LA CAJA UNICA DE LA SEGURIDAD SOCIAL “SALVA” LAS PENSIONES DE CATALUÑA Y EL PAIS VASCO

Las pensiones catalanas son las que más se benefician actualmente de la caja única nacional. Sin la tutela estatal, sería incapaz de asumir el coste de las pensiones

 

SEPTIEMBRE 2023

 

Los partidos independentistas catalanes y vascos han vuelto a poner sobre la mesa de negociación de la investidura de Pedro Sánchez la ruptura de la caja única de las pensiones, además de una Agencia de la Seguridad Social propia para gestionar el sistema de cada una de esas comunidades. Sin embargo, sin la tutela estatal parece imposible que ni Cataluña ni el País Vasco puedan financiar y desarrollar un régimen de pensiones y de protección social de los residentes en estas comunidades y además, por si fuera poco, cuentan con la dificultad añadida de que muchos de los pensionistas han retornado a sus lugares de origen, entre ellos Andalucía o Extremadura.

 

Cataluña tiene en la actualidad el récord de pensiones regionales (casi 1,8 millones), también de gasto en nóminas (2.206 millones de euros mensuales). Según los datos de la Intervención General de la Seguridad Social  la diferencia hasta agosto entre los ingresos por cuotas de empresas y trabajadores (derechos reconocidos netos) y el gasto en pensiones contributivas de la comunidad (obligaciones reconocidas netas) se aproximaba ya a los 6.000 millones de euros frente a los 4.900 millones con que finalizó 2022. Sin embargo Madrid y Baleares han registrado superávit en los últimos ejercicios

 

Cataluña ha obtenido hasta este mes 13.090 euros de ingresos, mientras que a pensiones contributivas se han destinado 19.008 millones. Por tanto, el déficit contributivo que tiene que financiar la caja única del sistema nacional es de esos casi 6.000 millones (5.918 millones exactamente). Es decir, las pensiones catalanas son las que más se benefician ahora de la caja única nacional. Todo esto significa que casi uno de cada cinco euros de gasto en pensiones en España se destina a pagar las prestaciones catalanas. Pero en esas cifras de gasto no se computan, por ejemplo, los 936 millones correspondientes a otras prestaciones (incapacidad temporal o maternidad y paternidad y riesgo de embarazo y lactancia)

 

El nuestro es un sistema de reparto estatal y no un sistema de capitalización autonómica y se fundamenta en que el sistema nacional debe seguir financiando las prestaciones, ya que los pensionistas catalanes han cotizado a la Seguridad Social.

 

Desde 2013 (año de la segunda recesión) hasta 2016 se produjo un aumento de ese desfase en Cataluña de más de 1.600 millones, hasta alcanzar los 3.300 millones (que superan los 4.500 millones con la inclusión de las pensiones no contributivas y el complemento a mínimos). La cifra se acerca ahora a esos casi 6.000 millones sin contar esas otras transferencias.

 

En todo caso, el coste de las pensiones en Cataluña a final de año superará los 30.000 millones, lo que supone más de un 13% de su PIB, muy por encima del 11,7% de los gastos de la Seguridad Social sobre el PIB nacional.

 

Los datos oficiales señalan que la nómina de las pensiones catalanas está por encima de la media nacional (la de jubilación es de 1.406 euros mensuales, frente a los 1.376 euros del sistema). Ello se debe a que la estructura de su población genera tener más pensionistas (y más necesidades de protección social añadida), mientras que la pensión resultante es más elevada al registrarse sueldos más altos respecto a los demás españoles, mientras que la relación entre cotizante y pensionista es más baja que en el resto del país. Y esto se va a trasladar al futuro. Por ejemplo, la afiliación media ha crecido en lo que va de año un 1% en Cataluña, mientras que a nivel nacional el alza es del 3,1%.

 

En el caso concreto catalán, sus prestaciones no contributivas (que reciben casi 70.000 personas), en sus versiones de jubilación e invalidez, cuestan más de 450 millones al año, mientras que el complemento a mínimos de esta región se sitúa en el entorno de los 1.200 millones.

 

Pero, hay más partidas estatales que en una hipotética ruptura de la caja se habría que ‘negociar’, prorratear o trasladar a Cataluña. Entre ellas se encuentran: la atención a la dependencia (3.097 millones); protección a las familias (1.339 millones); reducción de cotizaciones (1.812 millones); subvenciones a algunos regímenes (1.162 millones); complemento de la brecha de género (939 millones); pensión por nacimiento y cuidados (3.179 millones); pensión anticipada involuntaria (2.205 millones); complemento de pensiones sujetas a límites de ingresos (3.762 millones); otros conceptos para gastos impropios (5.599 millones); y contribución al límite presupuestario de la Seguridad Social (15.478 millones). La gestión del Ingreso Mínimo Vital (3.097 millones) ya fue cedida a Cataluña y País Vasco por el actual Gobierno cuando necesitó su apoyo parlamentario. Y queda también pendiente qué va a pasar la actual deuda de la Seguridad Social como consecuencia de los déficits acumulados en los últimos años (unos 110.000 millones). Es evidente que, si el PIB de Cataluña representa en 20% del nacional, habría que endosar a esta región ese porcentaje de la deuda del sistema nacional (unos 24.000 millones).

 

Algo similar sucede con el País Vasco, que acumula hasta agosto un balance negativo de cotizaciones respecto al pago de pensiones de 3.480 millones. Euskadi es la región más insolidaria con la caja de las pensiones, ya que no contribuye a la financiación de la deuda de la Seguridad Social (y tampoco del resto de partidas sociales y gastos impropios del sistema), debido a que se realiza mediante líneas de crédito de los Presupuestos Generales del Estado. Es decir, se gestiona con la caja de impuestos a la que no contribuyen los vascos, ya que su tributación va al concierto económico (cupo). Es lo que sucederá si el Gobierno acepta la ruptura de la caja única de las pensiones.

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