«Sumar de Yolanda Díaz y los aún no natos Hermanos de España de Macarena Olona irán a las elecciones generales sobre la necesidad de rearmar la ilusión en los extremos»
Macarena Olona aspira a ser la Yolanda Díaz de la derecha: si Sumar va a surgir de las cenizas de Podemos, Olona remite su oportunidad al fracaso de Vox en las municipales de mayo. Olona, como Yolanda Díaz, no va a ir a esas elecciones municipales ni autonómicas, con la certeza de que Vox fracasará y entonces será su momento. Yolanda Díaz también evitará una guerra en la que no tiene nada que ganar, de modo que dejará a Podemos perseverar en su proceso de autodestrucción, para pilotar la reconstrucción del espacio de la izquierda.
De algún modo lo de Olona y Yolanda van a ser vías paralelas y ambas, en la extrema izquierda y en la extrema derecha, van a perseguir respuestas con similitudes en las dos orillas del bipartidismo cada vez más revitalizado.
Nadie pierde una batalla que no se libra. En las municipales es previsible que Podemos se estrelle y también Vox. Ambas van a tratar de mantener del rol de espectadoras hasta las generales mientras ven ambos espacios ideológicos arrasados
Sumar de Yolanda Díaz y el futuro Hermanos de España de Olona irán a las generales sobre la necesidad de rearmar la ilusión en los extremos. Podemos va a desmoronarse irreparablemente, y Yolanda Díaz tendrá la estructura de Izquierda Unida y el motor de los sindicatos; en cambio, Vox sufrirá pero no se desmantelará, pero Olona tendrá la inspiración de la fórmula Meloni (apoyándose en el inefable Berlusconi, el indefendible Matteo Salvini y el cansancio y apatía de la sociedad) para generar un nicho electoral atractivo.
La irrupción de la líder de Hermanos de Italia deja a la izquierda transalpina en mínimos, dividida, paralizada y profundamente alejada de la agenda de preocupaciones de los italianos, que han buscado en la vencedora a alguien que les atienda y ofrezca soluciones concretas a sus problemas reales. Esa es la gran enseñanza de Italia, válida para España y el resto de Europa: cuando la política tradicional, y en especial aquella que se define a sí misma de progresista sin serlo, se olvida de las inquietudes reales de la ciudadanía y se limita a gestionar e imponer una realidad paralela ideológica y sectaria, los ciudadanos le dan la espalda.
Pero todo esto será difícil si, esperemos, aumenta el ya alto desencanto de la nueva política de los extremos populistas y se regresa al bipartidismo con un PSOE ensanchado a la izquierda y el PP desde el centro con mucho recorrido, pero lo cierto es que dadas las últimas experiencia de los Gobiernos (tanto del PSOE como del PP) parece que “pintan bastos” para volver a cierta normalidad en tiempos ya demasiados revueltos.