EL DESAFÍO DE LA ERA DE LOS «SÉNIORS»

La alarma de que en un futuro no muy lejano no haya fondos suficientes para pagar las jubilaciones empieza a preocupar seriamente a los que están todavía en edad laboral.

 

Será necesario reforzar el mercado de trabajo con nuevos cotizantes o mantener a los existentes durante más tiempo y el recurso a la inmigración va a resultar imprescindible

 

El miedo se produce sobre todo en los países (como España) que utilizan el sistema de reparto consistente en pagar las jubilaciones con las cotizaciones de los que están trabajando. El procedimiento funciona cuando hay un número suficiente de cotizantes y un volumen moderado de perceptores, como así ha sucedido durante largo tiempo. Pero los cambios demográficos recientes, en concreto la fuerte caída de la natalidad y el acusado proceso de envejecimiento, han venido a complicar la situación.

 

La baja fecundidad provoca la disminución de población joven y adulta-joven y por lo tanto del volumen de cotizantes. El envejecimiento multiplica las cifras de mayores y en consecuencia la magnitud de los jubilados que al tener esperanzas de vida cada vez más altas permanecen más años cobrando su pensión. Las proyecciones demográficas en España nos anuncian que donde ahora hay tres trabajadores por cada jubilado, en 2050 solo habrá 1,5 y ello en un mundo idílico definido por el pleno empleo y una llegada generosa de inmigrantes. En la práctica, la situación será peor porque suponer que el paro va a desaparecer completamente o casi no es verosímil.

 

 

Será necesario reformar los sistemas de pensiones para adaptarlos a la nueva realidad demográfica mediante procedimientos que manteniendo el reparto para pagar, al menos, una pensión básica, se combinen con métodos de capitalización. Estamos ante una situación complicada. El reparto tiene los días contados por insostenible y la capitalización plantea riesgos indudables.. Habrá que desplegar grandes dosis de imaginación para combinar de forma efectiva ambos sistemas.

 

Al reto de las pensiones se añaden otros dos desafíos importantes: los gastos sanitarios y los provocados por la dependencia. Los mayores van más al médico, consumen más productos farmacéuticos y acuden más a los hospitales donde tienen estancias más prolongadas. Frente a una permanencia media para toda la población de 6,6 días, las personas entre 65 y 79 tienen 7,8 días y los mayores de 80 más de 9 días. Los hospitales sufren un proceso de geriatrización intenso que dispara el gasto sanitario, especialmente desde los 80 años. A partir de esa edad más de la mitad de la población en España tiene alguna dificultad para realizar las actividades de la vida diaria, especialmente las mujeres.

 

La intensificación del envejecimiento hará crecer de forma difícilmente evitable la cifra de personas dependientes y con ellas los gastos derivados. Será necesario formular nuevas estrategias públicas para enfrentar esa situación hoy muy dependiente de la acción ejercida por las familias. Políticas que incentiven la vida saludable que no solo aumenta la longevidad, sino también un ahorro en los gastos sanitarios y el retraso de la morbilidad crónica

 

Fuente: El Debate Rafael Puyol | La era de los «séniors». Los desafíos (eldebate.com)

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