Los modelos de protección social están basados en el alemán (Bismark, financiado por cotizaciones de los trabajadores) o en el inglés (Beveridge, financiado por los impuestos generales) aunque en realidad con el paso del tiempo y las reformas efectuadas en casi todos los países desarrollados el modelo actual en un modelo mixto entre ambos.
Hay que recordar que, aunque el primer ministro era Churchill, aquel era un Gobierno de coalición y el “Informe Beveridge” formalmente fue encargado por Arthur Greenwood, ministro laborista para la Reconstrucción, si bien Beveridge pertenecía al partido liberal en representación del cual acabó entrando en el Parlamento
Beveridge estudió en Oxford lenguas clásicas y después matemáticas. Con 24 años empezó a investigar sobre la pobreza y el desempleo en Londres al preguntarse cómo un país rico podía tener tantos pobres. Durante la primera guerra mundial ocupó importantes cargos en la Administración y en 1919 fue durante tres años director de la London School of Economics,
El objetivo de Beveridge era derrotar a los cinco gigantes que sacudían a la sociedad: la Necesidad, la Ignorancia, la Enfermedad, la Miseria y la Vagancia, para lo que era necesario poner en marcha un plan de seguridad social que garantizase prestaciones económicas a toda la población cuando fallasen los medios ordinarios de obtener rentas, un sistema nacional de salud universal, una política de educación potente, una política de vivienda, pues la carencia de una vivienda digna es fuente de miseria, y una política de pleno empleo.
Conocía muy bien la caótica situación de las prestaciones sociales de su tiempo por eso propugnó un cambio radical, ya que la guerra daba la oportunidad de actuar sobre un campo despejado para que la victoria permitiera vivir mejor que en el pasado. No podía repetirse lo ocurrido los años posteriores a la Gran Guerra y la enseñanza de la revolución bolchevique estaba muy presente.
Ese era “el espíritu del 45” que llevó a que en las elecciones de ese año los laboristas con un programa que auspiciaba profundas reformas sociales, entre ellas la puesta en marcha del plan Beveridge, obtuvieron una arrolladora victoria con un 48% de los votos que dieron 393 escaños a los laboristas frente 213 a los conservadores y el Gobierno levantó lo que se ha dado en llamar el Estado del Bienestar.
Ahora otra guerra ha estallado en suelo europeo afectando de modo intenso a la Unión Europea en un contexto en el que, sin haber sido restaurados los destrozos sociales y económicos causados por la crisis financiera de 2008, ha habido que hacer frente a la pandemia del Covid-19. Hoy la desigualdad ha aumentado, la pobreza golpea a una parte importante de la población, incluida la pobreza laboral, algo novedoso. También hay un deterioro de los servicios de salud, una crisis climática y alimentaria que es una de las causas de los fenómenos migratorios
La solución exige medidas audaces y aquí Beveridge puede sernos de utilidad cuando en su segundo informe “El pleno empleo en una sociedad libre”, animaba a ser audaces cuando decía que sus propuestas para alcanzar el pleno empleo se hacían conservando las libertades esenciales del pueblo inglés. Aún así, decía, se puede conseguir el pleno empleo en un régimen de propiedad privada de medios de producción, pero, añadía, si con argumentos teóricos o evidencias empíricas se demostrase lo contrario, no habría duda que ese tipo de propiedad debería ser abolida.
Nuestra constitución reconoce el derecho a la propiedad privada y la libre empresa, pero “de acuerdo con las exigencias de la economía en general”, así como el derecho de los trabajadores al acceso a la propiedad de los medios de producción (art. 129 CE)