Hay más afiliados y más personas trabajando, pero los hacen durante menos horas, lo que implica sueldos menores.
La precariedad laboral queda patente en las diferentes estadísticas de empleo, pese al objetivo de la reforma laboral de reducirla drásticamente. La duración de los contratos, un termómetro de la calidad del trabajo, muestran una enorme rotación laboral. Una buena parte de empleados permanece en sus puestos apenas unos días. Los datos del Servicio Publico de Empleo Estatal (SEPE), evidencian que uno de cada cuatro en julio -353.000 de 1,4 millones- duró menos de 15 días. Al detalle, la última estadística del SEPE muestra que la duración media de una relación laboral es de poco más de mes y medio. Concretamente, en julio se situó en 45, cinco días menos que en el mismo mes de 2021 y 10 menos que en 2018.
En julio se firmaron un total de 566.000 de duración indefinida, una cifra elevada que pese a todo esconde precariedad. De los contratos indefinidos, hasta un 41% fueron fijos discontinuos. Por su parte, el 37% contemplaban la jornada completa. Mientras, el resto, el 22%, la parcial. Junto a esto, apenas 37.000 contratos temporales se convirtieron en indefinidos en julio, la menor cifra desde mayo de 2020, en plena pandemia.
Penalizaciones al contrato temporal
Casi la totalidad de los temporales -528.000- estaban vinculados a circunstancias de la producción. De estos, 422.000 eran a jornada completa. Los convenios vinculados a la producción contemplan una indemnización de 12 días de salario por cada año de servicio.
El artículo 151 de la LGSS, que regula los contratos de duración determinada inferior a 30 días, prevé una cotización adicional a cargo del empresario cuando finaliza la relación laboral. Esa sobrecotización se calculará multiplicando por tres la cuota resultante de aplicar a la base mínima diaria de cotización del grupo 8 del Régimen General de la Seguridad Social para contingencias comunes, el tipo general de cotización a cargo de la empresa para la cobertura de las contingencias comunes.
La nueva reforma laboral recoge la penalización de la alta rotación de contratos temporales. Así, los contratos inferiores a 30 días tendrán una cotización adicional de 29,74 euros cada vez que se den de baja. Cuantos más contratos cortos, mayor es el desincentivo. Con un contrato de diez días la penalización sería casi 30 euros. Si el mismo tiempo de trabajo se cubriera con dos contratos de cinco días, de 59,48 euros… Excepcionalmente, esta cotización no se aplica a los regímenes especiales de trabajadores por cuenta ajena agrarios, empleados de hogar, el carbón y tampoco a los contratos por sustitución.
Menos horas de trabajo
Pese al récord de afiliación -20,8 millones de cotizantes-, la duración de los contratos es menor. Hoy hay menos jornadas laborales trabajadas que hace cinco años. Según la Unión Sindical Obrera (USO), al cierre del primer trimestre de 2023, aún no se habían recuperado 78 millones de horas de trabajo con respecto a 2019, último trimestre no marcado por la crisis de la covid.
Esto supone que «las horas de trabajo se reparten entre más gente y, por tanto, también los salarios», apuntan desde el sindicato. El espejismo de los buenos datos de afiliación y empleo tiene como fondo que hay más gente trabajando, , pero cobran menos y lo hacen menos tiempo.
Hace unas semanas, USO elaboró un estudio titulado Análisis socioeconómico: contratación, empleo y salarios, en el que quedaba patente la escasa duración de los contratos firmados. Destacaba que tras la reforma los contratos indefinidos han crecido sustancialmente, pero no ha implicado que haya mejora la calidad y estabilidad de los empleos. Para el secretario general de USO, Joaquín Pérez, «la realidad es que sí bien han crecido los contratos indefinidos a jornada completa, se han multiplicado por 2,6, también han aumentado las jornadas parciales y las discontinuas, 3,5 veces más las primeras y 11,5 los fijos discontinuos.
Aumento de las rescisiones de contratos
Junto a esto, resalta la caída de la duración media de los contratos. «No vale de nada que se firme un contrato indefinido si se puede rescindir en 15 días o en un mes sin mayores gastos y consecuencias. La reforma no acometió el despido ni ha venido acompañada de otros cambios necesarios para mejorar el mundo laboral: el modelo productivo», destaca.
La rescisión de contratos indefinidos aumentó a fecha de abril de 2023 un 70,7% con respecto al mismo mes de 2022. Han crecido todos los supuestos de baja, indica el sindicato, y, porcentualmente, los despidos por causas objetivos imputables al trabajador y el pase a inactividad de un fijo discontinuo, que se ha más que duplicado en un año.
El número de fijos discontinuos se duplica y llega casi a 700.000
El camuflaje de parados crece. Lejos de reconducir una estadística decisiva -la del paro- que ya se ha desvelado que está trufada de falsos trabajadores fijos discontinuos en los meses en lo que están parados. El número de fijos discontinuos usados por la vicepresidenta para maquillar el dato de paro se ha duplicado en un año y llega ya casi a las 700.000 personas.
Los datos y conclusiones han sido extraídas por el departamento de estudios del sindicato USO y el resumen es demoledor. “Desde hace años venimos demandando una mayor claridad en las estadísticas que contabilizan a los desempleados por parte del SEPE. No parece que sea muy razonable seguir mantenido como no parado (se entiende que está ocupado) a un no ocupado (un parado). ¿Es que acaso una persona que no está ocupada está trabajando?”, denuncian desde el sindicato. Realizando una sencilla operación matemática: del total de personas que se inscriben en el SEPE demandando empleo, restamos aquellas que están ocupadas”. Y “da el total de personas registradas y que no están trabajando (no tienen una ocupación, están desempleadas o simplemente paradas)“. Pues bien, este dato en el mes de agosto ascendió a 3.890.201 personas. Y eso supone 1.187.501 personas más que las que se indican como “paro registrado y comparándolo con agosto de 2022 se habría incrementado en 94.835 personas. Y ese es el dato real de manipulación estadística: nada menos que casi 1,2 millones de personas.
¿Y cuántos de esos parados borrados en los datos oficiales proceden de la trampa de los fijos discontinuos? Los datos también responden a esa pregunta: “Después de la respuesta remitida por el Gobierno en el Senado sobre los fijos discontinuos en su período de inactividad -en la que se indica que están en el grupo de “Trabajadores con relación laboral”- vemos que esta es la partida que más crece en términos interanuales al comparar agosto de 2023 y 2022″. Y es que casi se duplica en un año “al pasar de 380.462 personas a 689.445”, señala USO.
El sindicato lo explica: “Para conocer una estimación del número de fijos discontinuos inactivos -que en ese momento están parados y no trabajando como afirma la estadística oficial- tendríamos que restar aquellos que están en ERTES, que, según los últimos datos de la Seguridad Social al finalizar agosto, eran 11.282, luego una estimación más que probable, ya que el Ministerio sigue sin dar el dato oficial, sería que el número de fijos discontinuos inactivos está en el entorno de los 678.163, un dato nada despreciable”, concluye USO. “Este apartado se ha incrementado en un 124% con respecto al mismo mes de 2019”. Todo un alarde de ocultación estadística.
Fuente: The Objetive
Uno de cada cuatro contratos de trabajo dura menos de 15 días (theobjective.com)
Fuente: Libre mercado