La reforma de las pensiones que ha propuesto el ministro José Luis Escrivá y el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) que ha lanzado en apenas una semana para que sea aprobado de urgencia en el Congreso no han logrado despejar ninguna duda entre la población sobre si habrá o no dinero suficiente en la caja común para pagar sus futuras pensiones. Al final todo se reduce a un aumento de las cotizaciones de las empresas y los trabajadores en 0,6 puntos al sistema durante diez años, en los que nadie sabe cómo va a evolucionar el país y la economía, y un sistema de vigilancia posterior por si hay que gastar más o recortar. El problema es que a nadie le salen las cuentas, más que a Escrivá y andamos retocando cada año las pensiones, hasta generar una desafección y un desánimo en la gente que agudiza su convencimiento de que el dinero no les va a llegar como está llegando ahora.
Una de las cuestiones que más sospechas genera a los críticos con la propuesta “voluntarioso” de Escrivá para el MEI, que debiera ser la fórmula de cálculo para garantizar la financiación del sistema, es que solo se centra en el lado de los ingresos y aplaza cualquier recorte del gasto a lo que pase dentro de diez años, con un amplio margen para recortar hasta el 0,8% sobre PIB y, lo que resulta todavía más inverosímil, la posibilidad de devolver si sobra algo. Con ese 0,6 no se soluciona nada ante un problema de una magnitud mucho mayor, da la impresión de que había que hacer algo de cara a Bruselas para que lleguen los fondos y no se caiga ya la economía, y se ha hecho algo como más ideología que sentido común. Lo primero que hay que hacer es reconocer el problema, porque hasta ahora lo único que hay son parches para un mal paño”.
Fuente: La Información