La reforma de la Seguridad Social que de momento ha planteado el ministro Escrivá no soluciona, ni lejanamente, los retos a largo plazo de nuestro sistema de pensiones públicas.
La reforma que propone el ministro, que todavía no cuenta con el aval de los sindicatos ni de los empresarios, aumenta las penalizaciones en algunos casos, pero las disminuye en muchos otros, sobre todo con dos objetivos: endurecer las condiciones para los que más ganan y fomentar que se retrase un poco la salida del resto de trabajadores
El objetivo estrella del ministerio es aumentar las bonificaciones al retraso voluntario de la jubilación así como incrementar las penalizaciones a la jubilación anticipada para, de ese modo, elevar en dos años la edad efectiva de jubilación. Un objetivo que, aun cuando se cumpliera, no arreglaría nada.
Un retraso de dos años en la edad efectiva de jubilación contribuirá a reducir el gasto público en el equivalente al 0,8% del PIB en el año 2050. Dicho de otra forma: esta reforma, tal cual se nos ha presentado hasta el momento, no contribuye a contener el gasto explosivo del sistema de pensiones en nada a largo plazo (sí lo moderará algo a medio plazo).
Pero la gravedad real de la situación no debería ser ocultada, especialmente ante quienes van a regalarnos en 2021 80.000 millones de euros para que pongamos a punto nuestra economía. Incluso aunque todo evolucionara del mejor modo imaginable, con esta ‘reforma’, la deuda pública terminará aumentando en unos 50 puntos del PIB para el año 2050, y eso si el número de cotizantes inmigrantes aumentase a una media de 330.000 por año y que la tasa de paro se reduzca al 7% durante las próximas décadas.
En un escenario menos idílico, pero probablemente más realista, por ejemplo, que el número de inmigrantes solo crece en 165.000 al año y que la tasa de paro se ubica en el nivel medio de los últimos 40 años, entonces la deuda pública se incrementaría no en 50 sino en 90 puntos de PIB para 2050. Ubicándose actualmente en el 120% del PIB, no parece que la estrategia más prudente sea consolidar a largo plazo unos pasivos estatales entre el 150% y el 200% del PIB.
Los ajustes del gasto terminarán llegando sí o sí: si no llegan hoy, llegarán mañana, y de manera más concentrada y cruenta. Todo lo cual, por cierto, solo pone de manifiesto la absoluta obscenidad de la otra pata de la reforma de la Seguridad Social que está impulsando Escrivá: la subida de las cotizaciones a los trabajadores autónomos mediante la imposición de un nuevo sistema de contribuciones vinculadas a sus ingresos reales. Este colectivo pagará más hoy para ser castigado mañana con ese inevitable recortazo en las contraprestaciones sociales prometidas.
Si Bruselas no se da cuenta del trilerismo anunciado, en materia de pensiones públicas seguimos al borde del abismo.
Buenas necesitaría información cuando se tiene una incapacidad absoluta permanente cuando llegue la edad de jubilación, que pension debería de acogerme o mantener la pensión de incapacidad absoluta permanente o la pensión de jubilacion, y cómo será se lo tengo que comunicar yo al INSS, o si no digo nada se entiende que me quedo tal como estoy es decir con la pensión por incapacidad.
Gracias
Cuando llegue tu edad legal ordinaria de jubilación, que depende de tu fecha de nacimiento (mes y año) y de los años cotizados que tengas, puedes solicitar al INSS que te calcule tu pensión de jubilación y podrás optar por seguir con la actual pensión de incapacidad o por la de jubilación según más te convenga. No obstante durante la incapacidad permanente no se cotiza a la SS y, muy probablemente, te convenga seguir con la pensión de incapacidad pues la de jubilación será más baja.