El importe de las pensiones no contributivas, así como la cuantía de las pensiones mínimas, subirá el año que viene un 3%. Que suban las pensiones no contributivas y las pensiones contributivas mínimas más que el IPC es una buena noticia porque ambas pensiones son demasiado bajas en España.
Las pensiones no contributivas y las pensiones mínimas son un instrumento básico de equidad social, un elemento de protección de los sectores más vulnerables por razón de edad o de enfermedad y por ello, deben ser protegidas y salvaguardadas de los posibles recortes a toda costa.
Las pensiones no contributivas unipersonales subirán hasta los 414,88 €
El sistema público de pensiones en España ha sido históricamente muy sólido pues tenía muchos cotizantes y, en proporción, pocos pensionistas. Su eje fundamental es el sistema de reparto, que se ha mantenido así durante 54 años, ampliándose y reforzándose, a pesar de las crisis económicas que España ha sufrido. Ello permitió que tanto las pensiones no contributivas como el complemento a mínimos de las pensiones contributivas hayan sido financiadas directamente por los presupuestos de la SS hasta tiempos recientes. Desde 2013 las pensiones no contributivas y los complementos a mínimos de las pensiones contributivas se financian ya con cargo a los Presupuestos Generales del Estado mediante transferencias de crédito al de la Seguridad Social.
El sistema público de pensiones basado en el reparto es más justo socialmente pues se apoya en la solidaridad entre generaciones, en el esfuerzo colectivo de toda la sociedad, su fortaleza “ética” es mucho mayor que uno basado en el “ahorro individual”. Pagar las pensiones de las generaciones anteriores con el trabajo actual hace que el gasto sea sostenible, si la capacidad de generar riqueza aumenta.
Todavía en España se está pendiente de establecer qué cantidad es necesaria para que una pensión, contributiva o no, sea suficiente. Un problema que el Pacto de Toledo dejó en el aire. Determinar el nivel de suficiencia de una pensión y garantizarlo a largo plazo, es decir, de manera estructural, forma parte de las tareas pendientes de nuestro sistema.
En España las pensiones no contributivas son recibidas por casi 450.000 personas. Tienen derecho a estas pensiones las personas que no han podido cumplir los requisitos de cotización exigidos para las pensiones contributivas y por lo tanto, son personas desprotegidas pues, según la Seguridad Social, “se reconocen a aquellos ciudadanos que, encontrándose en situación de necesidad protegible, carezcan de recursos suficientes para su subsistencia en los términos legalmente establecidos”.
Tanto las prestaciones mínimas como las no contributivas son un mecanismo imprescindible y muy necesario para redistribuir las rentas -aunque sea en una pequeña medida- y para dificultar la ampliación de la brecha de la desigualdad económica y social. La realidad es que en la actualidad uno de cada cinco pensionistas -más de 2.200.000 – necesitan un complemento para alcanzar la pensión mínima.