Las cotizaciones de los trabajadores y los empresarios a la Seguridad Social, a través de contingencias comunes, son el instrumento básico para garantizar el sistema de pensiones, público y de reparto. Pero si el número de trabajadores cae, o sus sueldos aumentan a menor ritmo que lo hacen las pensiones, que cada vez, debido envejecimiento, tienen más beneficiarios, el sistema entra en desequilibrio y se convierte en insostenible.
Hace una década, el gasto en jubilación de los trabajadores por cuenta ajena era de 3.317 millones de euros. Ahora ese gasto se ha incrementado hasta alcanzar los 5.804 millones de euros. Por el contrario, el gasto de jubilación de los trabajadores por cuenta propia era hace una década de 716 millones, mientras que en la actualidad ese mismo gasto es de 1.025 millones euros.
Los asalariados alcanzan en la actualidad los 4.408.910 pensiones de jubilación, con una cuantía media de 1.317 euros (y 1.190 euros si se tienen en cuenta también a los autónomos). Hace una década había 2.986.106 pensiones, por una cuantía media de 1.111 euros.
Esta es la situación que se está dando en este momento y que ha obligado ha diseñar una profunda reforma de las pensiones que tiene como objetivo principal retrasar la edad de jubilación, mediante penalizaciones, hasta los 67 años de media desde los 64,6 actuales, lo que significaría dos años y medio más de cotizaciones, que serían fundamentales para aguantar parte del peso de la generación del ‘baby boom’, que se retirará en avalancha en los próximos años. Sin embargo, solo esa dirección parece insuficiente en un mercado laboral que se caracteriza por la precariedad, los bajos sueldos y altas tasas de paro.
Serán los jóvenes, también las mujeres, los que en buena parte tengan que sostener el sistema, pero también los mayores de 65, que con el esquema actual deberían tomar mucho mayor protagonismo en un mercado laboral que nos les quiere, pese a su experiencia y fidelidad, y que considera que tienen conocimientos obsoletos, enferman demasiado y no se implican con los constantes cambios.
En este contexto habría que garantizar salarios más altos, que aumenten las aportaciones al sistema, impulsar carreras de cotización continuas y fomentar la empleabilidad de jóvenes y mayores, que no serán suficientes y harán necesarios que el mercado laboral español cuente con la inmigración, que fue el motor del ‘boom’ económico y de la creación de empleo. Según los datos avanzados de la Seguridad Social relativos a mayo de este año, la pensión media ya se sitúa en 1.032 euros y la de jubilación en 1.187,8 euros.
Mientras, la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE) -sin datos de la encuesta de estructura salarial de lnstituto Nacional de Estadística (INE) desde 2018- avanza que el salario medio español se sitúo en 2020 -el año de la pandemia- en 26.934 euros, 603 euros menos que un año antes. La evolución de los salarios desde 2011 ha sido mucho más moderada que la de las pensiones y han crecido apenas un 5% frente a un incremento de estas de 27,28% y solo de las de jubilación, de 28,6%.
Según la estadística del Ministerio de José Luis Escrivá, en mayo había en el sistema 9.836.115 pensiones -hay más que pensionistas porque algunos cobran dos- y los que recibían la pensión de jubilación -la más cuantiosa- eran 6.148.412. El coste de sus prestaciones superó -según el avance- los 10.154 millones de euros, 18 millones más que solo un mes antes, una cantidad que ha aumentado un 41% en solo una década, debido a las prestaciones cada vez más elevadas de las nuevas altas y el mayor número de trabajadores que se retiran cada año.
En la actualidad, hay 19,3 millones de afiliados en todos los regímenes que deben aportar parte de su nómina para sustentar casi 9,9 millones de pensiones, lo que deja el ratio en poco más de 1,96, insuficiente pese a muchas las cotizaciones exceden de las tres décadas y una buena parte de las cuatro, ante una esperanza de vida, a pesar de la Covid, que se sitúa en 83,5 años, lo que supone estar cobrando la pensión en torno a 19 años de media. Pero lo peor está por llegar y las proyecciones del Gobierno apuntan que en 2050 uno de cada tres españoles tendrá 65 años o más, y por cada persona en esta franja de edad habrá solo 1,7 personas entre los 16 y los 64 años, con edad de trabajar, que a día de hoy suponen 3,4.
La Seguridad Social superó ayer, con 19.356.009 ocupados el nivel de afiliados previo a la crisis de la pandemia, según ha destacó el ministro de Inclusión y Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá. En Twitter, Escrivá detalló que, aunque se trata de un dato «meramente simbólico», la cifra de ayer supone unos 11.000 afiliados más que la cifra que había antes de la crisis de la Covid-19 con 19.344.258 afiliados el 11 de marzo de 2020.
Las cotizaciones de los trabajadores a la Seguridad Social ya no son suficientes para pagar las pensiones y la llegada de la generación del ‘baby boom’ a la edad de retiro, que supondrá que más de un millón y medio de trabajadores se puedan jubilar en los próximos años, muchos eludiendo las medidas más duras de la reforma de las pensiones, deja un panorama que supondrá un gran coste económico. La fórmula ‘mágica’ que garantizaría el equilibrio del presupuesto de la Seguridad Social -dos afiliados por pensionista- ya no funciona desde hace tiempo. El efecto de la pandemia y de las restricciones han sido la puntilla para un mercado laboral que nunca acaba de remontar.
Fuente: La Información