LA REFORMA DE LAS PENSIONES Y LA BRECHA GENERACIONAL

El Gobierno estudia blindar las actuales pensiones a costa de recortar las futuras prestaciones de los que ahora trabajan

Indexar la revalorización al IPCsignifica que las pensiones actuales mantendrán o elevarán su poder adquisitivo, pero este incremento estructural del gasto requiere ahora un ajuste para hacer sostenible el sistema, es decir, la SS  decide “quién paga”.

Los elegidos por el Gobierno son los trabajadores actuales, probablemente aquellos que tengan hoy menos de 60 años. La SS ha ganado unos años de margen gracias al traspaso de los ‘gastos impropios’ al presupuesto del Estado, lo que anticipa que aquellos que están a punto de jubilarse no se verán afectados por la reforma.

La propuesta del Gobierno pretende moderar el gasto en pensiones con prestaciones más bajas en el futuro, y con esta elección se generaría un desajuste, ya que serían los trabajadores actuales quienes tendrían que soportar el coste de reajustar un sistema que lleva décadas desfasado pues el problema de la pirámide poblacional es ampliamente conocido desde los años ochenta.

Quienes están hoy jubilados no tienen capacidad de reacción para buscar ingresos adicionales si sufren un recorte de su pensión pero, al parecer los actuales trabajadores sí tienen la capacidad para mejorar sus ingresos o para elevar su ahorro de cara a la jubilación..

La contribución que haga cada una de las diferentes generaciones involucradas también debería tener en cuenta su capacidad económica y no solo la edad.

Desde el estallido de la crisis del año 2008, si ha habido un grupo social que ha salido reforzado, ese esel de los jubilados.

CONSUMO: En el año 2019, el único grupo social que había recuperado y superado los niveles de consumo de la burbuja inmobiliaria son los pensionistas. El gasto por persona superó los 13.300 euros (un 13% más que en el año 2008) y con esta subida se han convertido en el grupo social que más consume, solo por detrás de las personas cuyos ingresos principales proceden de las rentas del capital (grandes patrimonios). El consumo de los jubilados es un 12% superior al de los trabajadores asalariados.

RENTA: Las cifras son similares si se analizan desde el punto de vista de la renta. Los ingresos netos per cápita de los mayores de 65 años han crecido un 22% desde el año 2007 (primer dato de la Encuesta de Condiciones de Vida), mientras que los ingresos de los que tienen entre 16 y 29 años están estancados y los del grupo de 30 a 44 años han crecido apenas un 4%. De esta forma, el grupo social con mayores ingresos son los jubilados, que han superado en este periodo a todos los trabajadores, con una renta per cápita de casi 13.000 euros en 2018 (último dato disponible).

La renta de los jubilados ha superado incluso a la de los trabajadores sénior: en 2007 era un 12% inferior y en 2018 era ya un 3% mayor. Lo que es indudable es que quienes más ingresan en la actualidad no son los trabajadores, sino los pensionistas. Este desequilibrio podría invitar pensar en un reparto diferente de los esfuerzos para corregir los defectos del sistema de pensiones. Al menos uno que no cargue todo el ajuste sobre los menores de 55 años.

POBREZA: Los datos del riesgo de pobreza también son muy diferentes en función de las franjas de edad y, nuevamente, los jóvenes salen perdiendo. La tasa de riesgo de pobreza de los menores de 29 años duplica a la de los mayores de 65 años. Además, los jóvenes cuentan con una agravante que es muy importante: la vivienda. Según la última ‘Encuesta de condiciones de vida’, del BdE (del año 2017), el 84% de los hogares en los que el cabeza de familia tiene más de 65 años tienen vivienda en propiedad, mientras que entre los menores de 35 años este porcentaje se reduce al 41%, menos de la mitad.

Eso significa que los jóvenes se han quedado al margen del proceso de revalorización de la vivienda que se ha producido en los últimos años de recuperación económica. Sin embargo, han sido quienes han sufrido el incremento del coste de los alquileres, lo que significa una transferencia de rentas a los propietarios de vivienda, en muchos casos, personas mayores. De hecho, el 61% de las personas entre 65 y 74 años tienen otras propiedades inmobiliarias además de su casa principal.

Con todos estos datos sobre la mesa sería incomprensible que la futura reforma de las pensiones asigne los esfuerzos solo en función de la edad. O, visto en términos políticos, en función del número de votos de cada cohorte de edad. Cualquier reforma que no respete la solidaridad entre ciudadanos en función de su renta estará abocada a generar una fractura generacional.

Fuente: El Confidencial

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