La duración de la vida laboral en España registró el segundo menor incremento de la UE 27 entre 2010 y 2020, después de Chipre. Ello pese a que en ese periodo se han producido dos reformas casi consecutivas de las pensiones con la idea de retrasar la edad de jubilación, tanto la legal como la real. El pasado año se situaba en los 34,8 años, por debajo de los años necesarios para cobrar el 100% de la pensión.
Nuestro país ha vivido una semana marcada por el primer acuerdo explícito para una reforma las pensiones alcanzado en el seno del Diálogo Social en 10 años, y en la que no ha faltado la polémica por el ‘lapsus’ del ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, a cuento de las condiciones de jubilación de los ‘baby boomers‘.
Y es que seguimos a la espera de conocer el detalle del impacto en las jubilaciones del futuro mecanismo de equidad intergeneracional, nueva versión del factor de sostenibilidad que llevamos esperando desde 2011 tras derogar la la frustrada propuesta de la reforma de 2013.
Tras desdecirse Escrivá, sólo sabemos a ciencia cierta el Gobierno espera aprobarlo este mismo año. Esto ha dejado un poco en segundo plano el contenido del acuerdo, que actúa directamente sobre dos frentes clave: los gastos impropios del sistema y la edad real de jubilación.
La reforma de las pensiones de 2011 estableció un incremento paulatino de la edad legal de los 65 a los 67 años en 2027 (en 2021 vamos por los 66 años). Esa edad no afecta aquellos que superen los 35 años cotizados.
La reforma de 2013 actuar sobre la jubilación anticipada, que no se había tocado en la anterior, para que subiera de los 63 a los 65 años. Además, se establecieron diferentes medidas para endurecer las denominadas prejubilaciones.
La edad real u ordinaria de jubilación se sitúa aproximadamente en los 64 años y medio. El objetivo del Gobierno es que con el nuevo paquete de medidas pactado, se eleve hasta superar los 66 años en 2050, ello sin necesidad de tocar la legal.
El problema de los años trabajados
Es un aumento que quizá parezca lento, sobre todo teniendo en cuenta que el ritmo de incremento de la edad legal es mucho mayor.
Pero nuestro mercado laboral español que dificulta el acceso a su primer empleo a los jóvenes y, como estamos viendo estos últimos meses, abusa de las prejubilaciones como vía de concluir una relación laboral.
Además, cada vez hay más parados mayores de 45 años que no logran reengancharse al mercado laboral.
Y esto hace que los españoles lo tengan complicado para jubilarse con el suficiente número de años cotizados para cobrar el 100% de la pensión.
A día de hoy habría que haber acumulado 36 años, una cantidad que aumenta según se eleva la edad de jubilación legal. Así,en 2027 serán 37 años.
Los que quieran jubilarse a los 65 años pueden hacerlo aún, pero con requisitos más exigentes: tendrán que haber cotizado 38 años y 6 meses.
¿Cuántos años trabajamos los españoles?
Y al analizar la duración media efectiva de la vida laboral nos encontramos con que en España era de 34,8 años en 2020, e decir, por debajo del mínimo legal.
El dato se sitúa en la franja por debajo de la media de los 27, aunque a buena distancia de Italia, que apenas llegaba a los 31,2 años.
Se puede matizar que el problema es que el pasado año nos hemos encontrado un problema inesperado y la duración de la vida laboral se ha reducido en toda Europa. El descenso de España entre 2019 y 2020 es el tercero más descenso más intenso después del de Italia y Portugal
Pero antes de la pandemia, la duración media era de 35,4 años (frente a la media de los 35,9 años de la media UE). Es decir, igualmente por debajo de los años cotizados necesarios legalmente para cobrar el 100% de la pensión.
Y el incremento entre 2008 y 2019 también era el segundo menor de la UE 27, tras Chipre.
Las secuelas del ‘edadismo’
Para entender el fracaso de estas reformas hay que entender el contexto en el que se aprueban. Las secuelas de la crisis financiera en el mercado laboral siguen muy presentes, como explicábamos más arriba, y están afectando tanto a los trabajadores jóvenes como a los veteranos.
De hecho, si comparamos la evolución de la vida laboral en España y la UE desde el año 2000 vemos que antes de 2010 el ritmo de aumento de la vida laboral en España era más alto que en la Unión.
La consecuencia directa de esta situación es clara: más jubilaciones anticipadas con pensiones más bajas pero sin reducir efectivamente el gasto. La solución planteada es incentivar el retraso voluntario de la vida laboral y endurecer las jubilaciones anticipadas forzosas.
Pero esta solución debería ser más ambiciosa cuando el mercado laboral disuade no ya prolongar la vida laboral más allá de la jubilación, sino que impide alcanzar carreras de cotización mínima para cobrar una pensión del 100%.
Urge un plan para erradicar eficazmente la cultura de la prejubilación y el exilio laboral del talento tanto junior como senior, con medidas que vayan más allá de las que están al alcance de la Seguridad Social en solitario.
Fuente: ibercampus.es