LECTURAS DE VERANO. HISTORIA DE LAS PENSIONES. 2.-DESDE LA EDAD MEDIA HASTA 1881

Desde los cuidados en el grupo tribal en el paleolítico a las pensiones contemporáneas hay un largo trecho histórico en el que abundan ejemplos de instituciones sociales que se han ocupado de regular las transferencias intergeneracionales de recursos, mucho más allá de los círculos familiares más o menos amplios.

Respecto a la Edad Media, se mantiene la tradición de que los miembros activos o sanos de la familia extensa, en la que convivían varias generaciones, se hacían cargo de los miembros mayores o con discapacidades que no estaban en condiciones de ganarse el pan con su esfuerzo. Pero también surgen las Gildas que eran instituciones de origen germánico dedicadas a la asistencia mutual y fraternal. En el siglo I surgen las primeras cofradías, sociedades de asistencia mutua, y en los siglos XI y XII surgen los conocidos gremios que agrupaban a personas que practicaban la misma actividad.

 

En el territorio que hoy conocemos como España, la estructura social del siglo X estaba marcada por la agrupación de la población en aldeas. En la Alta Edad Media la gente trabajaba hasta que podía hacerlo y la vejez no suponía un problema pues eran la comunidad y la familia las que se encargaba de las personas que no podían trabajar, entre ellas los ancianos y enfermos. A medida que la población se agrupa en las poblaciones, las personas que no podían trabajar estaban indefensas, puesto que se habían roto los lazos comunitarios que antes le sustentaban. Aún así, hasta el incipiente surgimiento de la burguesía, la vejez se mantenía sustentada en el grupo familiar. Así durante la Edad Media (valdría decir las “Edades Medias”) la asistencia de la vejez y está basada en la Caridad y fundamentalmente nace de la mano de la religión. Era simplemente una manera de paliar lo más grave, pero no se intentaba resolver el fondo de la cuestión abordándose las causas principales que ocasionaban el problema. En las Siete Partidas de Alfonso X (1265), se establecía que el Clero, la Nobleza y el Rey (los tres Estados medievales) debían atender a los pobres que acudiesen a pedirles ayuda.

 

A partir del siglo XIV tras los gremios artesanos surgen también las primeras manifestaciones de trabajadores asalariados: jornaleros, cosechadores,… que forman parte de una nueva clase social que no depende de sí misma para vivir, sino de la venta de su trabajo por una cantidad de dinero (“el salario diario”). Para defender sus intereses comienzan a organizarse en gremios o cofradías, muchas veces al amparo de órdenes religiosas como medida para esquivar la represión de la nobleza. En estas primeras asociaciones gremiales y hermandades se unían propietarios de pequeños talleres con sus aprendices, siendo este modelo organizativo más frecuente en las ciudades y entre los artesanos, que en el campo y entre los jornaleros. Estas asociaciones gremiales dan un nuevo enfoque a la solución del problema de la vejez, planteando la recaudación de dinero por parte de los socios para futuras necesidades. Surge así una segunda forma de afrontar el problema de la vejez: aportaciones económicas de comunidades de trabajadores del mismo sector.

 

En muchas sociedades medievales europeas existían ya instituciones y leyes que regulaban lo que hoy llamaríamos pensiones privadas o, incluso, hipotecas inversas, de las que se servían muchos pequeños propietarios de tierra o inmuebles para proveerse de rentas y servicios  durante su “jubilación” cuando ya no podían utilizar estos activos de manera productiva por sí mismos

 

Ya en el siglo XVI, con el Humanismo del Renacimiento se buscan otras maneras de paliar los problemas. La Beneficencia pública consistía en la prestación de lo mínimo a los necesitados, para subsistir. Esto se hacía a partir de fondos públicos o privados. La Beneficencia no generaba derechos, pero es en esta fase cuando comienza la intervención pública frente a las necesidades de la población. Hay una serie de aportaciones de autores tratadistas (Juan Luis Vives, Domingo de Soto , Cristóbal Pérez, …) que influirán en los siguientes siglos. A finales de siglo se empieza a vincular el tema de la pobreza con los problemas globales, llevando a la conclusión de que los problemas son colectivos. En el siglo XVI aparecen también las hermandades de socorro las cuales se acercan bastante a lo que conocemos hoy como seguro, estas son un claro antecedente de las mutualidades y sociedades de socorros mutuos todas ellas buscaban la protección y ayuda de los humildes y los débiles.

 

Ya en el siglo XVII, y como continuidad y evolución necesaria de las sociedades gremiales, comienzan a surgir las Sociedades de Socorro Mutuo que sobreviven a día de hoy, sólo que con perspectivas distintas.

 

Más adelante en el siglo XVIII aparecen los montes de piedad de origen católico cristiano, más vulgarmente conocidos como montepíos buscaban principalmente la protección de las viudas y huérfanos.

En este siglo la Asistencia Social se organiza a través de un sistema público cuyo fin es ayudar a personas y grupos necesitados. Es ya una ayuda dirigida a cubrir las necesidades básicas. A través de las desamortizaciones a la Iglesia, el Estado comienza a tener más peso y a intervenir en un problema social perdiendo así la Iglesia el protagonismo en este ámbito. La Revolución Industrial y las Revoluciones Políticas influyen decisivamente en la respuesta pública ante los problemas sociales.

 

 

EL “CURIOSO CASO” DE “LA TONTINA”

¿Vuelven LAS MUTUAS DE AHORRO o son los futuros Planes Privados de Pensiones?

Las MUTUALIDADES DE AHORRO Y PREVISIÓN se fundaron con la finalidad de que sus socios mutualistas (ahorradores) obtuvieran una renta que hiciera las veces de pensión y también para recuperar las aportaciones realizadas incrementadas con intereses cuando cumplían los requisitos (generalmente de edad o de cotizaciones) previstos en sus Estatutos.

 

Aunque había sistemas mixtos, las modalidades “de reparto” eran fundamentalmente:

  1. A) La “TONTINA”: las cuotas o aportaciones de los asociados se acumulaban a los intereses y éstos se distribuían en una fecha determinada entre los mutualistas supervivientes. El último superviviente de entre los mutualistas, recibía además la totalidad del capital acumulado. Toma su nombre de su inventor, en el siglo XVII, el banquero Lorenzo Tonti.
  2. B) La “CHATELUSIANA“: el mutualista recibía, mientras viviera, una renta como si fuera una pensión vitalicia. Debe su nombre a un humilde obrero tipográfico (Federico Chatelus) que fue su creador en 1880.

 

La primera TONTINA , en el argot actual “un producto financiero”, se inició en Francia en 1653 a instancias del Cardenal Mazarino, la llamada Tontina Real, con la intención de facilitar un sistema de créditos al Estado que aportó también una cantidad inicial.

 

El sistema se popularizó rápidamente en Francia, Italia y España. La Tontina también tuvo un gran auge en los EEUU e Inglaterra, pero se produjo un gran número de asesinatos entre mutualistas. Así que las autoridades entendieron que era el propio sistema el que incitaba a ello y terminaron prohibiéndolo. Aún así, se tiene constancia de que desde entonces, y hasta hoy, la Tontina clandestina se sigue practicando con gran éxito en ambos países (hay alguna película sobre el tema e incluso un episodio de los Simpson).

 

La Tontina no sólo es aún legal en Francia sino que además es sumamente popular. Enredando en este tema se puede encontrar páginas web prometiendo rentabilidades anuales del 8’5%. La prensa financiera francesa publica periódicamente estudios comparativos entre Tontinas y Planes de Pensiones con la misma seriedad con la qua analiza la solidez de los valores que cotizan en Bolsa.

 

La Tontina en España no llegó hasta dos siglos después de lo que lo hizo en Francia. A mediados del siglo XIX se crearon varias compañías de Seguros de vida que se dieron en llamar “DE SEGUROS MUTUOS” cuando en realidad se trataban de aproximaciones a los métodos de Tonti. Funcionaron durante varias décadas, pero los problemas económicos del país las arrastraron a la quiebra (como al resto del sistema financiero), quedando una muy mala imagen de las mismas. En la modalidad llamada “chatelusiana”, con que operaron algunas compañías de seguros mutuos, destacaron “Los Previsores del Porvenir” y “L’amich del Poble catalá”, aunque en realidad se trataba más bien de mutuas de ahorro para pensiones vitalicias.

 

La Tontina funciona en toda África subsahariana desde hace siglos y evoluciona con gran vitalidad para adaptarse a las nuevas necesidades de la población. Es al mismo tiempo un sistema de ahorro y de crédito, así como una caja de seguridad que excede las simples funciones financieras. Actualmente la Tontina sigue funcionando en España, no como antaño que al final se acababan matando entre sí los socios para ser el único superviviente, ¡faltaría más!, pero sí con la misma base de solidaridad: todos los participantes se involucran de la misma forma, aportando lo mismo, haciendo lo mismo y obteniendo el mismo beneficio.

 

Con la actual crisis que vivimos la gente se vuelca en ayudarse y obtener liquidez “todos de una” (creando especies de “mutuas solidarias” bordeando la legalidad), pero ¡OJO! las entidades financieras/aseguradoras no descansan y no sería de extrañar que empiecen a ofrecer de nuevo TONTINAS o similares (eso sí regalando una tablet a los nuevos ¿”mutualistas”?).

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