UN GOBIERNO “PROGRESISTA” PODRIDO CON SOCIOS “ENEMIGOS ÍNTIMOS”

La cohesión gubernamental obedece, en exclusiva, a la indisimulada ansia de poder que mueve a los dos partidos, sin casi ningún proyecto compartido entre ambos.

 

El enfrentamiento público y destemplado entre los dos socios de Gobierno, ya prácticamente por todo, es una falta de respeto a la ciudadanía, tanto por las formas cuanto por el fondo. Esa división no procede de una desigual manera de afrontar los problemas que padece la sociedad sino de las estrategias electorales de cada uno y del temor a que dichas estrategias queden afectadas por las leyes que ambos aprueban

 

 

España no se merece gobernantes de tan poco nivel político, intelectual y moral, como resume la desoladora estampa del Congreso: dos ministras del Gobierno abandonadas por el resto de sus compañeros y el presidente ausente hasta el punto de no votar (¿será sancionado por su Grupo Parlamentario?).

 

Hasta han profanado el Movimiento Feminista pues si Podemos piensa del PSOE que es un partido machista entregado a la «ultraderecha», ¿por qué no se marcha del Gobierno? Y si los socialistas asumen que su socio ha perpetrado una ley en favor de los delincuentes sexuales y se empecina en defenderla, ¿por qué mantiene en el Consejo de Ministros a semejantes peligros públicos?. Lo cierto es que no hay más que analizar el número de manifestantes en las diversas convocatorias del 8M de este año 2023 para certificar que la contaminación espuria y contraria entre sí de los socios de Gobierno ha conseguido herir una movilización con más de 45 años de historia en España pues la primera manifestación feminista en España fue en 1978 bajo el lema “Por un puesto de trabajo sin discriminación“.

 

Esta situación está ya escandalizando a los propios afiliados y seguidores de ambas formaciones hasta el punto de empezar a detectarse masivas fugas de los que no están a sueldo en los círculos de poder o en sus propias organizaciones.

 

Ello demuestra la ausencia de límites en el PSOE y Podemos, auténticas trituradoras de la imagen, el prestigio y el buen funcionamiento no ya solo de todas las instituciones españolas, sino también de los movimientos sociales populares.

 

El PSOE es conocedor que sin el apoyo de su actual socio (sumado a los comparsas independentistas) es imposible continuar en el Gobierno y en Podemos saben que fuera del Gobierno “hace mucho frío” y su continuidad política quedaría inexorablemente hipotecada dada la lucha “fraternal” entre los innumerables partidos en los que se ha desgajado y los que vendrán, o no, posiblemente a “restar” más que a “sumar”.

 

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