RÉCORD DE EMPLEO PÚBLICO PRECARIO

La temporalidad se ha enquistado en las Administraciones, reforzada por el abuso de los contratos fijos discontinuos. En la primera mitad el año marcó un nuevo máximo histórico

 

Hubo un tiempo -no tan lejano- en que un puesto de trabajo en la Administración era sinónimo de estabilidad. La realidad actual apunta en la dirección contraria: la temporalidad se ha enquistado en el sector público, impulsada -sobre todo- por la fiebre empleadora de las comunidades autónomas. Esos contratos explican, en parte, las favorables estadísticas laborales que muestra el Gobierno. Y esa precariedad es auténtico combustible para el “cohete” económico del que presume Pedro Sánchez.

 

Da fe del cambio de paradigma el último informe publicado por Ranstad. Según la multinacional, el sector público marcó un nuevo récord de temporalidad al cierre del primer semestre. Entre enero y junio, la tasa alcanzó el 29,5%, frente al 12,3% del sector privado. Ranstad recuerda que la brecha, de 17,2 puntos, marca un “récord histórico”. Y aporta un dato más: por vigésimo trimestre consecutivo, el sector público vuelve a superar al privado en términos de temporalidad.

 

La mayor precariedad en el empleo es achacable al contrato estrella de la reforma laboral de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz: los contratos fijos discontinuos. Según el estudio de Randstad, el 22,7% de los asalariados en las Administraciones habían firmado una modalidad contractual de este tipo. Un 3,6% tenía un contrato temporal por circunstancias de la producción; un 3,2%, uno de obra o servicio; y el 0,6% restante, un contrato eventual de otro tipo. Entre todos suman el 29,5% global.

 

El éxito de los fijos discontinuos confirma, una vez más, que esta vía de contratación está maquillando las estadísticas del mercado laboral. El abuso es especialmente llamativo en el sector público, ya que en el sector privado representan ‘sólo’ el 6,5%. Según Randstad, entre marzo de 2022 y junio de 2024 se han firmado en nuestro país 5,63 millones de contratos fijos discontinuos. En ese período, el número de trabajadores en alta en Seguridad Social con dicho contrato solo ha aumentado en 581.000 personas

 

Evolución del empleo público

La Encuesta de Población Activa (EPA) también retrata con claridad el ascenso de la precariedad en las Administraciones. Desde la llegada de Sánchez a La Moncloa, el número de trabajadores temporales en el sector público ha crecido un 32% (de 777.100 a 1,03 millones). La firma de indefinidos es mucho menor (7,9%). En términos globales, la contratación también ha sido superior en las administraciones, en comparación con las empresas privadas: 14% frente a 11,7%.

 

El informe de Randstad arroja, asímismo, otras cifras que muestran el lado menos halagüeño del mercado laboral. Por ejemplo, más de 1,1 millones de desempleados llevaban más de un año buscando empleo en el primer trimestre de 2024. La cifra implica un ligero retroceso respecto al mismo período del año anterior (43.000 personas menos), pero no por ello es menos preocupante: implica que el 38,5% del total de parados (casi seis de cada diez) están tardando más de 12 meses en encontrar un puesto de trabajo.

 

En conclusión, concluye el estudio de Ranstad, a pesar del crecimiento esperado en la ocupación, “España sigue enfrentando retos significativos, como la alta tasa de paro, la baja cualificación de una parte considerable de su fuerza laboral y la persistente brecha en la tasa de empleo con respecto a la media europea”.

 

El costoso auge del empleo público

El empleo en las Administraciones crece este año a un ritmo superior al 11% respecto al nivel preCovid, 2,3 puntos porcentuales por encima del avance del sector privado.

 

Solo puede sorprender que, ni en momentos de creación récord de puestos de trabajo como los vividos desde 2023, las empresas sean capaces siquiera de igualar el aumento del número de funcionarios y personal contratado de las Administraciones. Estas últimas consolidaron el aumento de plantillas que acometieron en los peores momentos de la pandemia e incluso lo aceleran, en el caso de las autonomías, con motivo de las elecciones del año pasado. Tan negativa inercia seguirá alimentando el gasto público corriente, y junto a él el déficit, al tiempo que resta productividad al mercado de trabajo.

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