LA INFLACIÓN
La inflación se define como el aumento general de precios y se mide a través del Índice de Precios al Consumo (IPC). Este índice cumple el papel de simplificar los cálculos en infinidad de supuestos, como en las revisiones anuales de salarios o de pensiones, el cálculo de cláusulas de revisión de alquileres o de venta de bienes y servicios en caso de empresas.
Los más perjudicados ante los embates inflacionistas son aquellos que viven de rentas fijas, especialmente los pensionistas, los ahorradores, y, especialmente, las clases menos pudientes, ya que no tienen ni los conocimientos ni los ahorros necesarios para poder defenderse de la misma. Por otro lado, los mayores beneficiados son los que tienen deudas a tipos de interés fijo (emisores de Deuda Pública, por ejemplo).
Cuando hay tasas inflacionistas muy bajas, como hasta hace un año aproximadamente, la inflación va erosionando nuestro poder adquisitivo poco a poco y sin que nos demos cuenta, solo unos años después podremos comprobar que no podemos comprar lo mismo que antes si nuestro sueldo ha permanecido constante. Si la inflación es alta, como sucede en la actualidad, empieza a llamar la atención y los distintos medios se hacen eco de esta subida por lo que es más fácil tenerla en cuenta y concienciarse de sus perniciosos efectos.
Este “deterioro” se puede visualizar con un ejemplo: si en 2000 ganamos 60.000 € y gastamos 40.000 € podremos ahorrar 20.000 € al año que podremos invertir (o gastar) mejor nos plaza. Cuando entra el juego la inflación los “números varían”, usando la calculadora del INE son:
Si no han aumentado nuestros ingresos desde 2000, en 2021, como los gastos habrían aumentado debido a la inflación un 49,9%, sólo ahorraríamos 40 € en vez de los 20.000 € 2000. Por ello, o aumentamos nuestros ingresos, tiramos de ahorros o tendremos que bajar nuestro nivel de vida
En general, las subidas de la inflación se suelen combatir en el corto plazo invirtiendo en activos reales (infraestructuras, inmuebles, oro, materias primas) o bonos ligados a la inflación. A largo plazo las acciones también son grandes aliados para combatir la inflación, ya que los buenos negocios son capaces de repercutir las subidas de precios que ellos sufren a sus clientes.
Además, la inflación produce también otros efectos fiscales que debemos destacar y es que, si los bienes o servicios que compramos suben de precio, sube la recaudación fiscal por IVA; si nos suben el sueldo, pero no se actualizan los tramos de la escala del IRPF, acabaremos pagando más impuestos sólo debido a la inflación.
LA REVALORIZACIÓN ANUAL DE LAS PENSIONES
Según el nuevo criterio que se aplicará a partir de 2022 conforme a la “Reforma Escrivá” de las pensiones, y que el Gobierno ha decido también aplicar para el próximo 2022 (aunque la Ley de la mencionada reforma aún no esté vigente en este 2021) la revalorización anual de las pensiones se obtendrá “automáticamente”, sin necesidad de un Real Decreto ad hoc como hasta ahora, como la media de la variación anual en los meses de diciembre de 2020 a noviembre de 2021 del Índice de Precios al Consumo (IPC).
El rally inflacionista de final de año ha terminado por descuadrar buena parte de las previsiones plasmadas por el Gobierno en los Presupuestos Generales de 2022, incluidas las correspondientes al gasto estimado en pensiones. Concretamente, entre la previsiones que se fijaron allá por finales de septiembre se fijó una subida general para las pensiones del 1,9%, que era el IPC que el Ejecutivo preveía para la media de los doce meses hasta noviembre . Ahora, sabemos que esa media es un 0,6% mayor y la confirmación de las subidas de las prestaciones estipuladas para las pensiones para comienzos de 2022 será de un 2,5%, según confirmó el Gobierno el pasado 15 de diciembre, lo que comporta una diferencia de 750 millones de euros en el gasto previsto en pensiones.
LA ACTUALIZACIÓN DEL IPC “ESPERADO” AL IPC “REAL” DE 2021: LA ÚLTIMA PAGUILLA
Hasta la reforma del PP de 2013 donde se introdujo el IRP (el Índice de Revalorización anual de las Pensiones) que estaba en función de los parámetros de déficit del sistema de la Seguridad Social y desde el año 2018 donde ese IRP quedó congelado temporalmente en los PGE 2018, la revalorización anual se calculaba según la subido del IPC previsto para el conjunto del nuevo año, y al finalizar el año se observaba el IPC real y el IPC estimado. Si existía una desviación al alza, es decir, que el aumento de las pensiones se quedaba por debajo del IPC real ya conocido se abonaba la conocida como paguilla en el mes de febrero del año siguiente. Esta paguilla no es más que la compensación monetaria de esa desviación. Desviación que históricamente se compensa con la denominada como paguilla en el mes de febrero
En enero de 2021 no hubo “paguilla” de actualización, por la sencilla razón de que en 2020 la inflación fue del -0,3%, de hecho, si se hubiese tenido que realizar la actualización por desvío de la inflación esperada en 2020 (otro 0,9% en diciembre de 2019), debería haberse producido un recorte nominal de las pensiones del 1,3%, para que estas mantuviesen su poder adquisitivo.
Ahora se confirma que esta paguilla deberá compensar un 1,6% (2,5% del IPC real menos 0,9% de la revalorización en 2021) de caída de poder adquisitivo que recibieron los pensionistas en el año 2021. El coste de la paguilla será de unos 2.000 millones de euros
En suma, esta desviación de la inflación aplicada para los cálculos del Presupuesto General de 2022 y la finalmente sustanciada a mes de noviembre, supone un sobrecoste en la factura de pensiones de 2.750 millones de euros, lo que supondrá la revalorización más cara de los últimos 15 años.
Dado que a partir de 2022 la revalorización será automática en base a las cifras del IPC ya conocidas, no existirá ya la posible diferencia entre IPC estimado e IPC real, por lo que la paguilla desaparecerá en el futuro, siendo la correspondiente a 2021 (de abono en enero de 2022) “la última paguilla”.
En definitiva, la introducción del nuevo criterio de ajuste de las pensiones, hace que el 1 de enero de 2022 coincidan dos grandes desembolsos para la SS:
- la revalorizaciónde las pensiones para 2022 con la inflación observada en 2021, del ya citado 2,5%.
- la actualizaciónde las pensiones de 2021 con el 1,6% de la desviación, que se produce en una “paguilla” única
La paguilla será un pago único, que se hará a mediados de enero, de un 1,6% de la pensión que se cobre, multiplicado por el número de mensualidades que se cobran a lo largo del año. Los pensionistas no tienen que hacer cálculos ni solicitar esta paga, ya que de oficio, será la propia Seguridad Social la que lo abonará automáticamente a través de transferencia bancaria a mediados del mes de enero.