El gasto en prestaciones de jubilación se dispara. Incluso tras el fuerte incremento post-Covid en otras partidas, supone el 40% del total de los PGE.
Casi nada impresiona ya en lo que hace referencia al gasto en pensiones, pero cuatro de cada diez euros de gasto real (excluido el financiero) de los Presupuestos Generales del Estado irán destinados al pago de pensiones. Si lo miramos con cierta perspectiva veremos que supone un incremento de ocho puntos respecto al nivel previo a la anterior crisis y eso en un ejercicio en el que se dispara el gasto público en otras partidas (lo que debería contribuir a rebajar el peso de las pensiones en el total del PGE).
Lo que nos indica la evolución general es que, más allá del efecto Covid, que lo ha desvirtuado todo en los últimos dos ejercicios, se mantiene la tendencia de las últimas décadas: el gasto en pensiones sigue creciendo. Así, mientras el gasto total sin tener en cuenta las ayudas europeas subirá un 0,4%, la línea de las pensiones lo hará un 4,8%. Hay otras partidas con más incremento, pero ninguna con tanto peso. ¡Y todavía no ha comenzado el grueso del efecto baby-boom!.
Las cifras de los PGE pueden apabullar y al final es complicado hacerse una idea de si la cosa es grave o estamos ante la evolución normal de cualquier partida de gasto. Comparando con los Presupuestos de 2007, (el año previo a que se desencadenase la gran crisis financiera) con 2015 ( una vez terminada aquella y en un momento de crecimiento y recuperación) y con 2022 (que se supone que serán las cuentas de la recuperación post-Covid) el resultado no deja de llamar la atención: el peso de las pensiones en los PGE sigue en el 40% del total y deja menos margen (mucho menos margen) para todo lo demás. Es cierto que otras grandes partidas como Educación o Sanidad aunque teóricamente son competencias autonómicas las transferencias que el Estado hace a las CCAA y que sirven para financiar sus servicios sí forman parte de de los PGE. De 2007 a 2022, con las cifras incluidas en el Libro Amarillo de los PGE de cada uno de estos años: 2007, 2015 y 2022, el gasto en pensiones es:
- 2007: 91.453 millones – 31,4% del total
- 2015: 131.659 millones – 37,9% del total
- 2022: 171.165 millones – 39,7% del total (excluyendo las ayudas europeas)
Así, esta partida, que incluye pensiones contributivas, no contributivas y clases pasivas, acapara ya más de ocho puntos de gasto que hace apenas quince años.
NOTA: se habla de gasto nominal y el ajuste con la inflación minimizaría el efecto de ese incremento desde los 91.000 millones de 2007 a los más de 171.000 previstos para el próximo año. Pero si cogemos agosto 2006 frente a agosto 2021 (último mes disponible en el INE) la tasa de variación es del 23,1%. Es decir, los 91.453 millones de 2007 serían unos 112.579 millones a finales de 2021 pero los PGE 2022 indican más de 171.000 millones de euros.
Las razones “técnicas” de este sobre incremento son fundamentalmente dos:
1.- El número de jubilados crece cada año y lo hace más que proporcionalmente al incremento de la población: en 2007 había algo más de 7,5 millones de pensionistas que cobraban unos 8,4 millones de pensiones contributivas; en septiembre de este año, ya tenemos a casi 9 millones de pensionistas y 10 millones de pensiones contributivas (8.949.770 y 9.871.644, respectivamente).
Desde enero hasta agosto de 2021 han causado alta 399.911 nuevas pensiones. Durante el mismo periodo, desde enero hasta agosto de 2021, han causado baja 330.040 pensiones. Es decir, sólo en los ocho primeros meses de este año, hay 70.000 pensiones más que pagar.
2.- Las pensiones de los nuevos jubilados son mucho más elevadas que las de los fallecidos pues las nuevas altas llegan a la jubilación con más derechos acumulados, carreras más largas, etc.
La pensión media de jubilación en el Régimen General de las nuevas altas suponía en 2007 una mensualidad de 1.234 euros al mes; en agosto de este año, esta prestación de las nuevas altas asciende a 1.502 euros. Como la pensión media de las bajas del régimen general en este mes de agosto ascendía a 1.218 euros al mes, cada nuevo pensionista de Régimen General que sustituye a un fallecido genera 300 euros más de gasto al mes (hablamos de jubilación y régimen general, en cada régimen y clase habría cifras diferentes pero siempre al alza).
Todo esto es el pasado, eso es verdad, pero anticipa el futuro: habrá más pensionistas y tendrán derecho a pensiones mucho más elevadas que las de los fallecidos.
Además, los baby-boom en España todavía no han alcanzado, en general, su edad de jubilación con lo que estas tendencias que se refieren a los últimos quince años podrían agudizarse en los próximos quince.
A todo ello se suma que ligar las pagas contributivas al IPC tensiona las cuentas de la Seguridad Social aún más, ya que implicará, dependiendo del dato final de inflación media en 2021 que se conocerá en diciembre, un disparo del gasto de más de los 5.000 millones de euros, desglosados en unos 3.000 millones de euros por la revalorización del IPC y en la ‘paguilla’ de 2.000 millones que se abonará en febrero por las desviaciones del IPC previsto para 2021”. Lo cierto es que revalorizar las pensiones de acuerdo a la inflación tiene un peligroso efecto acumulativo: lo que se sube un año, hay que seguir pagándolo los años siguientes, hasta que el pensionista fallece.
Para el sistema, está claro que supone un coste adicional que debe ser tenido en cuenta, pero no solo en el próximo ejercicio, sino también en los siguientes, porque el efecto es acumulativo. Habrá que tener en cuenta dicho coste para no agravar el déficit actual y, por tanto, su necesaria compensación vía recursos adicionales o contención de gastos”.
Cierto es que mantener el poder adquisitivo de las pensiones es una lucha constante de la sociedad, pero hay que pensar que esas pensiones van a ser pagadas con los sueldos de los que trabajan, y no tiene sentido luchar solo por las pensiones, si no se lucha por tener salarios y empleos suficientes.
La pregunta es muy clara: desde un punto de vista presupuestario, teniendo en cuenta que además el gasto sanitario crece de forma pareja al envejecimiento de la población: ¿hay margen para ese incremento desenfrenado? Si ya gastamos el 40% de los PGE en pensiones, ¿qué otras partidas se recortarán? ¿qué impuestos se subirán? ¿cuánto habrá que sobre endeudarse?