La dictadura del baby boom: por qué la economía hará lo que los boomers digan, y punto en boca

La generación más numerosa de la historia se ha hecho con los mandos de patrones de consumo y modas, tendencias socioeconómicas y culturales y políticas públicas.

La economía hace lo que dictan los bebés del boom. Lleva medio siglo siendo así, e irá a más.

La imagen podría ser la de una serpiente pitón que acaba de tragarse un cerdo. Los boomers serían el cerdo, y la piel de la serpiente los cambios económicos y culturales desplazándose por la pitón a medida que los boomers crecen.

«Cuando tenían pocos años, los publicistas inventaron los frascos para medicamentos a prueba de bebés. Al llegar a la adolescencia, fue la explosión del rock and roll. Con poco más de 20 años llegó la revolución sexual», cuenta la antropóloga Helen Fisher en su libro Anatomía del amor.

Después, entre los 30 y los 40 años, las guarderías se convirtieron en el monotema en medios de difusión, y ahora que están a punto de jubilarse se habla del auge de los seguros de ahorro y jubilación.

Aunque el baby boom llegó algo más tarde a España, su impacto en economía y cultura ha sido igual de determinante, y revela cómo la generación más numerosa de la historia se ha hecho con los mandos de patrones de consumo y modas, tendencias socioeconómicas y culturales y políticas públicas.

«La demografía lo marca todo. Dos terceras partes de todo lo que nos rodea se explican por ella, así que sí, el tamaño de las cohortes influye», resume José Ignacio Conde-Ruiz, doctor en Economía por la Universidad Carlos III, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Complutense y subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).

Una asombrosa cantidad de 76 millones de bebés nacieron en los Estados Unidos entre 1946 y 1964. En España, la explosión de natalidad llegó algo más tarde: «entre 1957 y 1977 fueron los años de más nacimientos en España, con una media anual de unos 668.000 bebés, más del doble que hoy en día», observa Ansgar Seyfferth, colaborador de la Fundación Alternativas y director para España y Portugal de STAT-UP. Eran los bebés del boom.

Estamos hablando de alrededor de 21 millones de personas en un país de 48 millones. Una sola cohorte que supone más del 30% de la población en España. «Son muchos, y además ahora ocupan los puestos de decisión y el poder económico», apunta César García, profesor de ESIC University.

Acorde con la hipótesis de Fisher, «conforme se mueven a la derecha hacia franjas de edad mayores, el centro de gravedad de la sociedad se desplaza con ellos, ya que esta generación, al ser la más numerosa, es también la más influyente y más atractiva como consumidores y votantes», aclara Seyfferth.

«Una generación mayoritaria impone sus referencias culturales, y también tiene mayor poder económico, con lo cual se erigen en el target natural de multitud de empresas», ilustra García.

García pone como ejemplos el caso de empresas fenecidas en los 70 que ahora resurgen ahora, como J’Hayber, Paredes o Kelme. «También asistimos al resurgir de remakes cinematográficos y de series que triunfaron con esas generaciones». Ha pasado con DuneLos goonies o Star Wars.

«Es más o menos obvio que esos niños y niñas van a ir creciendo e implicando a todo lo que los rodea: la cultura, el ocio, sanidad, empleo, etc. Esto afecta al consumo de manera directa, a la creación de nuevas empresas o de nuevos productos o servicios que antes no existían», confirma Paco Lorente, profesor de marketing y conducta del consumidor de ESIC University.

Ok, boomer: son más, y más ricos

Pero no solo es por tratarse de la generación más numerosa. También es la que más riqueza acumula. Los boomers acaparan alrededor del 45% del patrimonio neto de los hogares españoles en 2022, según la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España.

«Amasan un volumen de riqueza brutal que otras generaciones más jóvenes o sus padres no han tenido: propiedades, cuyo valor se ha disparado en los últimos años, y todo tipo de activos financieros», explica María Romero, socia directora de Economía en Analistas Financieros Internacionales (Afi).

La riqueza media de los hogares donde el cabeza de familia tiene entre 55 y 65 años alcanza los 330.427 euros, más del doble que la de la media del conjunto de España.

No es de extrañar que se hable de Gran Sucesión para referirse a la macro herencia que recibirán los hijos de los boomers, y que supondrá la mayor transferencia de recursos de la historia entre generaciones.

Un país en construcción: el caldo de cultivo

Pero, ¿por qué ellos sí y otras generaciones no? Se preguntará alguien. Ni los padres de los boomers ni sus hijos han logrado acumular tanto patrimonio. Y la respuesta está en una serie de factores que coincidieron al mismo tiempo y que, juntos, constituyen el caldo de cultivo para la dictadura del baby boom.

«La correlación de expansión demográfica, económica y urbana es lo que produce esta circunstancia especial, más que el número de personas en sí mismo», resume Jorge Galindo, director adjunto de EsadeEcPol, y añade:

«El baby boom en España coincidió con la expansión económica del país después de años de desastre económico y social tras la guerra, y también coincide con el éxodo rural y por tanto con la construcción de viviendas para acoger a toda esa población».

«El desarrollismo franquista creó unas condiciones materiales y culturales que favorecieron una elevada natalidad y llevaron al boom de nacimientos», apunta García.

Mientras tanto, el éxodo rural se tradujo en la construcción de miles de viviendas a toda velocidad en grandes urbes. En los años 60 más de 3 millones de personas dejaron el campo para vivir en las ciudades.

En Badía del Vallès, a menos de 50 kilómetros de Barcelona, «se construyeron 5.000 pisos en 5 años, y en Bellvitge (un barrio de Hospitalet de Llobregat) se hicieron 10.000 entre 1965 y 1974, y lo mismo en ciudades del sur de Madrid, como Getafe, Alcorcón o Móstoles», recuerda Gonzalo Bernardos, profesor titular de Economía y director del Máster Inmobiliario de la Universidad de Barcelona.

El origen del pelotazo

La coincidencia de esta expansión de natalidad en un momento de expansión económica derivada de ka posguerra, explica Romero, «ha abierto las puertas de muchos cambios relevantes en la economía y de cómo concebimos el estado de bienestar».

Un ejemplo es la popularización de las universidades. «Fue la primera generación que ha llegado de forma masiva a la universidad, con un nivel de formación más alto que se ha traducido en mayores rentas y que ha condicionado a generaciones futuras».

Y a más renta, mayor poder adquisitivo. Los boomers tenían dinero para gastar y el aperturismo económico del país facilitó que tuvieran opciones para ello: crecieron las matriculaciones de coches, y aparecieron nuevos electrodomésticos como el lavavajillas, cuyas ventas alcanzaron el millón de en 1998; o el microondas, que batió un récord de más de 2 millones de unidades vendidas para 2007.

También favoreció el auge del turismo: la generación del boom comenzó a explorar destinos dentro y fuera de España, lo que a su vez impulsó la creación de infraestructuras turísticas y la promoción de la marca España en el extranjero.

Pero si hay un apartado que ha marcado un antes y un después en esta generación y su riqueza, ese es… (redoble de tambores): la vivienda (sorpresa para nadie).

Un país de propietarios: «las casas se sorteaban»

«En términos de consumo y de patrimonio, la vivienda es el rasgo más definitorio de esta generación en España. Quienes pudieron acceder a una vivienda antes de la burbuja compraron comparativamente barato y ahora son ricos», observa Galindo.

Fue el gran pelotazo. Desde entonces (en la última década), el precio de la vivienda no ha dejado de subir, hasta situarse a solo un 3,4% de los niveles de la burbuja inmobiliaria (y batir máximos en algunos mercados).

Que España sea un país de propietarios no es casualidad. Si a día de hoy el 75% de los hogares reside en una vivienda en propiedad, es porque hubo un tiempo en que el Gobierno lo apostó todo por la vivienda protegida.

«En España hemos construido riqueza a través de la compra de vivienda. Esa generación tuvo un acceso masivo a un bien tan central para la construcción de riqueza y patrimonio», asegura Galindo.

Hasta 2001, el 70% de las familias españolas que pudieron acceder a una primera vivienda lo hicieron a través de una Vivienda de Protección Oficial (VPO), según un informe de la Fundación Alternativas. «Este tipo de vivienda influyó en más de un 80% al crecimiento del parque principal hasta el año 1991, y todavía hasta una media cercana al 70%, hasta el año 2011», señala el informe.

Durante aquellos años la política de vivienda estuvo consagrada a la vivienda protegida de compraventa, mediante ayudas a la construcción y a la compra. De nuevo, el peso de una generación importa a la hora de definir las políticas públicas, y por aquel entonces lo que necesitaban era un piso donde vivir.

Pero cuando la necesidad estuvo cubierta, la política pública desapareció.

«Hace 25 años, el Gobierno destinaba más de un punto de PIB para inversión en vivienda. Ahora la inversión en vivienda apenas llega a 3 o 4 décimas, y buena parte va a parar a rehabilitación, lo que de nuevo ayuda más a la generación del baby boom», ilustra Conde-Ruiz.

«Las generaciones inmediatamente posteriores al baby boom apenas suponen un 5% de los propietarios, en muchos casos retrasando la compra de vivienda porque no es accesible», coincide Galindo.

La generación mimada de la política

Conforme el cerdo iba desplazándose por la pitón, la postal iba cambiando. No hay más que pensar en las necesidades de la generación más numerosa de la historia para conocer cuáles serán las prioridades en la agenda política. No extraña que el dinero que ya no se destina a vivienda… vaya a parar a pagar las pensiones.

«A mi generación nos acompañó la economía. Un político en los años 90 no podía olvidar a los jóvenes; suponían el 35% del electorado. Siempre hemos contado con el apoyo público», afirma Conde-Ruiz, que precisamente es autor del libro La juventud atracada: Cómo un electorado envejecido cercena el futuro de los jóvenes.

Está bien. Por una cuestión de números, es normal que una parte importante de las políticas públicas vayan destinadas a este grupo poblacional. Sin embargo, hay una inclinación extra de la balanza.

«Tiene sentido que aumenten las políticas que favorecen a los más mayores, como Sanidad o las pensiones, pero hay algo que va más allá de la demografía general, y es la demografía política: son un grupo relevante para los políticos, por lo que se va a priorizar el gasto para este grupo», señala Conde-Ruiz.

«En cambio ahora los jóvenes no lo tienen. El apoyo público sigue estando en quienes lo tenían cuando eran Jóvenes», continúa. No es casualidad que los jóvenes de 20 a 29 años apenas supongan el 10% de la población (un 20% si se les suman los de la franja de 30 a 39 años).

La generación del baby boom ha sido protagonista de la reivindicación de políticas activas de envejecimiento y de atención a la dependencia, con las manifestaciones de miles de jubilados pidiendo la revalorización de su pensión las pensiones como prueba.

El Gobierno cedió e indexó las pensiones a la inflación. «Son batallas que se ganan más fácilmente por volumen de personas y peso en voto», observa Romero.

«Esto ha llevado a un cambio en las prioridades de las políticas públicas en España«, confirma Romero. En los últimos 20 años, el gasto en pensiones se ha disparado más de un 109%, según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Solo en un mes del año, el Gobierno gasta casi 13.000 millones de euros en pensiones.

De cara a los próximos años, ese gasto se irá incrementando, y también el de partidas relacionadas con los cuidados y el envejecimiento demográfico.

The future is boomer?

«Es evidente que los hábitos de consumo de esta parte de la población afectarán a la economía. Los negocios que más tiren en el futuro serán aquellos que den bienes y servicios a la población mayoritaria, que son los mayores», añade Romero.

Máxime si tenemos en cuenta que, dada la precariedad que sufren los más jóvenes, los boomers seguirá siendo la generación que más riqueza acumula y por tanto la más propensa al gasto.

El problema, advierte Conde-Ruiz, es que «si las políticas públicas dejan de mirar al largo plazo para centrarse en envejecimiento, el crecimiento será menor, y eso perjudicará a jóvenes y mayores».

No hay que irse muy lejos, tanto el Banco de España como el Consejo Económico y Social han advertido de que el drama actual de la vivienda, si no se soluciona, «puede convertirse en un cuello de botella estrangulador del crecimiento económico».

Según el INE, para 2052 los mayores de 64 años se habrán incrementado en más de 7 millones de personas, mientras que el grupo comprendido entre 16 y 64 años habrá perdido casi 10 millones.

Dada la inversión de la pirámide poblacional, se calcula que para mediados de siglo la tasa de dependencia será prácticamente del 100% (frente al 53% actual). Eso significa que si ahora cada pensión se sostiene con 2 trabajadores, en unos años apenas habrá un cotizante para sostener a cada pensionista.

Eso puede condicionar a siguientes generaciones: o bien se mantienen las pensiones a costa de un mayor esfuerzo por parte de generaciones jóvenes con menores rentas, y empeora la situación de precariedad de los jóvenes, o bien se busca una reforma que asegure la solidaridad y la sostenibilidad del sistema de pensiones.

«El equilibrio generacional se puede escorar hacia tratar bien a un grupo y olvidarnos de otros», lamenta Romero, y advierte: «Puede que los jóvenes no sean caladero de votos, pero se puede crear una desigualdad intergenercional brutal, y son los hijos de esos padres».

Fuente: La dictadura del baby boom: por qué la economía hará lo que los boomers digan, y punto en boca

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