El cambio de prioridades estratégicas y una normativa poco flexible que regula esta actividad convence a las empresas a regresar a la oficina
Tres de cada cuatro consejeros delegados españoles (un 78%) prevé que en tres años se recuperará el modelo de trabajo completamente presencial, de acuerdo con la última encuesta de la consultora KPMG a altos ejecutivos.
De hecho, casi la totalidad de los CEO españoles (89%) estarían dispuestos a recompensar a través de retribuciones, incrementos salariales o promociones a aquellos profesionales que pongan empeño en volver a la oficina.
El fin del teletrabajo es uno de los pronósticos a medio plazo de los máximos directivos españoles, que además prevén que tanto sus compañías como la economía en general evolucionarán de manera positiva hasta 2026, según el informe KPMG 2023 CEO Outlook difundido este lunes. En concreto, el 86% de los CEO prevé que sus empresas crecerán durante los próximos tres años, en tanto que un 78% augura que la economía nacional seguirá avanzando en el mismo periodo.
Para los próximos tres años, los altos ejecutivos centran sus prioridades estratégicas en mitigar los efectos de la elevada inflación y el incremento del coste de las materias primas, factores que han limitado su crecimiento.
Los elevados tipos de interés son considerados como el principal riesgo para el crecimiento de sus empresas a medio plazo, cuando en 2022 lideraban la lista los «riesgos regulatorios» y los «riesgos reputacionales».
Atraer y fidelizar el talento es otra de las prioridades estratégicas de los CEO, de tal modo que nueve de cada diez encuestados anticipan que incrementarán sus plantillas y la mitad lo hará en al menos un 6 %, destaca el informe.
El 70% de los CEO cree que la inversión en inteligencia artificial generativa es también prioritaria, sin embargo, de forma mayoritaria muestran inquietud respecto a la seguridad, los aspectos éticos de la nueva tecnología, su coste de implementación y la falta de regulación.
Tendencia a la baja del teletrabajo
Para Raúl Rojas, socio de laboral de ECIJA “han trascurrido algo más de dos años desde la publicación de la Ley 10/2021, de 9 de julio, de Trabajo a Distancia. Si bien la sensación era la de que el teletrabajo había llegado para quedarse, y durante el primer año de la norma, y hasta cierto punto, durante el 2022, las empresas empezaron a regular internamente las situaciones de teletrabajo ordinario (todo aquel que supere el 30% de la jornada ordinaria), superada ya las restricciones de la pandemia, es cierto que la situación se ha ido normalizando o incluso con un descenso gradual durante el pasado año 2022”.
“Según el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), en su informe Flash Datos de Teletrabajo 2022, el teletrabajo en general se ha reducido en el último año al 12,5%, descendiendo de forma más acusada el teletrabajo habitual del 7,9% al 6,4%, respecto a la modalidad ocasional, es decir, el que se desarrolla menos de la mitad de los días en los que se trabaja, que ha aumentado del 5,7% al 6,1%.”, comenta.
Para este experto, “esta tendencia a la baja coincide con lo expresado en el reciente informe de KPMG CEO Outlook de 2023, sobre la base de la opinión de los CEOs consultados de diversos sectores, más conservadora todavía, pronosticando que en tres años se volverá completamente o de forma mayoritaria al modelo de trabajo presencial, proponiendo incluso retribuciones específicas para aquellos trabajadores que opten por la presencialidad”.
A su juicio “ésta pronosticada vuelta a la oficina se deriva principalmente de dos elementos. Uno de ellos, se explica en el propio informe, y se justifica por el cambio en el orden de prioridades estratégicas”.
Según este experto “para los CEOs consultados, en 2022 la prioridad era dar valor al empleado, considerando los riesgos regulatorios los primeros a combatir; mientras que en 2023 la principal prioridad es la de mitigar los efectos de la inflación y el riesgo percibido más importante son los tipos de interés como consecuencia de la actual crisis financiera que venimos padeciendo especialmente durante este año y que ralentizan la recuperación esperada tras la pandemia del Covid”.
En su opinión, “el segundo elemento, que condiciona la contención del teletrabajo generalizado son los costes que conlleva, de un lado, y la incertidumbre sobre su cuantía de otro, derivados en gran medida por la propia regulación normativa de la Ley 10/2021, que impone la obligación empresarial de sufragar todos los gastos que se le ocasione al trabajador derivados del teletrabajo, sin ofrecer unos parámetros concretos para su cuantificación”.
Para Rojas “esta técnica legislativa ha generado a las empresas no sólo una incertidumbre real para la toma de la decisión de implementar de forma efectiva el teletrabajo, sino también un punto adicional de conflicto con los trabajadores, eso hace que la mayor parte de las empresas están optando por el teletrabajo ocasional, debiendo asumir tanto los gastos propios de unas oficinas abiertas como los que se deriven del teletrabajo de sus empleados, sin perjuicio de la regulación convencional de aquellos convenios colectivos que lo hayan contemplado”.
Sin embargo, esta visión de los CEOs no coincide con las preferencias e intereses de los trabajadores. Otro reciente estudio, en este caso del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, El Teletrabajo en España. Antes, durante y después de la pandemia (2022), señala que “en contexto de normalidad, el 84% de la población española desearía teletrabajar”, siendo el tercer porcentaje más elevado de la Unión Europea, solo por detrás de Finlandia y Suecia”; y de los que ya teletrabajan, el 34% les gustaría aumentar las horas de teletrabajo”.
“Estos datos demuestran que el teletrabajo, en una fórmula mixta o híbrida, que permita una mayor flexibilidad en la prestación de sus servicios, como parte del paquete retributivo no salarial, sigue siendo la mejor valorada entre los trabajadores”, comenta.
Al mismo tiempo, “existe otra opción que cada vez está cobrando mayor peso en las solicitudes de teletrabajo, pero en este caso, derivadas, no de una política corporativa o de la ley de teletrabajo, sino de la necesidad de conciliación de la vida familiar y laboral, configurándose en el art. 34.8 ET como un derecho de todas las personas trabajadoras a solicitar las adaptaciones de la duración y distribución de la jornada de trabajo, incluida la prestación de su trabajo a distancia”.
En este contexto, Rojas cree que “las empresas deberían regular un protocolo o procedimiento específico ante este tipo de solicitudes al objeto de analizar la petición del trabajador, exigir una justificación de la solicitud, y adoptar una decisión motivada con respecto a la misma, puesto que la negativa injustificada o la ausencia de proceso de negociación, en los términos exigidos legalmente, está generando importantes conflictos judiciales que se suelen saldar con la estimación de las demandas de los trabajadores ante el incumplimiento empresarial”.
El teletrabajo se desinfla
Por su parte, Carlos de la Torre, socio de Gomez-Acebo & Pombo y vicepresidente de AdiRelab, afirma que “sorprende el informe de KPMG donde explica el retroceso de la pujanza del teletrabajo ya en la etapa postpandemia. En los años 2020 y 2021 funcionó de manera masiva y con un impacto positivo en la productividad de muchos servicios esenciales. Ahora el retroceso es importante en países como el nuestro, tanto en el uso a nivel general como en el uso de un porcentaje de jornada”.
Desde su punto de vista, “hay varias razones por las que el teletrabajo está en fase de desaceleración. En primer lugar, tiene un marco jurídico muy rígido en España que pivota en dos grandes polos. Uno en función de que el teletrabajador en un periodo de tres meses teletrabaje más del 30%, vamos desde la libertad absoluta y desregulación hasta la rigidez que el teletrabajador que trabaja más del 30% y debe cumplir las obligaciones legales que están en la normativa”.
En su opinión, “los problemas se encuentran en la ley 10/2021, como marco jurídico que no ayuda. Las empresas de forma táctica se han quedo en la ecuación cuatro días presenciales y uno de teletrabajo, pero en muchos sectores en España las empresas lo han eliminado, no sólo por este marco jurídico sino porque choca con la presencialidad en sectores como hostelería, restauración, servicios, retail, logística, transporte y sus variedades donde encaja mal”.
A juicio de este abogado, “hay otra razón que tiene que ver con que el teletrabajo en sí está generando problemas en los derechos de conciliación. En principio puede ser un elemento potente y positivo para la conciliación y para la corresponsabilidad, porque te permite unos espacios de mayor flexibilidad, si el trabajador puede decidir dónde teletrabajar e incluso cuando trabajar, si trabaja en horarios no compatibles con los horarios de centros de trabajo presenciales”.
Sin embargo, recuerda que “los derechos de conciliación han avanzado tanto que en el RD 5/2023, que traspone la directiva comunitaria de derechos de conciliación, está creando nuevas causas de discriminación cuando las empresas hacen un trato desfavorable a los trabajadores que ejercen ese derecho. Y aquí uno de los derechos más clásicos es relacionado con la adaptación de la jornada es la solicitud del teletrabajo. A las empresas les cuesta oponerse a una solicitud de teletrabajo donde hay que poner sobre la mesa causas organizativas y motivos objetivos sólidos”.
En este contexto, De la Torre advierte que “proliferan las demandas judiciales porque en los sindicatos y organizaciones sindicales hay expertos para demandar a las empresas con el tema de la solicitud del teletrabajo. Eso está abriendo un procedimiento judicial nuevo sujeto con 20 días de plazo que tiene el trabajador una vez que la empresa se niegue a dar ese teletrabajo y a las empresas le genera alarma este tipo de asuntos judiciales. Al final de alguna manera los trabajadores manejan a su antojo el derecho al teletrabajo”.
Como tercer motivo, y menos estudiado está la productividad. “No tenemos todavía evidencia empírica suficiente para defender si a nivel general o sectorial el teletrabajo incrementa o disminuye la productividad. Va a depender del sector y también de la persona del teletrabajador. Junto a ello hay otro motivo cultural, las empresas prefieren crear equipos cohesionados con valores comunes desde la presencialidad para fomentar la propia cultura del despacho”.
En un bufete como Gomez-Acebo & Pombo “teletrabajamos un día y medio. Es un elemento más relevante en la retención y atracción de los trabajadores. El teletrabajo tiene una conexión generacional. Las generaciones Z y la Milenial, en sectores tecnológicos, si no das teletrabajo no te consideran una oferta. En algunos sectores como servicios profesionales y abogacía es valorado contar con esa política de teletrabajo que rompe jerarquías y ayuda a trabajar de otra manera, aunque se ha reducido por lo que hablábamos de mantener la cultura empresarial”.
Volver a la situación prepandemia
Por su parte, Ignacio Hidalgo, socio responsable del área laboral de RSM Spain, advierte que “el teletrabajo, como se ha entendido en estos dos últimos años se va a ir abandonando. Desde mi punto de vista, cuando llega la pandemia se convirtió en una herramienta muy útil como algo extraordinario y una forma de trabajar. Esa situación se ha querido generalizar ahora con poco éxito. Lo lógico es que se vuelva a una situación previa, con ciertas matizaciones. Es posible que exista un cierto teletrabajo, pero no una forma de teletrabajar habitual”.
En su opinión, hay sectores donde tiene más sentido “como tecnológicos con personas que trabajan en cualquier parte del mundo van por otro lado. Pero este informe de KPMG va más centrado a sectores de oficina normales donde se trabajaba presencialmente. Es posible que ahora regresen a la presencialidad con algún día de teletrabajo. Si en pandemia estábamos trabajando los cinco días de la semana y cuando hemos vuelto ha habido empresas que han utilizado tres o cuatro días, a lo que se va a ir un teletrabajo específico, más determinado con algunos puestos con menor número de días, incluso un día como día de apoyo. Ya no será una política empresarial general”.
Para este abogado, la normativa actual de teletrabajo no ayuda a que las empresas apuesten por esta actividad. “La legislación no facilita el teletrabajo. Hay dos cuestiones claves que hay que mencionar. En primer lugar, es excesivamente burocrática, lo que debería ser algo más flexible, el acuerdo del teletrabajo incluye muchas obligaciones para las empresas. Además, revertir ese acuerdo no es sencillo y genera problemas. La reversión no es sencilla de realizar y genera muchas dudas”.
A su juicio, “realmente esta normativa de julio del 2021 no facilita el uso del teletrabajo, sino que lo dificulta enormemente. También que haya un coste para las empresas reduce su uso. Al final, si la empresa que pone las herramientas al profesional tiene que pagar ciertos gastos desincentiva ese uso sabiendo que en muchos casos es el trabajador quien quiere teletrabajar”.
En este contexto, recuerda que “el convenio de oficinas y despachos de la Comunidad de Madrid impide teletrabajar como máximo el 40%, cuestión que no tiene demasiado sentido. La situación extraordinaria de la pandemia ya pasó y las empresas intentaron convertirlo en algo ordinario y no tiene sentido. Es posible que muchas empresas vuelven a la situación anterior al Covid porque también a nivel internacional hay cierta problemática con la Seguridad Social”.
En el caso de la trayectoria profesional de Hidalgo, confiesa que desde su incorporación hace cinco años a Chávarri Abogados “teníamos un día de teletrabajo para mi equipo de laboral, era una herramienta de flexibilidad, el año pasado en RSM teletrabajos un día a la semana y es posible que este año introduzcamos otro día como prueba a nivel de departamento. La política de la firma es que hay un día fijo y otro vinculado a cada socio o manager opcional”.
A nivel de clientes, “observamos que hay empresas que están reduciendo los días de teletrabajo, otros a los que les afecta el convenio de oficinas y despachos que antes mencionábamos y se plantean volver a la oficina. Al final, una de las ventajas del teletrabajo era el ahorro de costes derivado de espacios, pero si hay limitaciones en su uso y además tienes que dar el equipo y pagar los gastos parece que no compensa. La normativa no ha ayudado a implementarlo. Los costes de las empresas crecen y algunas recortan el uso del teletrabajo”
Fuente: Economist & Jurist
A pesar de que la flexibilidad laboral es la necesidad más valorada por los trabajadores españoles (prioritario en el 37% de los casos) tal y como refleja la Encuesta de Población Activa llevada a cabo por el INE entre abril y junio de 2023, tan solo el 7,3% de las personas ocupadas en España trabaja más de la mitad de los días desde su domicilio (un descenso de casi 9 puntos en comparación a los datos recabados durante la pandemia) (16,2%), es una cifra que supone alrededor de 1,5 millones de personas. Lo cierto es que el 52% de compañías no tiene planeado adaptarse al teletrabajo en el corto o medio plazo, lo que se traduce en que el 86% de los empleados de nuestro país no cuente con la opción de teletrabajar.
Por otra parte, el porcentaje total de personas que teletrabajan al menos un día en semana se sitúa en el 13,9%, lo que supone un descenso del 5,5% con respecto a los niveles de pandemia y de un 2,7% con respecto al primer cuatrimestre de 2021
Además, aunque jornadas laborales de cuatro días semanales han aumentado notablemente su popularidad en los últimos meses, s0lo 41 pymes han presentado una solicitud al programa de ayudas del Gobierno