El reto es considerable. España registró en 2020 la segunda tasa de abandono escolar más alta y el peor dato de paro juvenil de la UE, que alcanzó el 38% en el segundo trimestre de 2021. Además, en la última década el desempleo estructural se ha enquistado en nuestra economía.
El ritmo al que se han producido transformaciones de calado en los últimos meses no parece que vaya a decaer en los próximos y el talento será clave para no quedarnos atrás. Es el talento el que nos va a permitir situarnos a la vanguardia y construir un tejido productivo que procure un crecimiento sostenido a medio y largo plazo fundamentado en el empleo. En definitiva, el talento será el motor que nos conduzca a la sociedad que queremos.
La economía y la propia sociedad evolucionan a gran velocidad, en buena parte debido al impacto de las nuevas tecnologías, los cambios demográficos y la globalización. Esta situación ha producido una desconexión entre las necesidades de formación del sistema productivo y las competencias que los jóvenes adquieren en el sistema educativo, lo que explica en parte la coexistencia de vacantes difíciles de cubrir en el mercado laboral con elevadas tasas de desempleo juvenil.
Se debe fomentar capacidades como el trabajo en equipo, el liderazgo, la negociación o la comunicación, necesarias para promover la eficiencia, la competitividad y la cultura de las organizaciones.
El modelo de ‘liquid learning’ maximiza el aprendizaje del alumnado en un entorno en el cual lo digital y físico están necesariamente interconectados. Es un modelo muy flexible en el cual, dependiendo de la estructura y el formato de cada programa, las clases pueden ser online, offline, síncronas, asíncronas, en cualquier otro lugar del mundo. El alumno puede fluir y trasladarse sin problemas entre entornos y situaciones digitales y físicas, tanto durante como después de sus estudios.
En un entorno cambiante como el nuestro, hay que centrarse en hacer realidad el concepto de máster, es decir, en convertir en maestros en la materia a los estudiantes, para que salgan de las aulas con las herramientas de su profesión muy mecanizadas, de manera que sean autónomos y adaptables en todo momento y situación laboral. Eso implica reforzar la práctica, el entrenamiento y la aplicación de todos los aprendizajes y también ayudar a desarrollar autonomía, pensamiento crítico y capacidad de analizar las situaciones con una mentalidad abierta y dispuesta al cambio y la innovación.
La revolución digital no es opcional: o cambias o te cambian. Es preciso apostar por la confluencia simultánea de numerosas tecnologías exponenciales como el big data, la inteligencia artificial, el blockchain, la computación cuántica, el internet de las cosas (IoT), la robótica o la realidad virtual. Es una oportunidad única para afrontar con éxito el proceso de transformación digital que también afronta el sector legal. y ayudará a los alumnos a diferenciarse: hoy en día, o eres distinto o eres sustituible.
Si un titulado universitario puede alcanzar durante su carrera profesional un nivel de renta un 50% mayor respecto al de estudios de Secundaria, un título de posgrado eleva la diferencia al 85%
Fuente: ABC