JUBILARSE COMO CHINOS

China lleva sorprendiéndonos muchos años y seguramente seguirá haciéndolo en el futuro. Deberíamos prestar más atención a su historia y cultura para comprender el alcance de su extraordinario progreso económico

 

China tiene un sistema de pensiones relativamente reciente y está lejos de alcanzar a toda su población. En la actualidad, se acogen a ese sistema los trabajadores que hayan estado cotizando al sistema gubernamental de pensiones durante un mínimo de 15 años. Quienes no hayan cotizado el número de años suficiente, pueden tener derecho a la pensión pública aportando la diferencia de su propio bolsillo. La población suele ahorrar desde la juventud para afrontar la vejez.

 

De los 1.300 millones de ciudadanos que tiene China, hay unos 800 millones ya incluidos en el sistema de pensiones, mientras que hace 15 años solamente eran 200 millones.

 

 

Sin embargo, la gestión de las pensiones de la república asiática es diferente a la de otros países donde existen problemas similares. En China, son las provincias las que gestionan los fondos destinados al pago de prestaciones. Lo que acarrea que el sistema esté gravemente desequilibrado debido a las grandes diferencias de prosperidad económica que existen entre unas provincias y otras. Así, la cobertura, que ya de por sí es muy básica, cambia dependiendo del lugar donde vive cada persona (ciudades o zonas rurales) y hasta de su empleo (los trabajadores públicos suelen cobrar pensiones más altas que los que trabajan en empresas privadas).

 

Por este motivo, un ciudadano de Pekín puede percibir de media unos 3.000 yuanes mensuales (405 euros al cambio actual) por este concepto, mientras que en el campo esta cantidad puede bajar hasta 80 yuanes (10,8 euros al cambio actual).

 

El sistema se enfrenta a un futuro financiero insostenible dado el  envejecimiento de su población: a finales de 2018 china contaba con 249 millones de personas mayores de 60 años (un 18% del total de su población); según datos oficiales, se espera que la población china mayor de 60 años crezca a un ritmo de ocho millones de personas al año.

 

La ratio de envejecimiento de la población china está propiciando que la hucha de las pensiones esté comenzando a vaciarse. En 2011, por cada pensionista había 3,1 trabajadores, en 2016 ese cociente cayó a 2,8, estimándose que para el año 2050 la cifra bajará a 1,3 trabajadores por cada pensionista.

 

A su vez, algunos estudios prevén que el envejecimiento de la población del país asiático alcanzará su pico máximo en 2029, cuando habrá 1.442 millones de chinos, y empezará a descender el siguiente año hasta llegar a los 1.365 millones en 2065.

 

Todo ello cuestiona la viabilidad de su política de jubilación, que permite que los hombres se retiren rondado los 60 años y las mujeres sobre los 50. Y pone de manifiesto que estas edades deberían ir evolucionando de forma paulatina a medida que lo hace el aumento de la esperanza de vida.

 

Y es que China lleva sin cambiar la edad de jubilación desde la década de los 50, momento en el que la esperanza de vida estaba por debajo de los 45 años. Hoy en día este promedio ha aumentado hasta llegar a una esperanza de vida de 75 años, pero la edad de jubilación se sigue manteniendo en los 53.

 

Este es el motivo que ha llevado al Ministerio de Trabajo chino a considerar el retraso de la edad de jubilación. Con esta medida, el gobierno espera, por un lado, aliviar la escasez de mano de obra, y por otro, impulsar la flexibilización de la política del hijo único que se anunció ya en 2013.

 

Los analistas reconocen los logros del país en este ámbito, pero aún queda mucho camino por recorrer. Casi 500 millones de personas siguen sin estar dentro del sistema y los subsidios deberían incrementarse, especialmente en las zonas rurales.

 

Entre las soluciones que barajan los expertos para este problema, destaca obviamente una posible subida de la edad de jubilación o un incremento de impuestos para equilibrar ingresos y gastos.

 

Una de las noticias más sorprendentes de estos días ha sido la resolución del parlamento chino de retrasar la edad de jubilación. Lo realmente llamativo de esta información es la edad a la que se jubilan los trabajadores chinos actualmente. Los hombres a los 60 años, las mujeres que trabajan en oficinas a los 55 y las trabajadoras obreras a los 50 años. La propuesta aprobada por el Comité Permanente del Parlamento Chino, que se implementará paulatinamente a lo largo de 15 años, establece que los hombres de jubilen a los 63 años, las empleadas en oficinas a los 58 años y las obreras a los 55 años.

 

La decisión ha sido adoptada tras registrar por segundo año consecutivo que China ha experimentado una disminución de la población, que actualmente es de 1.400 millones de habitantes. En cualquier caso, la edad de jubilación actual y la que resulte tras los aumentos anunciados son muy inferiores a la de los países con los que el gigante asiático compite ferozmente. En EE UU, al igual que en España, los trabajadores se jubilan a los 66,5 años, mientras que en Alemania y el Reino Unido lo hacen a los 66 y en Italia a los 67. Es significativa la diferencia de diez años entre hombres y mujeres y de cinco años entre trabajadoras de oficina y las que realizan trabajos manuales.

 

Si se considera la esperanza de vida, se observa el notable progreso registrado desde la revolución y la creación de la República Popular China, en 1949. Entonces la esperanza de vida no llegaba a los 44 años, mientras que actualmente es de 78,6 años, superior a la de EE UU, que es de 77,4 años, y muy por encima a la de la India que se sitúa en 67,7 años. La diferencia más notable es con Japón (84 años) y países europeos como España, 84; Italia, 83,,8 y Francia 83,1.

 

Es cierto que los chinos trabajan mucho más que sus competidores. El promedio de horas trabajadas anualmente es 2.392 horas, inferior a las trabajadas en la India (2.480) pero muy superior al de EE UU (1.892), España o Alemania (1.783 en ambos casos)

 

Lo relevante del modelo social chino, especialmente protector y respetuoso con los mayores, es su notable compatibilidad con los progresos en competitividad. La lista de países más competitivos realizada por la escuela de negocios IMD de 2024, que encabezan Singapur y Suiza, EE UU ocupa el número 12 y China el 14, después de haber avanzado siete puestos el año pasado. España e Italia ocupan los lugares 40 y 42, respectivamente.

 

China lleva sorprendiéndonos muchos años y seguramente seguirá haciéndolo en el futuro. Deberíamos prestar más atención a su historia y cultura para comprender el alcance de su extraordinario progreso económico. Los chinos no nos van a imponer sus sistema de gobierno, pero probablemente nos contagiemos de su visión del mundo: gente educada en el esfuerzo, entrenada en trabajar muy duro durante jornadas maratonianas, acostumbrada desde la infancia a una competición voraz para abrirse camino, elitista, meritocrática, ambiciosa y muy bien preparada”.

 

Quizá el secreto de sus éxitos está en el esfuerzo y el estudio. Ni siquiera con el esfuerzo, la disciplina y la educación espartanas, que se exige a los niños, apenas el 40% de los estudiantes que se somete a su selectividad para el acceso a la Universisas (Gaokao) logra superarlo. Los que consiguen becas son verdaderos plusmarquistas, la élite académica. No es una filosofía ni un modo de vida improvisado. “Estudia mientras vivas”, era uno de los lemas más conocidos del padre de la República Popular China, Mao Zedong.

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