Las cuotas de las cotizaciones a la SS se elevan al 28,3 % e los salarios (el 23,6 % a cargo de la empresa y el 4,7 % a cargo del propio trabajador). Quizás podría ser interesante no dejar al margen de las cotizaciones el resto del valor añadido (que no sean salarios) generados en cada actividad. Porque la aplicación de la maquinaria y la tecnología en muchas de ellas, al tiempo que aumenta la productividad está ampliando dicho valor añadido total, aunque en detrimento del factor “trabajo” (empleo y salarios)
Se podría dar una vuelta de tuerca al actual sistema aplicando dos : reducir las cuotas sobre el salario e implantar cotizaciones sobre el valor añadido no salarial. A título de simple ejercicio ensayamos disminuir un 10% las cotizaciones salariales e incorporamos un 10% de cotización sobre el resto del valor añadido (la parte que no son salarios) en cada actividad.
La rebaja de cotizaciones (al fin y al cabo un impuesto sobre el trabajo) permitiría no penalizar a aquellas actividades más intensivas en empleo, mientras su traslado al resto del valor añadido permitiría que las más automatizadas no se inhiban de aportar a nuestro sistema de protección social.
El sistema pasaría de unos ingresos del 11% al 13,2% del PIB, porque lo que dejamos de recaudar como cotizaciones sobre salarios (que pasan de 120.000 millones a 77.000) lo compensarían con creces las cotizaciones sobre el resto del valor añadido (66.500 millones). Son dos puntos y dos décimas de mejora en la recaudación. Siendo además un cambio que año tras año mejoraría la recaudación del sistema de Seguridad Social en paralelo a la digitalización y automatización de muchas actividades.
Cambiar una perspectiva que viene del siglo pasado tiene tres ventajas nada despreciables: permite aumentar los ingresos a la SS, no penaliza a aquellas actividades que más empleo humano directo soportan, e incorpora como vía de financiación a la SS a las fuerzas de la tecnología que permiten generar más riqueza con menos trabajo humano directo. Fuerzas que no dejarán de ser a cada paso más determinantes en este siglo.
Ejemplo sectorial de este cambio de modelo
El sector de la energía ocupa en España a unas 40.000 personas de forma directa y es sin duda uno de los que menos empleo genera por volumen de facturación o de valor añadido generado. En el extremo contrario tenemos el sector de productos metálicos que ocupa casi a 250.000 personas.
Fuente: Albino Prada “Riqueza nacional y bienestar social”