¡ADIOS, ADIOS, EUROPA!

Durante décadas, e incluso casi hasta ahora, la Europa comunitaria ha venido siendo la “Meca” de una inmensa mayoría de españoles. De hecho, desde las izquierdas más extremas y hasta los nacionalistas son todavía pro-europeos.

 

La renta per cápita (PIB/habitante) se ha convertido en una referencia universal de la medida de la riqueza de los países. Sobre dicha base se ha construido el siguiente cuadro, que pone de manifiesto un verdadero y cada vez mas consolidado “adiós” a Europa en prosperidad económica. De hecho, el pasado 2021 España regresó al nivel relativo de renta per cápita comparada con la UE que teníamos hace más de medio siglo.

En el largo periodo considerado, que se corresponde con la España democrática contemporánea, he aquí lo sucedido:

  1. Tres gobiernos, desde la transición para acá dejaron una renta per cápita superior a la recibida. Las excepciones las han protagonizado Zapatero y Sánchez, quienes han dejado –hasta ahora- un país más pobre que el que recibieron.
  2. El mayor descenso anual de la renta per cápita de , y de Europa, con un 1,07% anual durante cuatro años seguidos, ha sido protagonizado por Sánchez.
  3. La convergencia de la renta per cápita con la de la UE tres gobiernos avanzaron (González, Aznar y Rajoy) y dos (Zapatero y Sánchez) se alejaron de Europa. Sánchez encabeza la tasa media anual de distanciamiento de UE, con un 1,53%, seguido por Zapatero (un 1,40%).
  4. Comparadas las tasas de crecimiento anual de España con la media de la UE, sólo dos gobiernos (Zapatero y Sánchez) no fueron capaces de mejorar a nuestros vecinos ni siquiera un solo año

 

Los datos 1 y 2 reflejan datos sólo españoles, pero España es el país que más tardó antes y ahora en recuperar su nivel de renta previo a las crisis, por las pésimas políticas de sus respectivos gobiernos. Los “progresistas” ponen la excusa de las crisis económicas, que es verdad que coincidieron con los gobiernos de Zapatero y Sánchez, pero conviene recordar que los datos comparativos (3 y 4) con los demás países que también sufrieron las mismas crisis.

 

Pero además de la economía, es importante juzgar la evolución del marco institucional; es decir, la calidad de nuestra democracia .Nuestra actual Constitución, aún con aspectos perfectamente discutibles y reformables, es perfectamente homologable con la de los países con mayor tradición democrática. Sin embargo, con el paso del tiempo ha ido sufriendo interpretaciones y prácticas incluso inconstitucionales que aceleradas por la actual coalición gubernamental, con cada vez más actuaciones al margen del Estado de Derecho, que comienzan a ser muy preocupantes:

  • En 1985 un gobierno socialista consiguió aprobar una ley que cuestionaba la independencia del Consejo General del Poder Judicial en contra de la obvia redacción del artículo 122 de la Constitución. Ahora, para nuestra vergüenza, la Unión Europea ha venido a cuestionar aquél desacato de la independencia judicial; tan esencial para el Estado Democrático de Derecho.
  • Los decretos leyes, cuyo uso en un Estado de Derecho debe ser excepcional y estar muy limitado, se han convertido en moneda corriente; amén de ser declarados inconstitucionales algunos de ellos. Con la vana y más tarde inconstitucional excusa del COVID el parlamentofue inhabilitado; no por completo, pero si injustificadamente
  • El cumplimiento de las leyes, principio fundamental de cualquier orden político mínimamente civilizado, es un albur muy especialmente en Cataluña e Islas Baleares. Indultos a confesos culpables de graves delitos sobre una base legal decimonónica y contra el criterio de la Justicia.
  • La función públicaestá cada vez más colonizada por la política, así como las instituciones públicas y los entes reguladores independientes.

 

Según el ranking de The Economist, España ha dejado de ser una democracia plena para pasar a ser un democracia defectuosa.

Si en materia económica ya se ha puesto de manifiesto que España no hace sino alejarse de Europa, en el ámbito institucional sucede lo mismo, siendo palpable nuestra deriva reputacional, sin que todo ello parezca preocupar mínimamente a la sociedad civil.

Es cierto que “España está en nuestras manos”, pero cada vez tenemos menos tiempo para revertir la actual situación

 

Fuente: Vozpopuli 

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