LA REFORMA LABORAL: MÁS PRECARIEDAD

Yolanda Díaz alardeaba de que su reforma laboral cambiaría por completo el mercado español.

Ha sido un cambio notable a peor.

Un 20,18% de los contratos dura menos de una semana, un empeoramiento de dos puntos desde marzo de este año

 

La duración media de un contrato en España baja de 52 a 45 días tras la reforma laboral

La duración media de un contrato laboral fue de 45,18 días en noviembre de este año, siete días inferior a la del mismo mes del año anterior, según un estudio de la Unión Sindical Obrera (USO).

 

Ello supone que la duración media de los contratos ha caído en tan solo un año y tras la reforma laboral impulsada por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, que entró en vigor en enero de 2022, pero cuya implantación completa se realizó en marzo de este año. Así, en noviembre de 2021, la duración media de los contratos fue de 52,01 días frente a los 45,18 actuales.

 

El estudio realizado por USO señala que “en el mes de octubre se han realizado un total de 1.424.283 contratos, lo que supone un 29,5% menos que en el mismo mes de 2021”. La tendencia es preocupante. Pero, además, como señala el sindicato, “esta caída de la contratación es consecuencia del cambio en la tipología de la contratación, que conlleva un aumento de la contratación indefinida que alcanza el 45,18% del total de contratos en noviembre, un tres puntos y medio menos que en octubre que fue del 48,66%”.

Según el mismo estudio del Gabinete de Estudios de USO, «sigue siendo una tónica habitual los contratos de duración inferior a la semana». Estos suponen un 20,18% respecto al total de contratos, dos puntos más que en marzo de 2022, mes de la completa implantación de la reforma. Es decir, uno de cada cinco contratos dura menos de siete días.

 

En el caso del contrato temporal, el empeoramiento ha sido mayor. Un 35,5% de la totalidad de temporales duran menos de una semana, lo que supone un ascenso de 5,5 puntos respecto a noviembre de 2021. Y el contrato temporal más numeroso, el eventual por causas de la producción, se queda en 32,63 días, representando el 74,4% del total de contratos temporales realizados. Muchos empresarios contratan de lunes a viernes, y dejan a los empleados fuera el fin de semana, lo que supone una merma de ingresos por cotizaciones a la Seguridad Social, tal y como se constata en los saldos negativos de afiliación a la Seguridad Social de los viernes.

 

El estudio de USO destaca otras fisuras que hasta ahora ha detectado en la andadura de lo que prácticamente es el primer año de reforma laboral. «Se está troceando el empleo y creando una situación donde tener un contrato indefinido no implica tener un salario que permita llegar a fin de mes». De ahí el aumento del pluriempleo que se está constatando en el mercado laboral y que prueba el hecho de que sólo un 41,1% de los contratos laborales son a jornada completa.

 

Se está produciendo el singular fenómeno de que hay trabajadores en riesgo o en situación de pobreza teniendo un contrato indefinido, lo que les aboca al pluriempleo para poder sostenerse. Solo el 15% del total de contratos firmados en octubre fueron indefinidos a tiempo completo, frente al 37,8% de contratos temporales firmados a jornada completa.

 

Es más, uno de los actuales contratos temporales más usado en estos momentos como refugio es el conocido como eventual por circunstancias de la producción: es el más numeroso y representa el 74,4 % del total de contratos temporales realizados. Y su duración media queda en sólo 32, 63 días. El siguiente tipo de contrato temporal más recurrido es el de sustitución: representa el 15,7% de todos los temporales y su duración media queda en 47,60 días.

 

“Considerando sólo los contratos indefinidos realizados nos encontramos que sólo un 41,1% de ellos son a jornada completa. Se está troceando el empleo y creando una situación donde tener un contrato indefinido no implica tener un salario que permita llegar a fin de mes; se está generando el trabajador en riesgo o en situación de pobreza teniendo un contrato indefinido. Se está produciendo un incremento de las situaciones de pluriempleo, se necesita más de un contrato (empleo) para llegar a fin de mes”, concluye USO. Y eso es justo lo que aseguraba Yolanda Díaz que pretendía solventar con la reforma.

 

Desde que se implantó la reforma laboral, se ha suscitado un debate sobre los fijos discontinuos, debido a que son trabajadores indefinidos pero que prestan sus servicios al empleador de forma intermitente. De ahí que su consideración como fijos en los periodos que no están trabajando resulte discutible. La reforma del Ejecutivo no ha resuelto el problema de temporalidad, y además lo camufla a través de cambios en las estadísticas oficiales.

 

Por otra parte, solo un 9% de los contratos se realizan a mayores de 55 años, lo cual exhibe una dificultad especial de nuestro mercado laboral a la hora de sacar de la situación de desempleo a trabajadores llamados a prolongar su vida laboral para acercar la edad efectiva de jubilación a la edad legal.

 

Trabajo ha ‘borrado’ a 115.000 fijos discontinuos de las listas del paro lo que equivale al 51% de la reducción del paro desde diciembre de 2021

Desde la entrada en vigor de la reforma laboral, el paro registrado se ha reducido en 224.525 personas. Una cifra equivalente al 51% del descenso es la que suman aquellos que salieron de esa lista, no por haber cambiado su situación laboral, sino por un trasvase estadístico: el SEPE los movió a la casilla de demandantes con relación laboral. En total, 114.789 personas.

 

En los periodos en los que no trabajan y esperan a volver a ser llamados por la empresa, se dan de baja de afiliación a la Seguridad Social y tiene derecho, siempre que hayan cotizado lo suficiente, a una prestación por desempleo. Pero no cuentan como parados registrados, ya que el contrato sigue en vigor. Esto no ha cambiado con la reforma laboral, pero hay una diferencia cuantitativa relevante: estos contratos se han disparado esto ha generado una enorme confusión alrededor de las estadísticas, incluso en el propio Ministerio de Trabajo.

 

Prueba de ello es que, hasta hace poco, su propio gabinete de prensa aseguraba que estos trabajadores, cuando no están activos, computan como DENOS (demandantes no ocupados), cuando la propia metodología del Servicio Público de Empleo Estatal los clasifica claramente como demandantes ocupados con relación laboral.

 

Hace unas semanas, Fedea publicó un demoledor informe en el que afirmaba que el paro ‘efectivo’ (que tiene en cuenta el de los demandantes de empleo con relación laboral, excluyendo a los afectados por ERTE) se situaría en 3,4 millones de personas, 556.000 más de las que contabiliza el Gobierno Una diferencia que sería coherente con el aumento de trabajadores con contratos fijos discontinuos, si no fuera por la creciente divergencia entre ese paro ‘efectivo’ y el registrado.

 

Solo entre octubre y noviembre, el primero bajó en unas 60.000 personas, mientras el segundo ha aumentado en unas 210.000.  Esto apunta a que hay más altas de fijos discontinuos como demandantes que bajas de parados ‘oficiales’.

 

El análisis de las estadísticas revela el trasvase directo entre ambas categorías de personas sin actividad: es decir, que, de un mes a otro, miles de personas salen de la columna de parados para apuntarse a la de demandantes con relación laboral porque el SEPE ha revisado su situación. Este tipo de ajustes se producían antes de la reforma, con picos en agosto y diciembre (meses en los que los fijos discontinuos finalizaban las actividades vinculadas al turismo). Pero la cifra acumulada hasta noviembre multiplica por más de cinco la anotada en el mismo periodo del año anterior. La diferencia se intensifica a partir de abril, cuando terminó el ‘periodo de gracia’ para la supresión de los contratos temporales por obra y servicio y los trabajadores con contratos fijos discontinuos empezaron a dispararse. La comparativa interanual no está sesgada por la pandemia. Las cifras de 2021 (21.795 afectados), son incluso un poco menores que las de 2019 (23.841 personas). 

 

Llama especialmente la atención el dato de octubre, cuando 53.000 parados pasaron a ser demandantes de empleo con relación laboral. Supone casi la mitad del ajuste en lo que va de año. Además, en un mes en el que en años anteriores el trasvase no supera los 1.300. Esto no se explica sin una inspección por parte del SEPE, que coincidiría además con la revisión de las causas de baja de afiliación que lleva realizando desde septiembre la Tesorería General de la Seguridad Social

 

Pero desde el ministerio que dirige José Luis Escrivá, afirman que sus trabajos, que continúan, se limitan a clarificar las estadísticas para mejorar su transparencia (como, precisamente, reclaman los académicos), y sus resultados no revelan situaciones excepcionales, más allá de las derivadas del aumento de estos empleos. Que el trasvase de noviembre sea mucho menor que el de octubre lo confirmaría.

 

En cualquier caso, el trasvase significa que se trata de fijos discontinuos inactivos registrados indebidamente como parados. Ello afectaría a otras cuestiones, como el cobro de prestaciones. Pero el Ministerio de Trabajo se limita a defender la “profesionalidad” de los funcionarios (que nadie pone en cuestión) y a negar cualquier tipo de ajuste en las cifras. Pero entonces lo que se confirma es la precariedad. Si, de un mes a otro, una persona pasa de la casilla de parado registrado a la de relación laboral por haber encontrado empleo con un contrato fijo discontinuo, significa que su actividad ha durado menos de un mes y ha tenido que volver a apuntarse al paro, aunque en otra categoría.

 

Por ello, el PP defenderá una proposición no de ley para que el Gobierno diseñe un indicador complementario de empleo que diferencie el paro registrado en el SEPE del «efectivo», pues considera que el fuerte incremento de contratos fijos discontinuos firmados desde la entrada en vigor de la reforma laboral altera las estadísticas que ofrece Trabajo. Este indicador de paro efectivo resultaría de la suma de los demandantes de empleo parados y aquellos demandantes de empleo con relación laboral. Entre estos últimos demandantes se encuentran los fijos discontinuos.

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