa. Esta semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dado un espaldarazo al presidente luso, mientras arrojaba un jarro de agua fría inclemente al político español.

 

El informe del FMI no da lugar a dudas. En 2020, el peor año de la pandemia, Portugal alcanzó una deuda pública del 135,5%, muy por encima del 120% registrado en España. Desde entonces, la ortodoxia fiscal aplicada por los socialistas lusos ha propiciado un descenso del endeudamiento del 17,7%, frente al 6,5% logrado por el Ejecutivo de coalición español. De cara al futuro, la tendencia se repite. Según el FMI, España apenas soltará lastre en los próximos años. Llegará a 2027 con una deuda del 109,6% (un 2,3% menos). Portugal, si se cumple lo estimado- podrá sacar pecho con un 97%, tras reducir la partida un 14,6%.

 

El FMI ve factible la senda lusa de reducción del endeudamiento. Y opina exactamente lo contrario sobre las perspectivas de crecimiento económico del Gobierno de Pedro Sánchez. Calculan que el PIB español avanzará en 2023 un 1,2%, casi la mitad de lo que espera la vicepresidenta Nadia Calviño (un 2,1%). A Portugal le asignan un crecimiento más débil (del 0,7%), en línea con el estancamiento al que apuntan las economías del euro. Sin embargo, sale ganando, con creces, en términos de paro. En 2023 alcanzará una tasa del 6,5%, de nuevo casi la mitad en comparación con el 12,3% de España, que renueva su triste liderazgo, con una décima más que Grecia.

 

La falta de credibilidad del Gobierno español se explica por la ansiedad permanente de Moncloa por figurar como el primero de la clase. Por no darse a sí mismo un baño de realidad y explicar lo que ocurre después a la ciudadanía. Y, por supuesto, por la falta de la firmeza y la visión a largo plazo que está demostrando el Ejecutivo luso.

 

Lo realmente significativo es la constatación de una tendencia. Desde el año que viene hasta 2027 -el periodo que mide el FMI-, la deuda del país vecino siempre estará por debajo de la nuestra. El ‘sorpasso’ no es fruto de la casualidad, sino el resultado de las políticas de Estado que lleva impulsando António Costa desde que llegó al poder, en 2015.

 

Sin dejar de lado las medidas de corte social, el líder socialista mejoró las condiciones para atraer inversión, rebajando la presión fiscal a las empresas y abriendo la puerta a las grandes fortunas. Lo contrario de lo que Sánchez ha hecho en España. Este marco más favorable, unido a la devaluación de los salarios que había provocado el rescate europeo, mejoró la competitividad de la economía lusa, lo que se tradujo en un importante aumento de las exportaciones.

 

En España el Proyecto de Presupuestos de 2023 ya está impreso y ni Sánchez ni sus socios (en la coalición y en el Parlamento) desean que la economía avance por la senda portuguesa. Aunque ello suponga seguir engordando la deuda monumental que pagarán nuestros hijos.

 

ENLACE AL INFORME DEL FMI

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