EL RIESGO SOBRE LA SOSTENIBILIDAD SE MANTIENE COMO LA MAYOR PREOCUPACIÓN DEL SISTEMA DE PENSIONES

El progresivo envejecimiento de la población y el estancamiento en el despliegue de los planes privados comprometen su capacidad del sistema

 

La viabilidad del sistema de pensiones es una preocupación compartida por administraciones y beneficiarios. Visualizar el retiro laboral con la perspectiva de recibir una prestación suficiente para vivir con dignidad inquieta a los futuros pensionistas, y presiona a los Gobiernos de todo el mundo, que tratan de adecuar sus sistemas de acuerdo al comportamiento de variables en permanente evolución como la demografía o el aumento de la esperanza de vida.

 

Las últimas reformas (2021, 2023 y 2024) mantienen prácticamente intacta la generosidad de las jubilaciones actuales, una generosidad que es aún mayor para quienes han cotizado menos años y por menos dinero, pero no han hecho el sistema lo suficientemente sostenible porque si se relacionan las aportaciones que efectuaron al sistema con las prestaciones de jubilación que van a recibir, usando la probabilidades de supervivencia a partir del momento del retiro, el TIR (podríamos decir la rentabilidad de lo “invertido” en las cotizaciones) global obtenido para las altas de jubilación de 2022 es del 3,79%.

 

Si bien, el TIR, esto es el porcentaje de lo que un jubilado se lleva de más con el cobro de su pensión en comparación con lo que ha puesto (cotizado), es mayor para determinados colectivos. Es el caso de los trabajadores que han tenido cortas carreras de cotización (de menos de 25 años), el TIR es del 6,04%, frente al 3,26% de aquellos que cotizaron 45 o más años. Asimismo, el sistema actual es más generoso con los que se jubilan a la edad ordinaria (con una rentabilidad de sus pensiones del 4,03%, en comparación con aquellos que se jubilan anticipadamente (3,52%).

 

Esto se explica, porque más de la mitad de los beneficiarios con bases más bajas reciben el complemento a mínimos, que aumenta la pensión que teóricamente les correspondería. De esta forma, estas diferencias responden a un objetivo de solidaridad del sistema y, por este motivo, “estarían justificadas”. En cualquier caso el citado TIR global del sistema de 3,79% indica la elevada generosidad del sistema de pensiones de jubilación español, ya que supera ampliamente la rentabilidad máxima que debería ofrecer un sistema de reparto (en el que los cotizantes financian las prestaciones de los pensionistas) para ser sostenible y que viene delimitada por el crecimiento real del PIB. El TIR de las cotizaciones estaría actualmente entre 2 y 2,5 puntos porcentuales por encima del crecimiento real del PIB

 

El sistema público de pensiones español tiene el riesgo para su estabilidad futura el progresivo envejecimiento de la población (la esperanza de vida actualmente, esta es de 84 años, una de las más altas de la Unión Europea) y la baja presencia de planes privados y ocupacionales.

 

Junto con la perspectiva demográfica, los expertos hacen hincapié en la necesidad de que aumente el peso y la expansión tanto de los planes de pensiones privados como de los públicos y ocupacionales. En 2022, se introdujo mediante un real decreto un cambio en la legislación española para el fomento de estas herramientas, y, en particular, para los fondos de pensiones de empleo de promoción pública (FPEPP) diseñados por el entonces ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, y con los que se buscaba la incorporación de los nuevos trabajadores en plantilla al plan de pensiones de la empresa de forma casi inmediata.

 

Sin embargo, esta adecuación todavía no se ha desplegado de la forma deseada, y sigue sin ganar un tamaño suficiente para que pueda considerarse un pilar de apoyo suficiente para los futuros pensionistas. A pesar de reconocer el buen propósito de esta reforma, y a pesar de que represente un paso importante hacia la mejora del sistema, su impacto a largo plazo aún está por determinarse; por lo que será “fundamental evaluar la efectividad de estas medidas en el tiempo y ajustarlas según sea necesario”.

 

En España los fondos de pensiones se introdujeron en 1984 y no despegaron en los primeros años. De hecho, el volumen de activos, en términos de PIB, ha sido uno de los que menos ha avanzado desde entonces.

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