La factura de las pensiones y la de los cuidados absorberán el 23,8% del PIB en gasto público
El envejecimiento será el mayor reto del Viejo Continente durante las próximas décadas, aunque ya es una realidad. Varias economías, entre ellas la española, afrontan ya el impacto de la generación del baby boom y manejan previsiones a largo plazo. Con una población con edad más avanzada, el mercado laboral o la sanidad tendrán también un impacto. Las proyecciones que maneja la Comisión Europea colocan a España en lo más alto en costes asociados al envejecimiento durante las décadas venideras. La factura de las pensiones, que actualmente ya supera el 13% del PIB, escalará hasta una ratio del 16,7% del PIB. El coste de los cuidados hará lo propio con una subida del 20%, pasando del 5,9% en la actualidad al 7,1% en medio siglo.
Así, Bruselas señala a España como la economía donde la factura del envejecimiento población será más alta. Un cuarto de la producción anual del país irá a parar a lo que denominan “cuidados” y sostener económicamente a la tercera edad, aquellos en etapa de jubilación cuya principal renta será, por lo general, la que les abone la Seguridad Social. Aunque hay países que protagonizan un incremento del gasto de esta partida similar e incluso superior, ninguno supera a España, que dedicará casi 5 puntos del PIB adicionales de cara a 2070. En términos corrientes de la actualidad, sería como pasar de gastar algo más de 280.000 millones, a destinar más de 350.000 millones.
Actualmente, el sistema de pensiones –grueso del coste por envejecimiento–se nutre ya parcialmente de impuestos y no únicamente de las cotizaciones sociales que, contributivamente, han alimentado la caja de la Seguridad Social. Una parte de los impuestos se traspasa por recomendación del Pacto de Toledo y para gastos no contributivos, pero otra parte de las transferencias del Estado para garantizar la sostenibilidad.
Cada millardo que aumente el gasto implicará dos cosas (básicamente, el mismo final) sobre las cuentas públicas: aumentar los ingresos públicos, o reestructurar el presupuesto. 70.000 millones más de hoy en un futuro es el equivalente al 60% de la recaudación por IRPF de 2023. En todo caso, las medidas que hoy en día plantea el Gobierno para garantizar la sostenibilidad son insuficientes a ojo de los principales organismos, que observan un déficit permanente del sistema de pensiones las próximas décadas.
La llave de la productividad
El denominado ‘Ageing Report’ de la Comisión Europea –informe de envejecimiento– es el documento trianual con el que Bruselas analiza el impacto que tendrá la evolución demográfica en la sostenibilidad de las cuentas públicas de los países europeos, a la vista de que Europa se verá más afectada que EEUU o China por el descenso de la población. Todo ello conlleva un impacto económico que va más allá del gasto público en pensiones o cuidados motivado por este invierno demográfico, desde las carreras laborales, la productividad de la economía o el gasto en pensiones.
Estos informes son un ejercicio de proyección a muy largo plazo para realizar la fotografía completa de cómo estará una economía en cinco décadas sin reformas económicas de por medio. Con un modelo de crecimiento que ha estado basado históricamente en la cantidad, entendido como incorporación de mano de obra, en vez de en la calidad, comprendido como inversión o crecimiento productivo, en España preocupa especialmente la marcha que pueda tener precisamente el indicador de productividad.
Tanto la institución europea como el consenso de los expertos apuntan en una dirección: con menos población, el mercado laboral y la capacidad productiva del continente se pondrá a prueba. Cobra especial relevancia en el caso español, ya que históricamente ha ido a rebufo de Europa a nivel de empleo y de productividad. Este indicador, que mide el crecimiento de la economía –el PIB– entre sus trabajadores y tenderá a la baja, según estas previsiones, independientemente del posible efecto transformador que tenga la tecnología y la capacidad de adaptación del modelo productivo de nuestro país.
Sobre, la productividad tiene la llave para que las pensiones cuesten 1 puntos más sobre el PIB o 0,6 menos, según recogía el Ministerio de Economía en la ficha con varios modelos que envió a Bruselas. La factura de gasto público para estas dos partidas podría rozar un cuarto del PIB o reducirse apenas al 23,2%d el PIB bajo este modelo.
No es país para jóvenes
En un país con cada vez más mayores y una pirámide demográfica tan desajustada lo normal es que los niños representen cada vez una porción menor en la proyección de ingresos y gastos. La educación descenderá ligeramente hasta el 3,5% del PIB desde el 4,1% actual (-0,6 puntos). El descenso será el mismo que en el promedio del resto de países europeos.
No significa que el envejecimiento se combine con un menor nacimiento de niños, ya que Bruselas observa con ligera optimismo la tasa de fertilidad o natalidad desde el 1,2 actual hasta alcanzar incluso los 1,4 hijos por mujer. La Comisión Europea proyecta este escenario a políticas constantes, sin recortes de por medio, simplemente por el efecto del menor número de estudiantes respecto al resto de población.
Pero, en todo caso, el mercado laboral no lo dominarán los jóvenes: para 2040, habrá más trabajadores entre 65 y 74 años que hasta 24 años, fruto de carretas laborales más extensas. Esta tendencia ya existe en la actualidad observando los datos desde la Gran Crisis: cada vez menos jóvenes en el empleo.