El Instituto de la Empresa Familiar es uno de los organismos empresariales más importantes de España, está compuesto por 100 empresas, entre las que se encuentran Mercadona, Santander, Acciona, Barceló, Iberostar, Osborne, Gestamp o Antolín, y sus socios representan el 60% del PIB y el 70% del empleo. Es decir, entre otras cosas, saben por la cuenta que les trae a ellas y sus familias, como funciona el mercado de trabajo.
Han lanzado un mensaje claro al Gobierno: “Vamos a crear empleo de calidad, pero queremos que nos permitan hacerlo, que no nos pongan condiciones peores que la de nuestros países vecinos con las que competimos”
Con este mensaje, las empresas familiares se alinean con la ministra de Economía, Nadia Calviño, en la disputa que mantiene con la ministra de Empleo Yolanda Diaz. Diaz quiere activar la derogación de la reforma laboral de 2012 en el marco de la negociación colectiva con empresas y sindicatos y Calviño considera que no es necesaria una derogación, si no cambios legislativos puntuales.
Yolanda Díaz como vicepresidenta encargada por el desertor Pablo Iglesias de sostener el frente morado en el gabinete, aspira a ser la primera mujer que resulta elegida presidenta del Gobierno, por lo que sus motivaciones trascienden la derogación de una norma y se nutren de la necesidad de significarse dentro del Gobierno y de ejercer un verdadero contrapeso a Pedro Sánchez.
Aunque parece pronto para plantear una guerra abierta -sin los PGE aprobados y con las elecciones aún en lontananza-, el órdago de Díaz revela que su plan es de largo aliento. La reforma laboral y Calviño han sido una excusa, en el fondo, para ubicarse donde considera más provechoso para sus ambiciosos (y legítimos) objetivos a largo plazo.
Todo es un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que nada significa sobre lo que, en teoría, trata la verdadera historia.
Por su parte la vicepresidenta primera, en ese pulso, ha vuelto a refrendar su papel como ‘desfacedora’ de entuertos en el universo Sánchez, y no cabe entender su irrupción en este teatrillo sino desde la perspectiva europea pues Sánchez es muy consciente de que las autoridades comunitarias vigilan con lupa las reformas como hitos a cumplir para ir liberando los fondos comunitarios sobre los que se sustenten las optimistas previsiones económicas del Ejecutivo.
Pero Diaz solo ha enseñado parte de sus poderes para consumo interno y aguarda mejor ocasión para desplegar todas sus huestes. El equilibrio entre ‘vices’ ha cambiado y el mayor fallo del presidente -que no cometerá- sería subestimar al adversario.
El peligro es que este ruido nos haga caer en la idiotez de minimizar las bondades de la reforma laboral de 2012, que en realidad es lo que debería ser el fondo del debate. Diferentes informes académicos han refrendado la utilidad de aquella norma para generar empleo, a fin de cuentas el objeto final de cualquier ajuste en el mercado laboral. Incluso el gobernador del Banco de España desde una perspectiva técnica, ya ha apuntado en más de una ocasión que fue una “palanca eficaz” para generar puestos de trabajo, al tiempo que ha insistido en que la moderación salarial que trajo consigo ayudó a mejorar la competitividad en la difícil década entre las dos crisis. Sin campañas electorales inmediatas y más allá de enfoques partidistas, no estaría de más reconocer las cosas bien resueltas, las hayan gestionado quien sea, pues en definitiva para eso cobran de nuestros impuestos.
