EL ENVEJECIMIENTO PRODUCTIVO SOCIALMENTE

Envejecer es un hecho ineludible, pero la manera de enfrentar este proceso es una decisión individual, ya que depende de cada uno hacer realidad el dicho de que “la juventud va por dentro”.

 

El término tercera edad surge para no usar en forma despectiva las palabras vejez o ancianidad. Este término se refiere al adulto mayor, es decir mujeres y hombres que superan los 65 años, que en España son el 19,8% de la población total (casi 9.500.000 personas, INE 2021) Incluso se podría usar el término cuarta edad para aquellos mayores de 85 años, un grupo considerable (en España el 3,3%: 1.600.000 personas). La tercera edad suele describirse como una época de descanso, reflexión y de oportunidades para hacer cosas que quedaron postergadas mientras uno criaba a los hijos y desarrollaba su carrera profesional.

 

A diferencia de nuestra cultura, en la oriental los adultos mayores gozan de gran respeto y admiración. En Oriente se asocia la vejez con fuente de experiencia y sabiduría, y existe toda una tradición de respeto y culto por la ancianidad. El adulto mayor es considerado en todo momento, tiene un estatus importante no sólo en la familia sino en la sociedad, es el depositario de las tradiciones, puede ser un jerarca y un sabio. Se honra a los mayores y al llegar a la tercera edad los ancianos consiguen un merecido descanso después de una vida de trabajo y dedicación a sus hijos.

 

Japón es el país que más respeto y veneración tiene por sus ancianos. Los japoneses muestran un gran respeto por sus mayores como constructores de la sociedad sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial. A las nuevas generaciones se les transmite la importancia del respeto a los adultos mayores, en vez del rechazo típico que sufre la tercera edad en las sociedades occidentales.

 

Los chinos, al igual que otros pueblos del sudeste de Asia, creen en la inmortalidad del alma, respetan no sólo a sus ancianos que aún viven, sino también a sus ancestros fallecidos. Por eso, cuando uno se encuentra entre un grupo de japoneses, chinos o coreanos hay que saludar primero a la persona mayor.

 

EL ENVEJECIMIENTO PRODUCTIVO

Existe un fenómeno totalmente nuevo y definitorio del siglo XXI: el envejecimiento poblacional. Los procesos de industrialización, urbanización y modernización social, junto a los enormes avances tecnológicos, científicos y sanitarios han provocado la disminución de las tasas de natalidad y mortalidad las cuales, acompañadas por el aumento de la esperanza de vida, se han constituido en las dos fuerzas causales de este hecho demográfico inédito en la historia de la humanidad. Así, la baja tasa de natalidad y la mejora en la expectativa de vida de muchos países ha hecho crecer el grupo poblacional de la tercera edad. La sociedad, por lo tanto, enfrenta el desafío de seguir ofreciendo oportunidades a las personas que se encuentran en la vejez.

El envejecimiento productivo es un tema novedoso, relevante y de máxima actualidad que ha sido propuesto en la literatura gerontológica por el Dr. Robert N. Butler, a principios de la década de 1980. Según este especialista, por vejez productiva debe entenderse “la capacidad de un individuo o una población para servir”. Los adultos mayores participan activamente en una diversidad de ocupaciones de la vida cotidiana colaborando notoriamente en las dinámicas diarias de la familia y la comunidad que los rodea. Podemos encontrar variados ejemplos de personas mayores que desempeñan alguna tarea remunerada como la producción artesanal, el cuidado de enfermos, la docencia, el comercio o la profesión que han realizado a lo largo de toda su vida. Otros que realizan actividades poco frecuentes, cuyo trabajo realizan de manera voluntaria y gratuita con fines solidarios. Entre estas actividades se pueden señalar el apoyo escolar, la colaboración en las actividades comunitarias, la enseñanza en talleres artesanales, …

 

Desde este punto de vista, el enfoque del envejecimiento productivo hace referencia al concepto de productividad en su sentido amplio, entendiéndose como el conjunto de beneficios colectivos que las personas mayores consiguen a partir de sus acciones individuales; es decir, la productividad apunta al hacer con sentido, que puede no necesariamente referirse a la esfera de la generatividad económica. Contrariamente a otros enfoques como el envejecimiento “activo”, “saludable” o “exitoso”, que hacen hincapié en las acciones que realizan las personas mayores teniendo como principal objetivo el beneficio individual, como es el caso, por ejemplo, el ejercicio físico o de estimulación cognitiva.

El envejecimiento productivo apunta a la contribución social de las personas mayores y a la satisfacción de necesidades sociales relevantes, por lo tanto contribuir es la esencia de este enfoque y la clave para comprender el concepto de productividad desde este paradigma.

 

Un número importante de personas mayores jubiladas que inician nuevos oficios o desarrollan sus propios micro-emprendimientos, deciden estudiar una carrera, hacer cursos de especialización o finalizar el ciclo escolar que debieron postergar durante los años de trabajo. Además de una enorme cantidad de abuelos que cuidan a sus nietos u otros familiares enfermos y colaboran con las tareas domésticas, que van desde cocinar hasta realizar una huerta para el consumo familiar. Así pues, las dimensiones del envejecimiento productivo son numerosas entre las personas mayores, pudiendo especificar cuatro grandes grupos de aportes:

  • El trabajo familiar doméstico,
  • El trabajo voluntario en la comunidad,
  • El trabajo remunerado y
  • Las actividades educativas-culturales

 

El trabajo familiar doméstico

Abarca todas las actividades no remuneradas que implican el mantenimiento y cuidado de la casa, quehaceres domésticos desde cocinar y lavar la ropa hasta organizar eventos, los trámites y compras de alimentos y el cuidado de nietos, bisnietos u otros familiares, así como, también, la transferencia de saberes, oficios y conocimientos a las generaciones más jóvenes. Es importante destacar el valioso aporte de las personas mayores, especialmente el papel de las mujeres mayores que cumplen el rol de cuidadores primarios tanto de los nietos como del cónyuge o de otros familiares dependientes, desarrollando una tarea que contribuye al bienestar del grupo familiar y que no ha adquirido la visibilidad que merece.

 

El trabajo voluntario en la comunidad

Comprende las diferentes formas de servicios o ayudas ofrecidas gratuitamente en favor del bienestar de la comunidad. Se trata de una actividad dirigida a otros, beneficiando a individuos, grupos y a la sociedad en su conjunto que, generalmente, está relacionada con la participación en organizaciones de barrio, comunitarias, gubernamentales o educativas, entre otras. Ser voluntario es importante porque implica una tarea que requiere dedicación, responsabilidad y compromiso social, que sirve a las personas a sentirse útiles, además de generar satisfacción por la colaboración prestada en sí misma. Además, en este tipo de tareas, las personas mayores pueden elegir los tiempos y las formas de prestar un servicio voluntario.

 

El trabajo remunerado

Se agrupan todas las actividades que las personas mayores realizan a tiempo total, parcial, a largo plazo o esporádicas a cambio de un ingreso. En muchos casos, el trabajo que realizan los adultos mayores jubilados es una continuación del que han venido realizando durante gran parte de su vida laboral, optando por dedicar menos cantidad de horas diarias a su labor. En otros casos, los adultos reorientan su vida laboral tras la jubilación, desarrollando nuevos oficios, micro emprendimientos o “trabajos puentes” en los cuales generalmente se tienen en cuenta las experiencias previas y saberes adquiridos a lo largo de la vida productiva. El trabajo remunerado entre las personas mayores suele tratarse de una actividad generada por cuenta propia, es decir un autoempleo. En algunos casos, debido al tipo de condiciones y remuneraciones que perciben por su trabajo, la gran mayoría de las personas adultas mayores se ubican en el sector “informal” del mercado de trabajo, lo cual evidencia la vulnerabilidad de su situación económica.

 

Las actividades educativas-culturales

Agrupa todas las formas de participación en actividades de capacitación y transferencia de conocimientos, experiencias y habilidades. En este sentido, las personas mayores son depositarias de saberes populares, tradicionales y regionales por lo que, desempeñan un papel fundamental en la transmisión intergeneracional de sus saberes. Asimismo, muchas personas participan en programas educativos formales (como es el caso de las Universidades para la Tercera Edad, o diferentes programas de capacitación para adultos mayores) interesadas en incorporar nuevos aprendizajes.

Cabe destacar que la participación educativa por parte de los adultos mayores es productiva cuando fortalece su habilidad para contribuir a la sociedad mediante el voluntariado, el trabajo remunerado, la participación política, entre otras actividades.

 

LA EMERGENCIA DE LOS MAYORES

Hay una necesidad de construir un país para mayores y no haya ningún país que tenga resulto el problema de los mayores, y España, como uno de los países más longevos del mundo, tiene problemas sin resolver, más incluso que otras sociedades más rejuvenecidas. Pero tenemos un reto enorme y maravilloso que es encontrar estas soluciones.

La sociedad no ha desarrollado ni las herramientas ni la escucha necesarias para que aflore el valor de las personas mayores se materialice y cuando esto suceda veremos como mejora la vida de todos. Todas las generaciones deben saber que las demás existen, y que las posibilidades de integración son cada vez mayores, más valiosas y mejores. Tenemos que trabajar para que nadie sienta que por su edad no tiene nada que aportar o no puede recibir.

 

EL APORTE DE LA MUJER MAYOR EN EL ÁMBITO FAMILIAR: EL ROL DE CUIDADOR PRIMARIO

La situación de la mujer mayor en la familia requiere de una reflexión especial por dos razones concretas, por un lado, la elevada supervivencia actual de las mujeres de edad avanzada se ha convertido en un factor claro de feminización de la vejez lo que hace que el rol del cuidador primario del cónyuge y la viudez sean más probable en este grupo y, por otro lado, las históricas diferencias de género han asignado como parte de la naturaleza de las mujeres su función en el ámbito doméstico. Los quehaceres domésticos realizados con cierto profesionalismo, se han constituido como una carrera en sí misma para gran parte de la población femenina de mayor edad que se formó en múltiples tareas transmitidas de generación a generación.

 

Así pues, aún la mayoría de las mujeres mayores han estado condicionadas por un acceso desigual en la estructura de oportunidades es decir que, muchas de ellas no han tenido posibilidades reales de educación formal y las que han podido desempeñarse en trabajos extra domésticos lo han hecho en tareas socialmente consideradas femeninas (secretarías, maestras, enfermeras etc.) abandonando su participación económica una vez contraído matrimonio o por razones de maternidad. Ellas se han concentrado en realizar tareas de reproducción cotidiana, realizando actividades domésticas y cuidando primero a los hijos y luego a los nietos. De este modo, la función de ama de casa es tan tradicionalmente femenina como el cuidado de los nietos y el de los familiares enfermos.

 

Asimismo, el proceso de envejecimiento femenino no solo viene marcado por la continuidad en el rol tradicional de ama de casa que además se intensifica con la prestación de ayuda a otros miembros, principalmente a los nietos y a los cónyuges, sino que también extiende su apoyo a los hijos adultos que, en muchos casos siguen viviendo en sus hogares, en una suerte de crianza prolongada que les ha tocado vivir a las mujeres mayores a comienzos del siglo XXI.

 

No obstante, es importante agregar también que, actualmente y en forma complementaria a los tradicionales papeles de abuela y suegra, están surgiendo otros roles y espacios que otorgan a las mujeres mayores la posibilidad de disfrutar de mayor independencia, desenvolvimiento y realización personal a través de la incursión en nuevas áreas ocupacionales y laborales. En nuestro país, mujeres universitarias, políticas, líderes sociales y religiosas de edad avanzada dan cuenta de los cambios que se están produciendo progresivamente.

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