Puigdemont chantajea a Sánchez: «La alternativa es la muerte del PSOE»
En estos días en que Sánchez vende por un puñado de escaños la dignidad de un país conviene leer a la prensa independentista para intentar darnos cuenta de hasta dónde va a llegar la felonía del inquilino de la Moncloa por permanecer cuatro años más en el poder a pesar de perder elección tras elección.
El digital VilaWeb –órgano oficial del régimen puigdemontista- avisaba recientemente que: “El PSOE está en el peor momento de la historia en cuanto a poder institucional. El PSOE no puede perder de ninguna manera el Gobierno de España si no quiere hacer peligrar su propia existencia. Los socialistas están dispuestos a aceptarlo casi todo con tal de pactar. Simplemente porque está en juego la existencia del Partido Socialista”
Al PSOE solo le sostiene el gobierno de España, y si lo perdiese no le quedaría casi nada: 12 diputaciones provinciales y 3 comunidades autónomas (2 de ellas en coalición)
Junts avisaba: “Hasta ahora, Sánchez ha tenido un camino plácido y ha tenido que ceder muy poco y en cosas que no son sustanciales. Ahora veremos cómo reacciona en la última fase, que es la sustancial”, y ahora exige que la ley de amnistía debe señalar a todos los jueces afectados por la vía judicial del proces, es decir, acusar directamente a los jueces de instrucción, de las audiencias y del Supremo de haber dictado sentencias “políticas”. Además, quiere un relator extranjero que internacionalice el procés; algo que Moncloa siempre ha rechazado, porque supondría equiparar el rango jurídico de la Generalitat de Cataluña con el del Gobierno de España.
En Moncloa siguen defendiendo que el acuerdo es posible, pero eso no implica mostrar temor ante una eventual repetición electoral aunque son conscientes de que ahora ya no pueden esconder la amnistía porque se ha llegado «demasiado lejos» y sus pretensiones han quedado «al descubierto». El Gobierno tiene preparado el llamado «relato de salida» por si la negociación con Junts fracasa y hará recaer la responsabilidad sobre Carles Puigdemont. «Tendremos que explicar que nosotros hemos sido generosos y que han sido sus jefes los que les han quitado la amnistía, no nosotros».
La estrategia podría pasar por arrojar -ahora sí-, transparencia desde el pragmatismo electoral: «Quizás nos convenga decirle a los 1000 y pico encausados que hemos estado a punto de llegar a un acuerdo para amnistiarles pero sus jefes no han querido». Además :«Si revientan el acuerdo, seguiremos aumentando nuestra victoria sobre el independentismo en Cataluña porque la sociedad catalana no quiere elecciones».
Preparan el terreno para decirle a los 47 millones de españoles que no ha cedido, que no venderá el Gobierno de España por un plato de lentejas, que quiere cuatro años de estabilidad y, por ello, vamos a elecciones.
El problema es que Sánchez ya no puede dar marcha atrás: ya no puede acudir a las urnas envuelto en la bandera de España (ya lo ha hecho al defender la amnistía frente a los suyos en el último comité federal del PSOE: «En el nombre de España, en el interés de España, en defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía en Cataluña «) porque en esta negociación ha entregado todo y ha dejado al PSOE desnudo como en el cuento del traje del emperador, mostrándolo como un partido capaz de enterrar la separación de poderes y la igualdad de los españoles por mantenerse en el poder. Concurrir a unos nuevos comicios en esta tesitura sería un mal trago peor y sería preciso esconder la primera foto pública de Santos Cerdán (el “deshollinador” del PSOE) con Puigdemont en Bruselas.
Sánchez acabará cediendo en todo lo que exija Puigdemont. Y si no hay pacto, será porque el fugado de Waterloo, como le exigen sus bases, no quiera. Mientras, Puigdemont se regocija y añade que: ”Contra Madrid y Moncloa, se vive mejor en Cataluña.”
El apoyo de Junts y sus 7 votos son decisivos para Sánchez, pero Carles Puigdemont tiene la sartén por el mango y a finales de esta semana, cuando todos en el PSOE pensaban que tendrían su sí (a un altísimo precio, en todo caso), ha vuelto a aumentar sus exigencias: la presencia de un «mediador internacional» y el alcance de la amnistía pues Junts quiere incluir, entre otros, a Laura Borràs, condenada a cuatro años y medio de cárcel por trocear contratos para poder adjudicarlos a dedo.
La alianza entre Sánchez y Puigdemont es como un plato de lentejas envenenadas: socava los principios de igualdad del socialismo y la confianza en la política y en la democracia, dejando un sabor amargo en la boca de la ciudadanía.
Por otra parte Podemos se aleja de Yolanda Díaz y avisa que Sánchez no tiene sus votos asegurados más allá de la investidura, pues: “Los votos de los y las representantes de Podemos en las instituciones se deben negociar y nunca se regalan”.
Aun en el caso de que Sánchez consiga ser investido, su hipotética legislatura será «un calvario» en el que apenas podrá legislar, atenazado por las exigencias de todos y cada uno de los partidos que le están exigiendo.
Todo el mundo se pregunta a quienes favorecerían unas nuevas elecciones, partiendo de datos reales, podemos llegar a algunas ideas, que aunque sean especulativas tienen sentido. 1.- No parece que pueda haber grandes diferencias entre bloques respecto de las elecciones de julio pues la etapa posterior a los comicios se planteó como un enfrentamiento de dos bloques absolutamente opuestos en todo es que eso refuerza las lealtades de cada uno e impide el trasvase de voto 2.-Si no hay trasvase de votos, el PP y Vox tienen la mayoría absoluta en la mano. El PP y Vox ganaron las elecciones de julio con suficiente claridad para obtener la mayoría absoluta. Si el PP se hubiera quedado el último escaño de Girona, el último de Lleida y el último de Murcia, y Vox el último de Albacete, hoy Feijóo ya sería en La Moncloa. Los perdieron por 363 votos, 3.503, 6.286 y 1.287, respectivamente. El resumen es que el PP y Vox podrían ganar muy fácilmente en una repetición de las elecciones. 3.- Podría haber reequilibrios dentro de los bloques, pero eso también favorecería al PP, seguramente. El nerviosismo que causaría la nueva convocatoria tendería a traducirse en un crecimiento del PP y del PSOE, a costa de Vox y a costa de Sumar, al PP le iría muy bien para arrebatar esos últimos escaños que ahora se le han resistido dado que el papel de Vox parece difuminarse 4.- Nuevamente volver a depender de Junt. Ahora Junts tiene 7 diputados… Leer más »