DESMONTANDO LAS FALACIAS DE LAS PENSIONES. LA NECESIDAD DE LA INFORMACIÓN. LA SS NO EXISTE.

Aunque con las ¿novedosas? recomendaciones del Pacto de Toledo (“el parto de los montes”) no se le pone, de nuevo, el “cascabel al gato”, presumiblemente vamos a enfrentarnos, más pronto que tarde, a una profunda reforma en nuestro “sistema” de pensiones que hará necesaria la coordinación y colaboración de los tres pilares del Estado de Bienestar para construir nuestra futura pensión: el sistema público de pensiones de la Seguridad Social, el individual (planes privados) y el empresarial (planes de empleo) que se anuncia se va a potenciar desde el Gobierno actual.

Todos ellos son elementos necesarios para compensar la disminución que muy probablemente tendremos, más pronto que tarde, en las pensiones públicas, simple y fundamentalmente (aunque no sólo por ello) por nuestra pirámide de población (“el invierno demográfico” español).

Para montar este puzle de tres piezas llamado pensión es preciso tener la información básica sin la cual será muy complicado planificar nuestra jubilación.

En España las pensiones públicas de la Seguridad Social están sujetas a un tope máximo y un trabajador que haya tenido a lo largo de su vida profesional ingresos superiores a la pensión máxima (en 2020, 37.567 €/año), ya sabe que ese tope será la pensión a la que puede aspirar cuando llegue su jubilación. En 2019 el salario medio en España se situaba en 27.500 €/año, cifra por lo tanto muy alejada de la pensión máxima de la Seguridad Social.

Considerando que la mayoría de la población trabajadora en España percibe rentas por debajo de la pensión máxima, podríamos decir que la mayoría de la población tiene dificultades reales para poder planificar su jubilación siendo el motivo la ausencia de información sobre su futura pensión. 

Conocer el importe de la pensión pública es el dato inicial para poder planificar de manera adecuada la jubilación y conviene conocerlo cuanto antes para poder reaccionar a tiempo y así disponer de un horizonte suficiente para cubrir, de manera parcial o total, la futura brecha de poder adquisitivo a que se tendrá que enfrentar

Las preguntas claves y son muy simples:

  • ¿a qué edad podré jubilarme?,
  • ¿cuál será la cuantía de mi pensión pública de jubilación de la Seguridad Social?,
  • ¿de qué depende esa cuantía de la pensión pública?
  • ¿cuánto se reducirá mi pensión si me jubilo anticipadamente?,
  • ¿qué pensión obtendré, en su caso, del plan de mi empresa?,
  • ¿qué cantidad de rentas debo invertir en mi pensión de jubilación privada?

Con las respuestas a esas preguntas podremos tomar decisiones acertadas y no dejar al azar la composición de nuestra futura pensión de jubilación.

Disponer de esta información y, por tanto, eliminar la incertidumbre que hoy en día casi todos tenemos será el primer paso necesario para convertir este laberinto en un camino directo hacia el objetivo individual de cada futuro jubilado.

NOTA A PIÉ DE PÁGINA: Para molestar a todos: a los pensionistas actuales y a los del futuro, a los cotizantes presentes y futuros, a los optimistas y a los pesimistas…

Varias  falacias a desmontar son que exista un “sistema público de pensiones”, que nuestras pensiones sean “un salario diferido”, que las prestaciones se paguen “con las cotizaciones” o que estemos “ahorrando” para el futuro. Nada de esto es cierto.

Ahora que “el sistema” público se enfrenta a su incapacidad para hacer frente a las promesas realizadas (la suficiencia de las pensiones) puede parecer que el sistema se enfrenta ineludiblemente a su “quiebra”, aunque quebrar (lo que se dice “quebrar”) ya ha quebrado unas cuantas veces. Pero “eso” no importa en absoluto pues el “sistema” de pensiones público de la Seguridad Social no existe… es como los Reyes Magos, pues simplemente “el sistema” son los padres (“papá Estado”) y el resto son ficciones contables sin fundamento alguno más allá de la inercia mental del relato de nuestros gobernantes, que al final nos ha contagiado a todos.

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