EL “INVIERNO DEMOGRÁFICO” EN ESPAÑA: EN ESTA DÉCADA LLEGARÁN A LOS 65 AÑOS UN MILLÓN DE PERSONAS MÁS QUE EN LA ANTERIOR

En la próxima década llegarán a los 65 años en España 1.250.000 personas más (aproximadamente) que entre 2011 y 2020. Y alcanzarán la edad de comienzo de su vida laboral menos de la mitad de jóvenes que de nuevos jubilados. Estas dos cifras nos muestran la magnitud del reto demográfico al que se enfrenta el Estado del Bienestar español.

 

Aunque estamos acostumbrados a escuchar noticias sobre el proceso de envejecimiento en España, lo cierto es que éste todavía no ha llegado. O no del todo. Sí en lo que tiene que ver con los nacimientos, estancados desde hace cuatro décadas (más que estancados, en descenso casi continuo) salvo con un ligero repunte a finales de los 90 y primeros 2000 impulsados por la inmigración. Pero en lo que hace referencia al número de mayores y dependientes, España todavía está en mejor situación que muchos de sus vecinos. Nuestra sociedad no está, ahora mismo, tan envejecida como la alemana o la italiana. Aunque esto es algo que cambiará en poco tiempo y que sucederá con más rapidez a como lo ha hecho en estos países.

 

LA TASA DE DEPENDENCIA

La franja del llamado baby-boom, que en España se enmarca entre finales de los 50 y finales de los 70, en otros países de nuestro entorno (Francia, Italia, Alemania…) habría que moverla una década hacia la izquierda. Los fenómenos son parecidos: veinte años de explosión demográfica seguidos de un hundimiento en la natalidad. Nosotros llegamos más tarde tanto al boom como al desplome de las tasas de fecundidad.

La edad mediana es la edad que divide a la población en dos partes iguales; es decir, que hay tantas personas por encima como por debajo de ese nivel. En Japón, esa edad mediana es de 48,6 años, en Alemania, de 47.8 y en Italia de 46,5. Mientras tanto, en España es de 43,9 años (por comparar, en Francia es de 41,7 años y en EEUU es de 38,5). España está en un punto intermedio. Pero con un matiz: somos el país rico en el que estos indicadores demográficos peor y más rápido van a evolucionar en la próxima década. Al menos los indicadores de los actuales habitantes. Porque podría rejuvenecerse la población con la llegada de millones de inmigrantes, loque podría generar otros problemas o beneficios de otra índole.

La tasa de dependencia a los 65 años en la actualidad (barra gris) y la proyección para 2050 (barra blanca) muestra que aunque ahora estamos por detrás de algunos países del este y de los países más envejecidos de la UE (Italia, Grecia, Portugal, Alemania), y aunque en 2050 nuestros vecinos del sur de Europa (Grecia, Italia, Portugal) seguirán teniendo sociedades más envejecidas que la nuestra, en términos de aumento de la tasa de dependencia a los 65 años, España sería el país que presentaría una mayor diferencia respecto a 2019 bajo las proyecciones de la AIReF y Eurostat.

Esto puede verse también en el siguiente gráfico: partimos de un nivel de dependencia inferior al de la media de la UE-27. Pero nuestra pendiente es más pronunciada y a mediados de la década de los 30 superaremos esa media. Y además todas estas previsiones incluyen un aporte migratorio. Es decir, siempre se calculan estas cifras a 10-20-30 años vista teniendo en cuenta que lo normal es que acojamos unas cuantas decenas de miles de inmigrantes cada año. Si no, la tendencia será todavía más acusada.

El siguiente cuadro refleja en parte lo que apuntamos sobre las previsiones para la próxima década.

En 2011, había 7,5 millones de personas con más de 65 años y 5 millones entre 55 y 65 años. Como es lógico, el número de personas de más de 65 años en 2021 ha subido hasta superar los 8,8 millones (cada año llegan más personas a esa edad que el número de mayores de 65 años que fallecen, con lo que engorda ese grupo demográfico).

 

Pero quizás de lo que no somos conscientes es de lo que se aproxima. Hay 6,2 millones de personas de 56 a 65 años o, lo que es lo mismo, hay 1,2 millones de potenciales nuevos pensionistas más ahora que en 2011. Y también hay más integrantes del grupo de edad de 46 a 55 años (los que se jubilarán a partir de 2030-32. Esto quiere decir que el incremento en el gasto en pensiones, el envejecimiento de la población o la tensión sobre las cuentas públicas pueden haber sido sólo el anticipo de lo que viene.

 

Esos 6,2 millones de personas que ahora tienen entre 56 y 65 años van a jubilarse en la próxima década. Habrá alguno que se acoja a las nuevas opciones para alargar la edad de jubilación. Pero la mayoría quiere cobrar su pensión a los 65-67 años (recordemos que en España la edad de jubilación legal varía en función de los años cotizados).

 

Y en el mercado laboral no habrá relevo. Entre 11 y 20 años, ahora mismo hay algo menos de 5 millones de personas en nuestro país. Es decir, llegarán menos de los que se van.

 

En cualquier caso, es sencillo imaginar cómo impactarán en las cuentas públicas los 6,2 millones de personas de 56 a 65 años que había en España el 1 de enero de este año. Porque, además, lo lógico es pensar que estos nuevos jubilados tendrán derecho a más pensiones contributivas: sobre todo entre las mujeres, según vayan llegando a la edad de jubilación las cohortes nacidas en los 60 y los 70, vamos a tener un porcentaje más elevado de cotizantes con derecho a pensión; y las prestaciones serán más elevadas debido a carreras laborales más estables, sueldos más altos, mejores bases de cotización…

   

GASTO EN PENSIONES

 

España es uno de los países con una mayor esperanza de vida, lo cual puede ser un motivo de orgullo, también supone un reto económico.

Gasto en Pensiones / PIB (eje vertical) y Tasa de Dependencia 20-64 (Eje Horizontal).

Esta tasa de dependencia muestra la relación entre el porcentaje de población de más de 64 años y la población en edad de trabajar (de 20 a 64 años). Y, como es lógico, hay una relación directa entre el gasto en pensiones y esa tasa de dependencia. Esto es importante porque uno de los mantras más repetidos en nuestro país es aquel que dice que “todavía tenemos margen” porque gastamos en pensiones por debajo de otros países de nuestro entorno. Los marcados con un triángulo verde (Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Portugal o Italia).

 

Pero aquí hay que hacer al menos dos apuntes: si incluimos el gasto en Clases Pasivas ya estamos en la media de la UE (aunque es verdad que por debajo de los que más gastan), además si ajustamos nuestro gasto en función de la edad, la diferencia de gasto con esos países se reduce en dos puntos de PIB (y nos quedamos cuatro puntos de PIB por encima de Alemania) ya que, insistimos, seguimos siendo un país menos envejecido que nuestros vecinos. Lo seremos más en el futuro… pero todavía no les hemos alcanzado. Que cada uno saque sus conclusiones, pero con una cuestión clave: en lo que hace referencia al envejecimiento y al gasto asociado al mismo, nosotros todavía estamos empezando a vivir lo que otros países de Europa ya experimentan desde hace años, y no parece que lleguemos a ese punto especialmente bien preparados.

 

¿Y SI EL INVIERNO DEMOGRÁFICO NO FUERA REALMENTE TAN FRÍO?

Cuando se habla de la evolución del número de nacimientos y de la pirámide poblacional, rápidamente saltan al foco del debate términos alarmantes como invierno demográfico, envejecimiento poblacional o crisis de natalidad. Desde mediados de la década de los 60 el número de hijos por mujer ha caído sin freno atendiendo a la media mundial, al igual que la renta per cápita ha seguido una tendencia inversa según los datos recogidos por el Banco Mundial. Pero los datos del Banco Mundial hablan también de un avance imparable de la esperanza de vida, en 1960 un humano tenía cinco hijos y una esperanza de vida de 52 años como media. En 2020, la esperanza de vida ha repuntado hasta 73 años mientras que el número de hijos ha bajado hasta un promedio de poco más de dos. Antes se tenían más hijos porque se morían. Con la mortalidad por edades que había en España a comienzos del siglo XX la mitad de los que nacían se morían antes de cumplir los 15 años. Uno de cada cinco se moría en los primeros 12 meses de vida.

Además hoy en día no es socialmente aceptable dejar a los hijos abandonados en un rincón sin atención ni cuidados durante la jornada laboral y el propio Estado obliga a unos estándares de crianza mucho más elevados a los del pasado, con por ejemplo, la obligatoriedad de una educación mínima o la prohibición de trabajar antes de una cierta edad. Se tienen menos hijos, pero en contra de la explicación más corriente de que nos hemos vuelto más egoístas o individualistas en realidad es por todo lo contrario. Nos hemos vuelto mucho más cuidadosos a la hora de tenerlos y queremos para nuestros hijos un estándar de vida mucho mejor del que tuvieron las generaciones pasadas. Esto ha hecho bajar la fecundidad

 

España tiene casi 48 millones de habitantes y en cambio cuando nacían más niños, en 1900, había 18 millones de personas. “El suicidio demográfico era tener una natalidad tan elevada para lograr una población tan reducida y esto sucedía porque los niños y los adultos se morían antes de tiempo. vez de tener siete hijos tengo uno o tengo dos. Pero los crío muy por encima de cómo me criaron a mí.

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