LECTURAS DE VERANO. HISTORIA DE LAS PENSIONES. 3.-INICIO DE LAS PENSIONES ACTUALES (1881)

Desde los cuidados en el grupo tribal en el paleolítico a las pensiones contemporáneas hay un largo trecho histórico en el que abundan ejemplos de instituciones sociales que se han ocupado de regular las transferencias intergeneracionales de recursos, mucho más allá de los círculos familiares más o menos amplios.

El primer sistema moderno de Seguridad Social fue creado por Otto von Bismarck en 1881 (último cuarto del siglo XIX), en la Alemania del Kaiser Guillermo. En el mismo está inspirado nuestro actual sistema de pensiones públicas de reparto, que se configuró en 1978.

 

El Sistema Bismarckiano en Alemania

El canciller prusiano Otto von Bismark creó un programa de seguro social para la vejez. El principal objetivo de esta institución fue promover el bienestar de los trabajadores y evitar un levantamiento social que pudiera demandar medidas más socialistas. Una de las principales funciones que desarrollaba este sistema era proporcionar un seguro en forma de rentas que se pagaban en determinadas contingencias como la vejez o la incapacidad.

 

El sistema introducido por von Bismarck era un sistema contributivo de reparto, es decir, en el mismo existía una relación directa entre las contribuciones de los trabajadores y las pensiones que percibían cuando se retiraban. Asimismo, al ser de reparto, con las cotizaciones en curso de los trabajadores activos se pagaban las pensiones de los jubilados de entonces. En definitiva, fue el primero de todos los sistemas de reparto.

 

Además de al sistema español de pensiones, el sistema bisckmarckiano inspiro a otros sistemas contributivos de reparto del sur de Europa (como Italia y Portugal) y de centro de Europa (Francia, Suiza y Polonia).

 

Beveridge en Reino Unido: el otro gran modelo de pensiones

En el extremo opuesto se encontraría el sistema de pensiones, también de reparto, que se propuso en el “Informe Beveridge”, publicado en el Reino Unido en el año 1942, y que se implantó con posterioridad. El informe Beveridge proponía la introducción de un sistema mínimo, como instrumento de lucha contra la pobreza a modo de red de seguridad, que otorgara una pensión asistencial fija e igual a la mayoría de los trabajadores. El componente redistributivo en el sistema Beveridge resultaba fundamental.

 

El sistema de pensiones públicas en Reino Unido, y en otros países anglosajones,  continua basándose en este modelo Beveridge.

 

Diferencias entre ambos sistemas

La adopción de uno u otro sistema (Bismarckiano o Beveridge) dependió de diversos factores, entre los cuales los aspectos políticos resultaron cruciales. Aunque podría resultar sorprendente, el sistema Bismarckiano fue introducido por la presión de la clase media de entonces, con la influencia de los sindicatos de la época.

 

La influencia de ese movimiento de la clase media contribuyó determinantemente con el movimiento que culminó con la “primera unificación” de Alemania. La introducción de este sistema de pensiones contributivo de reparto representó una forma de combatir la disidencia política y de cimentar la alianza de estos grupos sociales con el Reich (Estado Alemán), para contener la revolución socialdemócrata. El gobierno del Reich jugo un papel muy importante en el diseño y puesta en marcha de todos los sistemas de seguro para las clases medias (jubilación, enfermedad, accidentes, y discapacidad).

 

Los sistemas Bismarckianos o contributivos trataban de satisfacer a la clase media proporcionándole unas rentas suficientes para la jubilación, relacionadas con sus cotizaciones. En cambio, los sistemas tipo Beveridge o asistenciales trataban de defender al mismo tiempo los intereses de los trabajadores más pudientes como los más pobres:

  • Los intereses de los más pobres, ya que al ser la pensión igual para todos los trabajadores, incluso aquellos que hubieran contribuido poco al sistema devengaban el derecho a una pensión.
  • Y de los más pudientes, porque al proporcionar pensiones muy modestas, de subsistencia, las contribuciones necesarias para su financiación son, en consecuencia, menores que las de los sistemas contributivos (bismarckianos) y, por lo tanto, los trabajadores de rentas más altas cuentan con margen suficiente para poder dedicar parte de sus ingresos a contribuciones al ahorro privado (a través de planes de pensiones de empleo y de instrumentos de previsión social personal).

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