«El Gobierno dice que nuestro PIB ha crecido más de cuatro puntos respecto a antes de la pandemia, pero eso no quita para que seamos más pobres»
- Advertencia previa: Lo que el PIB no te cuenta
- El PIB per cápita real apenas ha crecido en España un 0,1% en los últimos cuatro años
- Cada vez más pobres
- Cada vez más españoles cobran un subsidio para pobres
- Los datos de la dramática situación de los jóvenes en España
Advertencia previa: Lo que el PIB no te cuenta
La forma tradicional de evaluar la situación de un país es mediante el análisis del famoso Producto Interior Bruto o “PIB”. Todos los organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, pasando por los Bancos Centrales, y los diferentes Ministerios de Economía, realizan sus predicciones sobre como va a evolucionar el PIB. Un aumento del PIB se considera que es la señal de que “todo va bien”; de igual forma, un crecimiento por debajo de lo esperado se recibe como una noticia apocalíptica.
Sin embargo, esta medición es puramente contable, es decir es una estimación monetaria del volumen de la producción que se intercambia en el mercado, pero no del bienestar. ¿Por qué entonces es una referencia mundial al que organizaciones, políticos y ciudadanía prestan pleitesía? El éxito se fundamenta en la simplicidad del mensaje, con una única cifra se puede realizar conclusiones sobre si en un país se está produciendo más, bajo el supuesto implícito, que esto es suficiente para asegurar la prosperidad de una sociedad.
La cuestión es que el PIB deja fuera información muy valiosa. En primer lugar, todo aquello que no se compre o venda en el mercado no se evalúa (excepto los servicios públicos que se contabilizan según sus costes de producción). Por ejemplo, si llevas a tu vecino al trabajo de forma gratuita no cuenta para el PIB, pero en el caso de que ese viaje se haya realizado en UBER o taxi, aparece reflejado en el PIB.
En segundo lugar, no discrimina sobre qué es lo que se produce, dando igual si son servicios educativos o el fomento del juego, investigación en vacunas o en armamento. También, aplicando la lógica de cuantificar lo que se comercia, la prostitución y el comercio de drogas, actividades consideradas ilegales en el caso de España, deberían formar parte del PIB.
En tercer lugar, no tiene en cuenta cómo se produce, la contaminación que genera o las condiciones laborales. Se llega a una situación tan contradictoria en que un desastre ecológico, como puede ser una marea negra generada por el hundimiento de un petrolero, exige contratar personal, maquinaria, etc. para los servicios de limpieza, y por tanto aumentará el PIB, a pesar del deterioro de la calidad del agua del mar, la desaparición de especies marinas o los efectos nocivos sobre la salud humana. Asimismo, un programa educativo que mejore la salud mental y reduzca el uso de ansiolíticos, tiene como efecto “secundario” una reducción del PIB.
En cuarto lugar, tampoco nos cuenta quién disfruta de esa producción y la gran mayoría de la población, ha mantenido, con suerte, el nivel de vida de hace veinte años, y la clase media se está reduciendo. Todo este proceso está llevando a un aumento de la desigualdad.
En resumen, que aumente el PIB de una economía no significa que en ese país se viva mejor. Existen diferentes propuestas alternativas al PIB para medir “cómo de bien va un país”. Esas otras propuestas se centran precisamente en las cuestiones importantes de la vida. Podemos discutir mucho cuáles son para cada uno de nosotros esas cuestiones importantes, pero cuando llegó el COVID estuvo muy claro para todos que existen servicios esenciales, y otros que no lo son. Esas otras medidas alternativas que miden directamente los aspectos importantes evidencian que “si no mides lo correcto, difícilmente puedes hacer lo correcto”.
El PIB per cápita real apenas ha crecido en España un 0,1% en los últimos cuatro años
Con las exportaciones españolas en fase de «bonanza» desde 2008 hasta la fecha, según el Banco de España, el PIB per cápita real de nuestro país cerró en 2023 con un crecimiento apenas del 0,1% respecto a 2019. Esta variable, el PIB per cápita real, es el resultado de la división del producto interior bruto (PIB) de un territorio por su número de habitantes
Este crecimiento económico, según un reciente análisis del Real Instituto Elcano se apoya, en el caso de España, en el aumento de la población, el consumo público y las exportaciones de servicios, mientras que Italia se enfoca en la inversión y las exportaciones de bienes.
El Real Instituto Elcano precisa que las fuertes diferencias en el crecimiento de la población, con la de España subiendo un 3,6% entre principios de 2019 y de 2024, e Italia cayendo un 1,4%, explican también que mientras el PIB per cápita de Italia a finales de 2023 se encontraba un 4,7% por encima del nivel previo a la pandemia, en España estaba solo un 0,1% por encima. Es decir -sostiene el informe-, que el crecimiento económico de España está siendo más extensivo, frente al de Italia, que es más intensivo.
En todos los grandes países de la zona euro -observa esta análisis- el consumo público ha aumentado significativamente desde la pandemia, con un incremento notable en España (cercano al 12%), lo que sugiere la necesidad de vigilarlo «para evitar que se convierta en un aumento estructural del gasto».
La inversión o formación bruta de capital fijo también ha tenido un comportamiento preocupante en Alemania (-3,9%) y España (-2,2%), en contraste con Italia, que ha visto un fuerte crecimiento (por encima del +30%). Esto podría sugerir que Italia -subraya el informe- está siendo más expeditiva en la canalización de los fondos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR) y, por otra parte, resalta la importancia del empleo de estos recursos como forma de estimular la inversión.
Aunque las exportaciones han recuperado niveles prepandemia en los principales países de la zona euro -señala el Real Instituo Elcano-, «preocupa la débil recuperación de las exportaciones alemanas, lo que exige especial atención en el contexto geoeconómico actual. Esto podría estar relacionado con la dependencia del sector exterior alemán con respecto de China». «Esta situación -apunta, en línea con unas recientes declaraciones del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, incidiendo en la importancia para el resto de países de la UE que la economía alemana vaya bien- pone de manifiesto los riesgos derivados de la excesiva dependencia de la economía europea con respecto a la demanda externa».
A finales de 2023, Francia, España y Alemania no habían recuperado los niveles anteriores a la pandemia de productividad real del trabajo por persona. Y, aunque ello -detalla el estudio- «puede deberse al comportamiento cíclico de la productividad en la zona euro y a otros factores estructurales como la reducción de la jornada laboral por mejoras de eficiencia, conviene implementar medidas como la integración eficiente de nuevas tecnologías en los procesos productivos y la capacitación adecuada de los trabajadores en un entorno de creciente digitalización».
La disciplina fiscal también importa, según postula el estudio. Así, «mientras en las cuatro principales economías de la zona euro se ha registrado un aumento en las ratios de deuda pública sobre PIB entre 2019 y 2023, Portugal y Grecia, que hace una década afrontaban programas de asistencia financiera, han logrado reducir significativamente sus ratios de deuda pública, lo que ha resultado en menores rentabilidades de sus bonos a 10 años en comparación con España y Francia, por un lado, e Italia por otro, respectivamente».
El informe del Elcano sugiere que, tras la pandemia y la crisis inflacionaria, y ahora que la situación está normalizándose, conviene analizar dónde se encuentran los principales agregados macroeconómicos de los mayores países de la zona euro, para así poder extraer recomendaciones de política económica.
En el caso del PIB global, el estudio reconoce que, a pesar de que las economías española e italiana fueron las que sufrieron una mayor caída como consecuencia de la pandemia, en el segundo trimestre de 2024, se encontraban un 4,7% por encima del cuarto trimestre de 2019. El PIB francés, por su parte, consiguió situarse un 3,8% por encima del nivel prepandemia, mientras que el PIB de Alemania, el principal país de la zona euro, sólo estaba en el segundo trimestre de 2024 un 0,3% por encima del nivel del cuarto trimestre de 2019.
Esta fuerte diferencia entre la evolución de las cifras de PIB global y PIB per cápita viene -explica el estudio-, por el denominador, es decir, «por la diferente evolución de la población. En efecto, entre principios de 2019 y principios de 2024, España fue el país de la zona euro en el que la población experimentó un mayor crecimiento (un 3,6%, pasando de los 46,9 a los 48,6 millones de habitantes). En el extremo opuesto se encuentra Italia, con una caída de su población del 1,4%, pasando de los 59,8 a los 58,9 millones de habitantes. Esto sugiere que el crecimiento del PIB estaría siendo más intensivo en Italia y más extensivo en España, es decir, más basado en el aumento de la población en el caso español.
En otras claves macroeconómicas analizadas por el Real Instituto Elcano, España ha mejorado los datos del consumo en un 0,5% respecto a los niveles prepandemia, dos puntos menos que Francia, mientras que, en cuanto al consumo público, nuestro país ha liderado este tipo de gasto con un 11,8% -Alemania un 7,9%-, a diferencia de Italia que apenas ha sobrepasado esta variable con respecto a 2019 en un 5,1%.
Asimismo, sin entrar a precisar todas las variables objeto de dicho estudio, España tampoco ha liderado la formación bruta de capital, es decir la inversión, con una caída todavía respecto a los niveles prepandemia, de un -2,2% -Alemania un -3,9%-, a diferencia de nuevo de Italia, que domina este importante capítulo macro con un incremento del 30% en los últimos registros de 2024.
En las exportaciones, con todos los países de nuestro entorno por encima de los niveles prepandemia, España abandera las relativas a los servicios con un 36,7%, seguida de Italia, con un 24,5%, muy lejos de las exportaciones alemanas con un exiguo 1,6%.
En cuanto al empleo y al número de horas trabajadas, nuestro país ha superado en un 1,6% los niveles prepandemia, frente al 6,5% y el 5,1% de Italia y de Francia.
Cada vez más pobres
Con Sánchez, somos, de nuevo, pobres. Eso es lo que se desprende del análisis de las cifras económicas, por más que el Gobierno repita, una y otra vez, que la economía española va como una moto, como un cohete. Somos más pobres y los datos lo demuestran, aunque el Gobierno se avergüence de ello y no lo reconozca ante la UE.
Así, entre los distintos fondos con los que cuenta la Unión Europea (UE), financiados todos ellos por los contribuyentes, nunca lo olvidemos, se encuentra el Fondo de Cohesión, cuya misión es reforzar la cohesión económica, social y territorial de la UE, de manera que los países más pobres puedan acercarse en desarrollo y nivel de vida a los más ricos gracias a estas ayudas compensatorias, que les permitan impulsar su crecimiento para, después, desarrollarlo por ellos mismos.
Tal y como expone el artículo 177 del Tratado de Funcionamiento de la UE, «el Fondo de Cohesión está reservado a los Estados miembros cuya renta nacional bruta (RNB) per cápita no supere el 90 % de la RNB media de la Unión». Así, durante el período de programación 2021-2027, el Fondo de Cohesión proporcionó apoyo a 15 Estados miembros: Bulgaria, Chipre, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Grecia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Portugal, República Checa y Rumanía.
Pues bien, desde que Sánchez llegó al Gobierno, España no ha dejado de retroceder posiciones en PIB per cápita en paridad del poder de compra. Así, en porcentaje de PIB per cápita en paridad del poder de compra sobre la media de la UE España ha pasado de estar en el 92,8% en 2017 —último año completo sin Sánchez en el Gobierno—, en una senda creciente, al 88,6%, y eso contando con la revisión excepcional del crecimiento del PIB que hizo el INE en 2021, de casi un punto.
Es decir, España ha perdido 4,2 puntos en su convergencia con la UE y ha vuelto a instalarse entre los países pobres de la UE, que son aquellos con un PIB per cápita en paridad del poder de compra inferior a ese 90% de la media de la UE. El Gobierno dice que nuestro PIB ha crecido más de cuatro puntos respecto a antes de la pandemia, pero eso no quita para que seamos más pobres: crecemos de forma insana por el gasto público; y crecemos porque la población ha aumentado, pero no porque se haya generado más riqueza en relación a cada ciudadano, ya que en PIB per cápita descendemos en comparación con la media de la UE, de la que nos alejamos cada vez más.
Con Sánchez somos más pobres, y, así, España vuelve a poder optar, desgraciadamente, por su empobrecimiento, a los fondos de cohesión, que, sin embargo, no ha solicitado el gobierno español, probablemente porque sería tanto como reconocer que su política económica, su gestión, ha empobrecido a la economía española. De esta forma, ha renunciado a alrededor de 6.000 millones de euros.
Esa política económica del cangrejo, que hace retroceder a la economía española, se percibe también en nuestra comparación con algunos países del este que han sabido aplicarse y que nos han superado en porcentaje de PIB per cápita en paridad del poder de compra sobre la media de la UE, como es el caso de Eslovenia, que en el mismo período ha pasado de un 85,5% en 2017 a un 91,4% en 2023.
El Gobierno puede aumentar el PIB nominal impulsado por la inflación y, con ello, mitigar el cociente entre déficit sobre el PIB y deuda sobre el PIB, pero no lo resuelve, sólo lo maquilla artificialmente; puede tener un mayor crecimiento del PIB en términos constantes por efecto estadístico base, además de por el impulso desmedido del gasto público, que ha expulsado a la inversión privada; puede obligar, por ley, a que los contratos temporales se encuadren en los fijos-discontinuos, aunque el empleo no se cree realmente, sino que se reparta; puede, incluso, disimular ese empobrecimiento no solicitando los fondos de cohesión a los que puede acceder España fruto de dicho empobrecimiento generado; el Gobierno puede lograr todo eso, pero lo que no puede conseguir es tapar el retroceso en prosperidad que está suponiendo su política económica, que nos lleva a ser cada vez más pobres en comparación con la media de la UE. Insisto: con Sánchez, somos más pobres.
Cada vez más españoles cobran un subsidio para pobres
Actualmente en España no sólo cargamos con un Estado del Bienestar gigantesco, sino que cada vez hay un mayor número de personas que cobran un subsidio del Estado, sin que se haya reducido la cantidad de pobres.
De acuerdo con el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, en el año 2022 (últimos datos disponibles) el número de personas que se beneficiaron de una RMI ascendió a 667.413 personas (o 333.335 hogares), un 76,7% más que en el año 2003. También las cuantías percibidas han subido, pasando de unos 309 euros de cuantía mínima y 484 euros de cuantía máxima en 2003 a 517 euros de cuantía mínima y 877 euros de cuantía máxima en 2022.
En el siguiente gráfico vamos a observar cómo ha crecido el número de beneficiarios de la Renta Mínima de Inserción:
A esto habría que sumarle el número de personas que se benefician del Ingreso Mínimo Vital, que a fecha de agosto de 2024 se ubicaba en 1.957.700 personas, con 649.443 hogares perceptores de esta renta. Así, en agosto, había “148.779 prestaciones activas más de las que había hace un año en este mismo periodo, lo que supone un incremento del 29,7%” presume el Gobierno. En términos acumulados “desde junio de 2020, cuando se puso en marcha esta prestación, en plena pandemia, el IMV ha llegado a 886.255 hogares y ha protegido a las 2.634.246 personas que forman parte de ellos” añaden.
Este instrumento fue implementado por el gobierno de PSOE y Unidas Podemos en el año 2020, y desde entonces casi el 40% de los que empezaron a recibir este subsidio lo siguen cobrando en el año 2024, tal y como se desprende de este estudio de la AIReF. Dicho estudio también nos cuenta que el tiempo mediano de duración de la prestación es de 30 meses, para una prestación que tenía a 31 de diciembre de 2023 (últimos datos disponibles para el estudio) tan sólo 42 meses de existencia, ya que empezó a funcionar en junio de 2020.
Sin embargo, hay que señalar que una misma familia puede cobrar tanto el Ingreso Mínimo Vital como la Renta Mínima de Inserción, de manera que sería un error combinar ambas cifras de beneficiarios (tanto del IMV como de la RMI), ya que muchos pueden estar recibiendo ambos subsidios. En el mismo informe de la AIReF que hemos mencionado, estiman que en torno a un 10% del total de perceptores cobran las dos ayudas, de manera que podemos decir que aproximadamente casi 100.000 hogares cobran el IMV y la RMI. Por tanto, no sería nada descabellado decir que más de 2 millones de personas en España se benefician o bien de la RMI o del IMV.
Que haya dos millones de personas que se estén beneficiando de uno de estos dos subsidios, en comparación con las menos de 400.000 que lo hacían en el año 2003, no es la gran noticia que nos venden desde el Gobierno y medios afines, sino que es una muy mala noticia. Esta crítica no es porque el Estado de respuesta a sus ciudadanos más necesitados, sino porque es el propio Estado el que no está consiguiendo crear las condiciones suficientes para que esos mismos ciudadanos que reciben un subsidio consigan un empleo digno y con el salario necesario para no depender de una ayuda gubernamental. Lo ideal no es que haya cada vez más gente cobrando una ayuda, sino que no haya nadie cobrándola.
No obstante, ante este incremento del número de personas cobrando subsidios cabe preguntarse una cosa. ¿Qué prefiere un Gobierno para mantenerse en el poder, que los ciudadanos sean libres económicamente y que puedan decidir en mayor libertad o que sean dependientes económicamente del propio Estado que les transfiere un subsidio? Si algo nos ha enseñado la política actual es que lo más importante no es el “bien común” (si es que le importa a algún político), sino el mantenerse en el poder a toda costa, sin importar lo que se tenga que hacer para conseguirlo. Con lo cual, ¿qué opina el lector, veremos en los próximos años una reducción en el número y cuantía de los subsidios o un incremento?
Los datos de la dramática situación de los jóvenes en España
El más reciente informe de la consultora Freemarker CI enciende las alarmas sobre el futuro de los jóvenes españoles. La entidad pone de manifiesto una preocupación cada vez más compartida: a saber, que los jóvenes de nuestro país perciben cada vez más difícil el reto de vivir igual o mejor que sus padres.
El documento destaca la nefasta situación laboral de los jóvenes. Pese al discurso del gobierno de PSOE y Sumar, los datos son demoledores. En 2023, el 62% de los jóvenes de entre 16 y 19 años tenían un contrato temporal, porcentaje que asciende en la franja de 20 a 24 años. La media nacional, del 17%, es marcadamente inferior a los umbrales observados entre los jóvenes, circunstancia que también se da cuando nos fijamos en los salarios, que se sitúan alrededor de un 35% por debajo de la norma.
A esta última cuestión hay que sumarle un agravante: a saber, el hecho de que la mejora de los salarios que suele darse con el paso de los años se está produciendo con mucha más lentitud en el caso de las nuevas generaciones. Así, los nacidos en 1955 alcanzaron la base media de cotización a la Seguridad Social en su vigésimo séptimo cumpleaños, mientras que los nacidos en 1985 hicieron lo propio en el momento de cumplir treinta y cuatro años, es decir, siete años más tarde que antaño. Por otro lado, el documento recalca que la tasa de paro es mucho mayor en el caso de los jóvenes (22,4%) que entre el conjunto de la población (12,9%).
No sorprende, pues, que más de la mitad de los jóvenes de entre 16 y 29 años vivan en hogares que tienen dificultades para llegar a fin de mes, como tampoco puede resultar extraño que la renta familiar de los hogares jóvenes haya terminado situándose hasta un 40% por debajo de la media en el caso de los hogares compuestos por jóvenes que no han completado estudios superiores.
Pero, si acaso todo esto no es suficiente, el informe de la entidad presidida por Lorenzo Bernaldo de Quirós recuerda que el peso político de los jóvenes es cada vez más pequeño, puesto que el invierno demográfico ha debilitado su importancia electoral y ha decantado el tablero político hacia las generaciones más veteranas. Así, mientras que los jóvenes de 16 a 29 años eran el 21,1% de la población en 1980, hoy ese porcentaje es del 14,8%, con sesgo a la baja debido al desplome de la natalidad, que ha caído de 688.711 nacimientos al año hace medio siglo a 322.075 nacimientos el pasado curso 2023.
Las encuestas de felicidad y satisfacción vital reflejan que, en efecto, “España no es país para jóvenes”. En el Informe Mundial de la Felicidad vemos que España ocupa el puesto 36 de la tabla, pero el resultado desagregado revela que, si nos centramos en la población de mayor edad, nuestro país asciende al número 29 de la lista, mientras que en el caso de los jóvenes, sus niveles de felicidad y satisfacción vital se sitúan en el escalón número 55 de la lista.
Freemarket CI tiene claro que la mala política formativa y de vivienda está contribuyendo directamente a agravar la situación. En relación con la educación, el documento recuerda que nuestro país tiene la segunda tasa más alta de abandono prematuro de la educación y de la formación de toda la UE (casi el 14%), solamente por detrás de Rumanía. Asimismo, somos el séptimo país con más “ninis”, ya que el 12% de nuestros jóvenes “ni estudian, ni trabajan”.
El Informe PISA de la OCDE pone de manifiesto que la educación pública que tanto ensalza el gobierno de Pedro Sánchez exhibe, en realidad, unos resultados mediocres que, de hecho, son cada vez peores. En matemáticas, hemos pasado de 484 a 473 puntos durante la década 2012-2022. En el mismo periodo, la caída es de 488 a 474 puntos en el caso de la lectura, mientras que el resultado cosechado en ciencias supone un descenso de 496 a 485 puntos. Sin embargo, el estudio PISA tiene una contraparte elaborada asimismo por la OCDE y centrada en medir el desempeño de los colegios privados. En este mismo frente vemos que tales centros logran 521 puntos en lectura, 525 en matemáticas y 517 en ciencias. Si la calificación media de la educación pública es de 477 puntos, el resultado promedio de los centros privados es de 521 puntos.
Algo similar ocurre con las universidades. La tasa de paro de los hombres con titulación superior en España asciende al 6,1%, frente al 3,4% que se observa en la Unión Europea. Para las mujeres, la brecha va del 8,6% observado en nuestro país al 4,1% alcanzado al calcular el promedio para el el conjunto de la UE-27. No obstante, los egresados de centros privados presentan una tasa de inserción laboral del 72,2%, mientras que la de los graduados de las universidades públicas se queda en el 59,9%. De igual modo, las bases de cotización de los licenciados que proceden de centros privados son un 12% más altas que las de sus contrapartes con una hoja universitaria ligada a una universidad pública.
Además de la educación, Freemarket CI carga las tintas contra la política imperante en materia de vivienda. En España, el 66% de quienes tienen 18-34 años residen en el hogar familiar, 13 puntos más que en 2008 y 16 puntos más que el promedio comunitario. La proporción de jóvenes propietarios ha bajado alrededor de un 37% durante la década 2011-2022. Para la consultora, “los problemas que hoy vemos en este ámbito tienen mucho que ver con la Ley de Vivienda, que introdujo medidas de control de los precios del alquiler así como otras restricciones del derecho de propiedad”. A todo ello hay que sumarle una amalgama de costes, como los impuestos, las tasas municipales, los gastos de mantenimiento… así como el riesgo regulatorio vinculado a la dificultad de expulsar a inquilinos que incumplen contratos o usurpadores que okupan domicilios ajenos.
Desde que entró en vigor la Ley de Vivienda, la oferta de alquiler de vivienda habitual ha caído un 37%, mientras que el precio ha subido un 13% a pesar de la voluntad explícita de la norma, que aspira a reducir el coste de los arriendos. Se repite, pues, el fiasco apreciado en Berlín, donde la oferta de alquiler ha caído casi un 40% y los precios también han seguido aumentando.
Freemarket CI propone introducir el cheque escolar para diversificar la oferta educativa y financiar de esta forma la prestación universal de la educación por parte de empresas, fundaciones y otras entidades privadas: “este modelo existe ya en numerosos países como Nueva Zelanda, Polonia, Australia, Suecia y diversas regiones de Estados Unidos, Canadá o Italia”, apunta el documento. En cuanto a la vivienda, el informe aboga por “flexibilizar los contratos de alquiler y acabar con la restricción de suelo por parte de las Administraciones”, además de facilitar que grandes tenedores de vivienda puedan hacer macro-proyectos de inversión en este ámbito”.
Fuentes:
Lo que el PIB no te cuenta (eldiario.es)
El PIB per cápita real de España solo creció un 0,1% desde 2019 (theobjective.com)
Con Sánchez somos más pobres, por José María Rotellar (theobjective.com)
Cada vez más españoles cobran un subsidio para pobres – Libre Mercado
Los jóvenes, hundidos en la España de Sánchez: los datos de su dramática situación – Libre Mercado