La Seguridad Social ha dejado de ser la Administración amable en la que los ciudadanos aguardaban a ser atendidos sentados en salas en las que había un televisor con el que entretener el tiempo de la espera, para convertirse en una Administración hostil hacia el ciudadano al que se le intenta disuadir de que no se acerque a las oficinas o se le repele con la fuerza de un vigilante de seguridad que impide su paso a las dependencias de las oficinas de atención presencial de la Seguridad Social.
Se puede constatar el contento de los ciudadanos en la elevación del número de quejas presentadas, ahora siete veces superior a los datos de hace unos años, no por la mala atención, sino mayoritariamente por la falta de ella.
En 2021, aunque disminuyeron respecto a 202 el año álgido de la pandemia, fueron casi el doble que en 2019 el año prepandemia
Tanto la pensión de jubilación como el IMV, como otras consultas sobre certificados de pensión, cambios de domicilio y/o de entidad bancaria, solicitudes de pre cálculos de jubilación, compatibilidad de trabajo y pensión, modificación de IRPF, petición de documentación que obra en sus expedientes… etc., hacen que los ciudadanos demanden atención personalizada
Frecuentemente se plantea como respuesta a estos problemas la derivación de las consultas a la atención telemática, de la oficina virtual pero se está cuestionando el derecho de los ciudadanos a poder elegir entre la atención telemática o la presencial imponiendo unilateralmente las materias que son merecedoras de una atención personal.
Es de notar los cientos de miles de llamadas telefónicas que han quedado desatendidas, (solamente en enero y febrero del presente año se contabilizan más de 733.000) poniendo en evidencia la imposibilidad de comunicar con la Seguridad Social, presencial o telefónicamente por parte de quienes necesitan hacerlo.