AUNQUE PIERDA, ¡¡¡ YO NO ME VOY, QUE “ESTO” ES ESPAÑA !!!

En España, el que resiste, gana (Camilo José Cela)

 

Si nos retrotraemos a 1982, Adolfo Suárez fue el primer presidente de la democracia y el primero en formalizar su dimisión tras perder unos comicios. La UCD (Unión de Centro Democrático), el partido de Suárez, pasó de ganar  con 157 escaños en 1978 a quedarse con apenas 11 cuatro años después.

En 2000, la pérdida de millón y medio de votos llevaron a Joaquín Almunia, del PSOE, a dejar su puesto ya que los socialistas aglutinaron 125 escaños ese año, 16 menos que en los comicios de 1996, cuando Felipe González quedó segundo con 141.

En 2008 Gaspar Llamazares  dejaba el poder en Izquierda Unida pues en tan solo 8 años (desde las generales del año 2000), el partido (más bien coalición) pasó de 13 diputados en el Congreso a dos.

En 2012 el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba hacia lo propio tras obtener el peor resultado electoral de la historia del partido: obtuvo 110 escaños (59 menos que 2008), 4,3 millones de votos menos, sin llegar al 30% del electorado y sin vencer en ninguna comunidad autónoma.

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en los primeros comicios de 2019, en abril, se hizo con 57 actas, medio año después, en noviembre, en la repetición electoral, se quedó con 10. Dimitió del partido había fundado el año 2006

Sin embargo, algunos candidatos se han aferrado al sillón político y uno de ellos es el actual presidente del Ejecutivo Pedro Sánchez quien en 2015, con una pérdida de un millón y medio de voto, vio como los pocos escaños obtenidos por su predecesor, Rubalcaba (había sacado 96 en 2011), se reducían en 20, dejando al PSOE con tan solo 78 actas. No decidió dejarlo.

Tampoco después de los desastres electorales siguientes en la Comunidad de Madrid, Galicia y Andalucía, en las elecciones generales dobles de 2019 y en las autonómicas y locales de este 2023. El presidente del Gobierno ha sucumbido, parece que de una forma consciente y definitiva, al llamado síndrome del soldado invencible que le impide reconocer cualquier atisbo de fracasoEl presidente del Gobierno se ha mostrado encantado de conocerse en una torre de marfil blindada con un supremacismo moral y determinista en su propósito de refutar el sentido de la vida de todo el país.

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